Bugéjar (Granada)

                                     Mira si he corrido tierra
                                     que he estado en la Casa Henares
                                     en el pueblo de Bugéjar
                                     y en la ciudad de Topares.


A 1050 metros de altitud en las llanuras del Campo de Bugéjar se asienta esta pedanía de La Puebla de Don Fadrique. Situada a quince kilómetros de su cabecera municipal y apenas a quinientos metros del limite provincial con Almería. Alrededor de unas cincuenta casas en el pueblo y diversos cortijos diseminados alrededor dieron forma a esta población en sus buenos tiempos. En 1960 aunque la población había mermado, todavía quedaban trescientos treinta bugejeños viviendo en el lugar. Y en 1970 todavía se mantenía con doscientos cincuenta habitantes. A partir de aquí el descenso poblacional ya fue imparable.
Nunca llegó la luz eléctrica a las casas. Ni tampoco el agua corriente. Para la iluminación recurrían a los candiles de aceite, los quinqués y las lámparas de petromax. Para el consumo de agua tenían una fuente en medio del pueblo. Para lavar la ropa utilizaban unos pequeños lavaderos situados junto a la acequia que pasaba junto a las casas, incluso venían algunas mujeres de Topares a lavar aquí.
Había dos hornos comunales y varios en casas particulares que se utilizaban para hacer el pan y elaborar dulces de Navidad, mantecados o tortas de manteca.
No faltaban dos o tres nevadas al año en los meses más crudos del invierno.
Utilizaban leña de carrasca y de pino para calentar la lumbre de las cocinas.
Trigo, cebada, avena y centeno eran sus principales producciones agrícolas. Había molino en Bugéjar para moler el grano.
La ganadería se basaba en la oveja como animal fundamental. Variaba desde las cincuenta cabezas a las doscientas que tenían las casas más pudientes. Venían marchantes del Campo de Cartagena, de Orce y de Santiago de la Espada a comprar los corderos.

"Uno del pueblo me dio una vez cinco duros para que le cuidara los borregos porque él iba a ver una corrida de toros en las fiestas de Bugéjar. Me advirtió bien que tuviera cuidado que no se juntaran con las ovejas del Duque (cortijo cercano) cuando pasaran por allí, pero uno de los borregos se escapó, se juntó con los del Duque y todos se fueron detrás de él. Hubo que ir al cortijo a separarlos y traerlos de vuelta al pueblo". FACUNDO GARCÍA.

Era costumbre matar, uno, dos o tres cerdos al año en cada casa en época de matanza según las necesidades y las posibilidades.
Conejos, liebres y perdices suponían un reclamo para los aficionados a la caza. Con la carne de estos pequeños mamíferos era costumbre hacer guisos de andrajos, plato típico de la zona en los meses de invierno.

Barranco de la Añora
Camino de Las Cobatillas
Cerro de la Cruz
Cerro de los Ballesteros
Cerro del Trigo
Cuenca endorréica de Bugéjar
Cueva de la Graja
El Chaparral
El Cuarto Nuevo
El Duque
El Pocico
La Añora
La Cañá de Millán
La Cañá de los Gatos
La Cañá del Jardín
La loma del Duque
La loma del Molino
La Mina
La Serrata
La Zarza
Las Yeseras
Los Perones

**Son algunos topónimos de lugares comunes de Bugéjar que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**


A los fallecidos se les llevaba a enterrar al cementerio de La Toscana.
Francisco Martínez (Paco) ejerció de alcalde pedáneo durante varios años.
La tía Santiaga era la partera de Bugéjar.
El cura venia desde Almaciles a oficiar los actos religiosos. Posteriormente lo hacia el de La Puebla de Don Fadrique. Don Francisco y don Cayetano son alguno de los que se recuerdan. Hacían el desplazamiento en coche.
Don Juan García era el médico, venía de Topares cuando tenía que visitar a algún enfermo.
El cartero era Francisco Gazquez.
"Mi padre, Pedro Miguel Anguita cogió el servicio de cartería cuando Francisco se marchó con su familia en los años 70. Recogía la correspondencia en el cortijo Casablanca, en el cruce de la carretera, años más tarde se desplazaba a La Puebla a llevar y traer la correspondencia. Servicio que realizaba lunes, miércoles y viernes. Con una furgoneta y más tarde con un coche Hudson ejercía de taxista para llevar gente a La Puebla o a otros lugares a quien se lo solicitara. Los viernes que era día de mercado en La Puebla tenía más demanda de pasajeros". M.C. ANGUITA.

La fiesta de Bugéjar era el 25 de marzo, día de La Encarnación. Se hacía misa y procesión. En las casas era costumbre en este día de hacer arroz con pollo o con conejo, flan, arroz con leche o roscos. Venía gente de Topares, Almaciles, La Junquera y Cañada de Cañepla a participar de la fiesta.

"El día festivo comenzaba con el rosario de la Aurora al amanecer para los que tuvieran que ir pronto al tajo. Después de la misa la procesión por las calles del pueblo. Se hacían altares en la puerta de Engracia, la tía Primitiva, Providencia, Teodora y la tía Dolores para hacer las paradas procesionales. Al llegar a la iglesia se hacían las pujas para meter las andas y después la traca final.
A la hora de comer cada uno a su casa y algunos de fuera lo hacían en el prado al lado de la acequia y si hacia malo en las casas de cualquier vecino, nadie se quedaba fuera. Por la tarde se paseaba, se conversaba y se compraba en los puestos de turrones, baratijas y accesorios diversos, se tomaban algún refresco en cualquiera de los dos bares y se hacían fotos de recuerdo". M.C. ANGUITA.


Había dos bares en el pueblo (Juan y Elena, Pepe y Engracia). También había una mercería con comestibles y estanco (Juan Antonio, el tío "Gorra").
Venía uno con una moto vendiendo pescado: bacalao y sardinas.
Un aceitero venía con un camión desde La Puebla vendiendo de todo, desde telas, cacharros, ollas hasta helados.
Otro vendedor ambulante aparecía una vez por semana vendiendo sardinas y queso.
Desde El Moralejo venía uno con un camión vendiendo comestibles.
Tampoco faltaban los quincalleros que reparaban utensilios y vendían hilos y agujas.

"Íbamos en el camión de Pepe que era vendedor ambulante y nos llevaba por la zona de Millán a coger aliagas". FACUNDO GARCÍA.

Se hacía baile con tocadiscos en algún prado o en la escuela. También con música de laúd y guitarra en los bares.

"Jugábamos al futbol, hacíamos barcos con juncos y los poníamos a navegar por la acequia, en la misma acequia jugábamos a saltar de una orilla a otra y ver quien no caía al agua, subíamos al cerro de la Cruz, íbamos a cazar pájaros, jugábamos al escondite, a las esquinas..." FACUNDO GARCÍA.

"Montábamos en bicicleta, jugábamos al escondite, al aro, a las canicas, a pitole..." M.C. ANGUITA.

"Realizábamos funciones de teatro o karaokes en el corral de la casa de mi abuela o en algún otro corral más grande". M.C. ANGUITA.

En la Navidad se formaban las cuadrillas de Ánimas formada por músicos del pueblo, eran varios días de música y cantos sin parar. Se iba casa por casa cantando coplas y se les daba dinero o productos alimenticios. Con lo obtenido se hacia la rifa de animas y se sacaba para gastos en la mejora de la iglesia. Los componentes de la Cuadrilla de Ánimas de Bugéjar eran Sabas y Ángel Anguita, Antonio y Juana Ciudad, Antonio Martínez, Victoriano Fresneda. Ángel Anguita además de tocar la guitarra era el trovador. Laúd, guitarra, acordeón y platillos entre otros eran los instrumentos que tocaban. Su radio de acción abarcaba desde Casas de Don Juan, Lóbrega, Bugéjar y La Toscana. Todo esto lo hacían desde el veinticinco al veintiocho de diciembre.

"En época navideña empezábamos los niños con los preparativos del aguinaldo. Fabricábamos las zambombas, escribíamos el repertorio que íbamos a cantar en los villancicos. Íbamos por las casas del pueblo y llegábamos hasta el cortijo El Jardín, en ocasiones con los caminos nevados". FACUNDO GARCÍA.

El progreso llegaba con cuentagotas al pueblo. Algunas televisiones fueron apareciendo.

"Íbamos a casa de Santiago y Juana a ver el Un, dos, tres, los partidos de futbol en el bar de Pepe Y Engracia". FACUNDO GARCÍA.

Con la llegada de la maquinaria el campo no daba trabajo para todos, la ausencia de servicios básicos como la luz y el agua y las ganas de buscar una mejor calidad de vida en las ciudades y en pueblos con buenas infraestructuras, todo ello determinó que los bugejeños iniciaran el camino de la emigración en busca de un lugar donde iniciar una nueva etapa de sus vidas.
La gente se repartió por diversas poblaciones, se fueron a Elche, a Molina de Segura, a Barcelona, a Caravaca de la Cruz, a Huescar, a La Puebla de don Fadrique.
Los hermanos González Gómez, Victoriano y Ascensión, de la familia de los molineros fueron los últimos de Bugéjar. En el año 1997 cerraron la puerta de su casa y se fueron al pueblo almeriense de María.

"Es una pena el final al que se ha visto abocado Bugéjar. La clase política se ha desentendido por completo y no han hecho nada por preservar y promocionar el patrimonio cultural y paisajístico, no se ha incentivado a la gente, no se ha realizado ningún proyecto ni iniciativa de ninguna clase. ¿Y en 2025 estar todavía sin luz?" M.C. ANGUITA.

En la actualidad los bugejeños que se fueron siguen manteniendo el vinculo con el pueblo y realizan un dia de fiesta en agosto donde realizan una jornada de confraternización, hacen misa, procesión, comida popular y baile.
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Informantes:
-M.C. Anguita, natural de Bugéjar (Conversación personal mantenida por vía telefónica y por whatsapp)
-Facundo García, antiguo vecino de Bugéjar (Conversación personal mantenida en una plaza de Pilar de la Horadada, Alicante)
Otra fuente de información: Un paseo por Bugéjar, reportaje del blog de José Fidel Rosillo.


Visita realizada en marzo de 2023.

Punto y aparte. Sorprendente. Es el primer calificativo que me sale al hablar de este lugar. A estas alturas de la vida no pensaba encontrarme con un pueblo deshabitado en tan aceptable estado de conservación. ¿Qué ha pasado en Bugéjar para que todos se hayan marchado? es la primera pregunta que me hago. Me habían informado sobre este lugar y además las publicaciones que se habían hecho en otras páginas ya me ponían sobre aviso de que me iba a encontrar con un pueblo singular. Ya desde lejos según te vas acercando, ves un pueblo de buen tamaño con las casas agrupadas y en buen estado. Poca ruina y algunas fachadas remozadas que dan idea de que Bugéjar sigue vivo aunque sea de manera ocasional. Cuando llego ante sus muros ya me quedo ensimismado por la belleza que atesoran sus dos calles. Me voy primero a ver la de abajo. Alguna edificación caída al principio pero luego la calle se adentra en el corazón del pueblo con casas mantenidas en buen estado en su mayoría. Empiezo a ver una constante que luego se repetirá en otros lugares de la aldea: el enrejado de muchas ventanas que da idea del buen trabajo de herrero. Algunos letreros en las fachadas con el cartel de se vende anuncian una desconexión de sus antiguos moradores con el lugar en el que un día nacieron y crecieron. Me sorprendo de lo que voy viendo y parece que en cualquier momento me fuera a encontrar a alguien saliendo de sus casas, pero no será el caso. Al final de la calle me encuentro con la acequia, símbolo floreciente de la vida en Bugéjar. Ni un hilillo de agua corre por su cauce. Voy por la parte trasera de las casas observando detalles, intento ver el molino pero no es posible, llego nuevamente al punto de partida. Negros nubarrones amenazan con soltar agua (no se dará el caso mientras estoy por la zona). Me encamino ahora a conocer la calle de arriba. Primorosa y hermosamente bonita pero también hermosamente triste. Casas en buen estado de conservación se alinean a ambos lados de la calle. Se nota que la despoblación fue más tardía que en tantos y tantos lugares de España que vieron como en los años 60 se quedaban vacíos. Aquí no, tardó más en llegar. En esos años Bugéjar estaba en plenitud. La emigración se hizo esperar y aunque ya la población iba en descenso, hasta los años 90 hubo vida. Por eso las casas aunque no habitadas están mejor conservadas. Hay viviendas que denotan la visita temporal de sus dueños y otras que no es el caso pero las tienen mantenidas para que no se vengan abajo. Esta calle de Arriba conformada por casas en hilera, puertas, ventanas (algunas enrejadas), algún palomar en la planta de arriba y un armonioso juego de chimeneas coronando los tejados suponen un deleite visual para el visitante. Alguna vivienda no ha podido resistir más el mantener la intimidad de su interior y al entrar en ellas muestran retazos de la vida pasada en el lugar. Voy constantemente mirando para todos los lados, disfrutando con lo que veo, pero a la vez con un poso de amargura por lo que me voy encontrando. ¿Nadie hizo nada por salvar a Bugéjar de morir de inanición? ¿Las administraciones competentes por qué dejaron agonizar a un lugar tan bonito?
Continuo transitando, observando y fotografiando los numerosos y atractivos encuadres que me ofrece esta calle principal, la cual llega un momento que se junta con la otra calle bajera y formando una sola se encaminan hacia el núcleo central del pueblo. Un grupo de casas en hilera muy bien conservadas anteceden a otro de los puntos de interés de Bugéjar: la escuela. Se nota su construcción reciente en el diseño y en los materiales de construcción empleados. Bonita, a tono con el pueblo. Adyacente a ella la casa de la maestra. Entro al interior del aula. Con imaginación se puede reconstruir mentalmente su interior. Entro también al interior de la casa de la maestra, sencilla y sin nada a resaltar. Salgo al exterior y continuo mi caminar por el entramado urbano de Bugéjar que se presenta de forma alargada. Hay un espacio central vacío de edificaciones. Una portería de futbol olvidada en medio del prado da idea de los buenos partidos que tuvieron que echar los niños y adolescentes del pueblo. Me acerco nuevamente a la acequia, con bastante anchura por aquí pero sin una gota de agua. Observo pequeños lavaderos a su vera separados unos de otros. Buen lugar de encuentro social antaño. Llego hasta su fuente, la nueva (enrejada) y la vieja, ambas brillan por su ausencia de agua. Leo un panel explicativo que hay junto a ellas sobre el manantial de Bugéjar. ¿Cómo es posible que esta fuente y esta acequia se llegaran a secar con el buen agua que tenían a tenor de lo que se ve en fotos antiguas? La sobreexplotación agrícola de la zona tendría la respuesta.
Me encamino hacia el espacio que hace las veces de plaza. Oigo balidos de corderos en una nave cercana, pero no hay rastro de persona humana. Llego hasta la iglesia. Coqueta y en buen estado por la rehabilitación que hicieron sus antiguos vecinos en colaboración con el ayuntamiento de La Puebla de don Fadrique y el obispado de Guadix. La despoblación también hizo mella en el edificio religioso y amenazaba ruina. Una acertada intervención de los bugejeños y el ayuntamiento hizo que la decadencia no fuera a más porque se llegó a caer el tejado y hoy día luce un bonito aspecto. A su lado una casona imponente da idea de que me encuentro ante la casa fuerte de Bugéjar. De mucho empaque y diferente a las demás. Bonita y visualmente atractiva. Un conjunto de casas más sencillas y naves ganaderas la acompañan. A partir de aquí ya todo campo, observo una edificación singular a un centenar de metros. Una molineta para extraer agua subterránea y una balsa donde se acumulaba conforman el pequeño enclave hidráulico. Sigo alejándome del pueblo y me encamino al cerro de la Cruz. Quiero tomar unas fotografías de Bugéjar desde aquí. Preciosa la panorámica con todo el campo de Bugéjar. Tierras labradas, cortijos diseminados y la sierra en lontananza ofrecen un vistoso paisaje.
Bajo de nuevo hacia el pueblo, vuelvo a pasar nuevamente por los mismos sitios por donde caminé anteriormente, ahora los veo desde otra perspectiva. Llego nuevamente a la plaza de la iglesia, la contemplo, la contorneo, los balidos corderiles ponen la banda sonora por esta parte. Veo alguna casa cercana. Un coche con varios ocupantes en su interior pasa por el medio del pueblo y coge la carretera de Topares. Sigo observando detalles de interés en sus fachadas. El naranja y el blanco son los colores que predominan en las paredes. Algún horno de pan me sale al paso. Llego nuevamente ante la escuela, dedico unos instantes a su contemplación. La cámara fotográfica no para de sacar imágenes. Bugéjar es muy fotogénico. Alcanzo la separación de las dos calles, ¿por cual me voy para despedirme de Bugéjar? Pues por las dos, quiero contemplarlas nuevamente pero en sentido contrario a como lo hice a la ida. Voy primero por la de abajo, más pequeña, con menos casas. Muy bonita. Retrocedo nuevamente y ya enfilo la calle de arriba hacia la salida. Viendo este trazado urbano por esta parte del pueblo hago uso de mi slogan favorito en la despoblación: tristeza y belleza van de la mano. Una calle extremadamente bonita pero con una carga de tristeza emocional inmensa. Tanta casa cerrada, ni una puerta se abrirá al paso del visitante, ni un ruido en su interior, ni un perro ladrará, ni una chimenea echará humo. ¿Por qué dejaron que Bugéjar se marchitara? ¿Nadie se aflige al ver el silencio y la soledad que impera en el lugar? Un sitio con siglos de historia permanece mustio y apagado ante la indiferencia de los que tienen la llave para cambiar la situación. La luz ha llegado a lugares mucho más pequeños y con un acceso complicado. ¿A Bugéjar no? Con poco Bugéjar iría recobrando vitalidad. En fin...
La visita a Bugéjar toca a su fin. Me cuesta irme. He disfrutado mucho con la belleza del lugar, una belleza que observamos con otros ojos los que somos amantes de la despoblación.
A modo de epilogo añadir que una vez más me ha encantado conocer lugares de este rincón olvidado de la geografía española donde se juntan las provincias de Albacete, Murcia, Granada y Almería.


Vista de Bugéjar por el oeste. El cerro de La Cruz detrás.



Llegando a Bugéjar. Las dos calles que vertebran el pueblo, la de Abajo (izquierda) y la de Arriba (derecha).



Calle de Abajo.




Calle de Abajo. A la izquierda la casa de María, vivía en ella con su hija Alejandra y su yerno Manolo. Emigraron a Las Torres de Cotillas (Murcia).
A continuación estaba el taller de Sabas y Pedro Miguel Anguita.
A la derecha y de color naranja la casa del tío "Gorra" (Juan Antonio). Vivía en ella con su mujer Teodora y sus hijos: María, Juana, Antonio y Alejandro. La emigración repartió a la familia entre Valencia y Cehegín.
"Tenían tienda con multitud de artículos y también estanco. La puerta está en la calle de Arriba pero a los de esta calle nos despachaban por la ventana. Tenían un camioncillo e iban vendiendo por todos los cortijos de la zona".
M.C. ANGUITA.
.
A continuación y de color blanco la casa de los hermanos Anguita: Daniel y Cruz.



Calle de Abajo. En primer plano a la izquierda la casa de Policarpo Anguita y Primitiva Moreno (natural de Singla). Era la posada de Bugéjar y estuvo funcionando como tal hasta los primeros años 70. Tuvieron cuatro hijos: Sabas, Pedro Miguel, Silvia y Ángel. A continuación las casas de los hermanos de Policarpo: Daniel y Cruz, estaban solteros y fallecieron en el pueblo.



Calle de Abajo. El taller y la fragua de los hijos de Policarpo y Primitiva: Pedro Miguel (herrero) y Sabas (carpintero).
"Hacían trabajos de carpintería y arreglos de todo tipo de aperos para los trabajos del campo, rejas, puertas, carros... También arreglaban escopetas. El taller era un hervidero de personas, siempre estaba lleno, venía gente de los cortijos y de Topares, Cañadas de Cañepla, Almaciles..." M.C. ANGUITA.



Calle de Abajo. La casa de la derecha (de color blanco) fue la escuela vieja. Estuvo en funcionamiento hasta el año 1963. El aula estaba en la planta de arriba y abajo era la casa de la maestra.
En la casa de la izquierda vivió el matrimonio formado por Aurelia y Pepe con sus hijos.



Vista de la calle de Abajo con la escuela vieja en primer plano a la izquierda.



Las casas del molino. En la de la derecha vivía Jerónimo con su familia. Se marcharon pronto a Barcelona. En la de enfrente vivía Antonio (hermano de Jerónimo) con su mujer Inés y con los cuatro hijos: Pepe, Dolores, Antonio y Paqui. La familia se marchó a Elche. El molino estaba situado debajo de la vivienda. Posteriormente se hicieron cargo del molino los hermanos de Inés. Ellos eran Liberto, Crisantos, Ascensión y Victoriano. Los dos mayores fallecieron en el pueblo mientras que Ascensión y Victoriano se fueron al pueblo de María. Ellos fueron los últimos en marchar de Bugéjar.



Las dos tabernas que había en Bugéjar estaban juntas. También eran tienda. La primera casa era de Francisco Gazquez "el Correo", fue el antiguo cartero y barbero del pueblo. Con su mujer Isabel García y los hijos emigró a Elche. Después la casa la compraron Juan y Elena que vivieron en ella con sus tres hijos regentando la taberna hasta que se fueron a San Pedro del Pinatar. La siguiente casa era la de Pepe y Engracia. Mucha fama tenía en todo el campo de Bugéjar el delicioso conejo al ajillo que preparaba la anfitriona, además de migas, lomo de orza y otros productos. Se bebía cerveza y vino y se jugaba al dominó, al tute, a la brisca o al guiñote. Fueron de los últimos en marcharse y lo hicieron a La Puebla de Don Fadrique.

"Yo me metía detrás de la barra en el bar de Pepe y Engracia. Pepe me decía que tenía madera de camarero y parece que fue una premonición porque he trabajado en el mundo de la hostelería siempre". FACUNDO GARCÍA.

"Venia gente desde La Puebla a comer el conejo al ajillo de Engracia".
M.C. ANGUITA.




La escuela de Bugéjar con sus tres ventanales orientados al sur. Se impartió enseñanza en ella desde 1963 hasta 1977. A la derecha la casa de la maestra.
Doña Marta, doña Anita, doña Elena, doña Antonia o doña Consuelo fueron algunas de las maestras que ejercieron la docencia en esta escuela. Eran chicas jóvenes en su gran mayoría. Se cerró en 1977.




Foto cedida por M.C. Anguita.

Curso 63/64. Doña Anita la maestra y alumnos delante de la escuela.



Foto cedida por M.C. Anguita.

Curso 65/66. Doña Elena la maestra y alumnos. Más de treinta escolares asistían a clase en esos años.



Interior de la escuela.

"A la entrada estaba la bandera de España. Dentro del aula había varias filas de pupitres con un pasillo por medio, seríamos casi cuarenta alumnos. Al entrar y pegado a la pared había un armario de madera y cristal con libros y cuentos. Una primera puerta a la derecha daba al servicio de la casa de la maestra y al patio. La puerta del fondo daba al patio y al servicio de los alumnos.
Al fondo en la pared había un mapa y una pizarra grande y encima de ello un cuadro con la imagen de Franco. Y aquí estaba la mesa de la maestra y una estufa de leña. Tengo un gran recuerdo de todas las maestras que tuve. Mujeres con la carrera recién terminada y con muchas ganas de enseñar. Mucha "culpa" de mi amor por la lectura, la escritura y las ganas de aprender se lo debo a ellas".
M.C. ANGUITA.


"Seríamos algo más de una treintena de alumnos en clase. Venían de Millán y de otros cortijos cercanos. Una maestra nos dio clase una vez sobre la función que tenía un director de orquesta. Otra nos llevó un día de excursión a Millán porque había piscina y arbolado. En otra ocasión nos castigó la maestra a dos o tres por no sabernos las partes que componían una flor. Nos llevó a donde estaba alojada y nos tuvo un par de horas encerrados en una cochera". FACUNDO GARCÍA.



La casa de la maestra.

"Las maestras si venían con algún familiar utilizaban esta casa destinada a ellas para vivir pero si venían solas se alojaban de patrona en alguna casa. Una estuvo en casa de Pepe y Elena, otra se alojó en casa de Sabas y Ramona y en mi casa estuvieron Antonia y Consuelo". M.C. ANGUITA.



El barrio de la iglesia y el cerro de la Cruz de fondo.




La iglesia de La Encarnación y la casa de la familia Motos presidiendo la plaza.



La casa de don Salvador Motos y doña Concha, la más pudiente de Bugéjar. Vivían en Vélez Blanco pero venían a menudo por el pueblo. Por detrás había varias viviendas que eran propiedad de la familia Motos y que eran utilizadas por trabajadores que tenía a su cargo como labradores, pastores y personal al cuidado de la casa.



Viviendas propiedad de don Salvador Motos. La de la izquierda estaba habitada por los "Pintaos": Antonio, su mujer Encarnación y sus hijos.
En la de la derecha vivió el matrimonio formado por Domingo y Antonia con sus hijos. Posteriormente la habitaron José María con su mujer Juana y sus dos hijos.



Las dos casas que conformaban el cortijo de Las Monjas. Los hermanos Francisco y Genaro Martínez las compraron junto con las tierras de alrededor. Provenían del pueblo de La Junquera (Murcia).



Vista parcial de Bugéjar en su parte central.




Calle de Arriba.




Calle de Arriba.




Alineación de casas en hilera en la calle de Arriba.



La calle de Arriba vista desde otro ángulo.




Viviendas en la calle de Arriba.
La de la izquierda era propiedad del tío "Gorra". Estuvo habitada por su hijo Alejandro y su mujer Sole hasta que se marcharon a Cehegín. Después la compró Manolo "el albañil".
La de la derecha era propiedad de Onesio Anguita, el cual vivía en La Puebla, por ello esta casa la tenía alquilada. Vivieron en ella Sabas y Ramona con sus dos hijos. Posteriormente la alquilaron Inés y Bartolo y más tarde hubo otras familias residiendo en ella.



Viviendas en la calle de Arriba.
En la casa de la izquierda vivió el tío "Yesero", llamado así porque trabajaba en un yesar, era natural de Orce. Después la compró Ángeles Maturana que vivió en ella con sus cuatro hijos: Basilia, Jesús, Angelita y Fina. En los años 70 se fueron a Las Torres de Cotillas (Murcia).
La casa del medio estuvo habitada por el matrimonio formado por Agustín y Antonia que vivieron en ella junto a sus hijos Juana, Santiago y Antonia hasta los años 80.
En la de la derecha vivió Cruz con su mujer Ascensión y sus hijos. Emigraron a Lorca a finales de los 70. Anteriormente a ellos la casa estuvo habitada por la tía Santiaga que tenía un telar y hacia las veces de partera en el pueblo.



Fue prácticamente la última casa que se edificó en Bugéjar. Era propiedad de Cruz y Ascensión.



Horno de pan y cochera.




La fuente de Bugéjar.




Foto cedida por Facundo García.

La fuente de Bugéjar años atrás cuando echaba buen chorro de agua.



La acequia de Bugéjar en las cercanías de la escuela en la actualidad.



Foto cedida por M.C. Anguita .

La acequia de Bugéjar con buen caudal de agua en los años 90.



Foto cedida por M.C. Anguita.

Misa en la fiesta de agosto del año 2019.




Foto cedida por M.C. Anguita.

Año 2019. Salida de la procesión de la iglesia ambientada con la música de los Animeros de La Posá la Compañia de Caravaca de la Cruz.



Foto cedida por M.C. Anguita.

Comida popular en la fiesta de agosto del año 2019.

8 comentarios:

  1. Buenos días Faustino lo primero felicitarte por el blog el cual leo asiduamente y entro cada cierto tiempo para ver si hay algún pueblo nuevo, la verdad es que disfruto mucho leyendo las historias que cuenta la gente de los pueblos los cuales yo no he vivido porque soy de ciudad, y da que pensar que muchas veces lo más sencillo a veces es lo mejor.
    Un apunte, has pensado publicar un libro con los artículos de la página? Me parece muy interesante tener todo recopilado y ojearlo en papel, creo que tendrías éxito y yo desde luego que lo compraría.
    Sin más un saludo y gracias por el blog.

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    1. Hola Jonathan.
      Gracias por tu felicitación.
      Son historias muy sencillas pero con mucha carga emotiva las que encierra este blog. Son situaciones de la vida cotidiana que se vivían no hace muchos años y que sirven para valorar, admirar y entender a las gentes que vivieron en estos lugares y que tuvieron la desdicha de tener que dejar el lugar donde nacieron y vivieron.
      Hay un proyecto para más adelante de hacer un trabajo en papel pero diseñado de otra manera. Estos reportajes por su elevado numero y por su amplio contenido interior (en algunos casos) no tendrían cabida todos en un libro. Los reportajes tal y como se pueden ver ahora solo son validos para el blog.
      Por eso que el proyecto sobre el tema sería con un diseño y contenido diferente. Pero aún así todavía tardara unos años. De momento hay que recoger todos los testimonios que se pueda antes de que sea demasiado tarde.
      Gracias por dejar tu comentario.
      Un cordial saludo.

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  2. Gracias, gracias, gracias.
    Realmente admiro a las personas como tú, capaces de rescatar y mostrar la belleza de lugares solitarios, a veces abandonados y olvidados. Poner en valor lo que no tiene precio, lo intangible sin tener una conexión palpable, no está al alcance de cualquiera.

    Bugéjar es mi lugar, mi casa, mi hogar. Si necesito sentirme cobijada, si me falta el aire vengo aquí, paseo en silencio, subo al Cerro de la Cruz, me siento en las piedras de la esquina al atardecer, observo el cielo en las noches estrelladas. Y todo el vacío, la tristeza, la desolación desaparecen. Me inunda una sensación de paz, alegría y sosiego que no he percibido con esa intensidad en ningún otro sitio.

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    1. Pues muchas gracias M.C. por tus elogiosas palabras.
      Si sientes pasión por estos lugares el texto sale solo. Simplemente hay que mirarlos con buenos ojos, con una mirada especial, dejando que broten los sentimientos y las sensaciones.
      Muy bonita la reflexión final que haces sobre tus encuentros con tu querido pueblo donde te dejas abrazar por la melancólica soledad que allí se siente. Bugéjar es especial.
      Gracias por dejar tu comentario.
      Un cordial saludo.

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  3. Tremendo que el abandono de un pueblo tan grande sea tan reciente. Lo podría entender en la posguerra y hasta los años 60 o 70. Mis padres emigraron desde Granada a Cataluña a finales de los 50, como otros tíos mios. Una pena que la gente deje sus casas en plena democracia, por así decirlo. No parece que las administraciones hayan ayudado mucho con el teme de los servicios. Un abrazo Faustino.

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    1. Pues si, esa despoblación tardía le hace un poco diferente a los demás.
      La década mortífera de los 60 en cuanto al abandono pasó de largo por aquí pero es que llegados los años 80 no era plan seguir viviendo en unas condiciones tan precarias con la ausencia de diversos servicios básicos como podía ser la luz y el agua.
      Las administraciones se olvidaron totalmente de estos pueblos en los años 60, 70 y 80 y lo siguen haciendo en el siglo XXI. Incentivaban antes a la gente a marchar y lo hacen ahora.
      Un abrazo Jose Miguel.

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  4. Facundo García Martínezmartes, 11 marzo, 2025

    La primera vez que supe de ti, Faustino, fue buscando en internet alguna publicación que estuviese relacionada con Bugejar o cortijos de la zona. Me encontré con con artículo sobre La Junquera, que me encantó, y pese que serías de esta comarca más o menos cerca, por cómo describías todo lo relacionado con el pueblo, su historia, sus gentes, sus medios de ganarse la vida, quienes eran o son , los dueños de las tierras, de las casas más importantes, en definitiva con qué naturalidad y sinceridad te referías a todo lo relacionado con la vida del del pueblo y sus gentes en aquellos tan lejanos y a la vez, ya cercanos. Luego, indagando, comprobé que eras Madrileño por lo que me pareció mucho más extraordinario y meritorio el trabajo que realizas.
    Gracias a ti ese gran número de pueblos deshabitados y totalmente olvidados por las administraciones, nunca, jamas desaparecerán.
    Te animo a que sigas haciendo este trabajo, que por otro lado y cómo no podía ser de otra forma, sé que te llena y te encanta.
    Un fuerte abrazo

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    1. Así es amigo Facundo. Hará unos diez años escribiste un comentario en el reportaje de La Junquera y luego intercambiamos unos correos electrónicos hablando de La Zarza, Puerto Hondo, Pedrarias y otros lugares de la zona, pero curiosamente no hablamos de Bugéjar, sino habría conocido este pueblo años antes.
      Muchas gracias por este comentario lleno de buenas palabras, de agradecimiento y de saber valorar el trabajo que hay detrás de cada reportaje.
      José Fidel Rosillo lo empezó y yo lo continuo: Que no se apague la memoria de Bugéjar.
      Un abrazo.

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