"La vida en Cabaloria era muy dura, pero muy bonita". AMADORA MARTÍN.
"No teníamos ningún lujo pero éramos muy felices". JOSÉ SÁNCHEZ.
Sus principales producciones eran el trigo, la cebada y los olivos.
Para moler el grano iban a los molinos que había junto al río Alagón en Sotoserrano.
Para la molienda de la aceituna había almazara en Cabaloria. Se elaboraba el aceite para consumo propio.
La ganadería estaba conformada mayoritariamente por las cabras y alguna vaca.
Carniceros de Sotoserrano y Cepeda venían a comprar los cabritos.
Cazaban conejos y perdices en sus montes y del río obtenían barbos, bogas y cachos. Peces que se aprovechaban para consumo casero y también para vender.
Se solía matar una media de dos cerdos al año en cada casa.
"Cada vez que se hacía matanza en una casa íbamos los niños a pedir el rabo del animal una vez que ya estaba churrascado". JOSÉ SÁNCHEZ.
Casi todas las casas tenían horno para hacer el pan aunque ya en los últimos años no se hacía y se iba a comprar fuera.
"Cada tres días antes de ir a la escuela tenía que ir a comprar el pan a la panadería de Las Mestas (Cáceres) que estaba a cinco kilómetros. Iba con la mula y llevaba un saco a cada lado del animal con ocho o diez panes en cada uno. Compraba pan para varias casas". JOSÉ SÁNCHEZ.
Había dos tabernas en Cabaloria y para hacer compras se desplazaban a Sotoserrano o a Riomalo de Abajo donde había una tienda pequeña.
Nunca conocieron la luz eléctrica y así los candiles de aceite para las casas y los faroles para cuando había que salir a la calle o ir a las cuadras fueron sus fuentes de iluminación.
El agua para consumo la cogían de una fuente que había junto al río pero cuando este venía crecido la tapaba y tenían que ir a buscarla a un arroyo más lejano.
Algunos vecinos iban a segar a pueblos cercanos a Salamanca para ganarse un jornal cuando era el tiempo de ello.
Un cura que estuvo destinado un tiempo en Sotoserrano quiso hacer una capilla en Cabaloria pero al final la cosa quedó en nada.
Para todo tipo de oficios religiosos (misa dominical, bodas, bautizos, comuniones) iban al cercano pueblo de Riomalo de Abajo, ya en la provincia de Cáceres, del cual les separaba poco más de un kilómetro.
"En Navidad bajábamos los niños tocando los cencerros hasta el río y los de Riomalo acudían también a la otra orilla tocando sus cencerros. Así estábamos un buen rato, haciendo mucho alboroto y ruido". JOSÉ SÁNCHEZ.
Don José, el médico de Sotoserrano acudía a visitar a un enfermo cuando la ocasión lo requería. Había que ir a buscarle llevando una caballería para que el doctor pudiera hacer el desplazamiento hasta Cabaloria.
Abelardo, el cartero venía andando desde Sotoserrano a repartir la correspondencia.
No había fiesta patronal en la aldea y por ello los Carnavales eran las celebraciones de mayor importancia.
Duraban tres días y venía la juventud de Martinebrón y Riomalo.
De la música para el baile se encargaba Francisco, el tamborilero de Valdelageve.
"Los niños íbamos a un altillo del terreno a divisar la llegada del tamborilero, cuando le veíamos aparecer corríamos hacía Cabaloria gritando: ¡ya viene el tamborilero! Este entraba tocando al pueblo para hacer notar su presencia.
Se hacía una ronda con el músico por las calles y en cada casa sacaban unas rosquillas o unas perrunillas con un poco de aguardiente a la comitiva.
En el baile nos poníamos los mejores mantones y sayas". AMADORA MARTÍN.
La construcción del pantano de Gabriel y Galán y la amenaza de que alguno de sus brazos de agua podía llegar a sepultar Cabaloria supuso el principio del fin para el pueblo y sus gentes.
Es por ello que se hizo una expropiación voluntaria/forzosa para que las gentes abandonaran el pueblo.
Aún cuando el pueblo no iba a quedar nunca bajo las aguas, todos los vecinos fueron pensando en aceptar (unos de manera voluntaria y otros no tanto) lo que les ofrecían y buscar la manera y el lugar para empezar una nueva vida.
Madrid, País Vasco, Sotoserrano o Béjar fueron alguno de los lugares elegidos para comenzar una nueva etapa laboral y social.
1965 fue el año que se puso para la expropiación definitiva de Cabaloria.
El matrimonio formado por Celedonio Martín y Amadora Martín y las tres hijas que tuvieron fueron los últimos de Cabaloria. Se marcharon a Béjar.
"Nos quedamos solos en el pueblo durante un año y pico. Teníamos cabras y las niñas iban a la escuela de Riomalo. Pasaba a menudo por aquí Epifanio, el guarda del pantano y nos decía que nos teníamos que marchar. No nos metía prisa pero tenía orden de los ingenieros de que desalojáramos el pueblo. Nos decía que ellos (los ingenieros) no iban a venir nunca por aquí pero que teníamos que ir pensando en marchar. Le dábamos un queso o una botella de leche para contemporizar un poco la situación.
Así que al final acabamos vendiendo las cabras, un burro y también una cerda de cría que era buenísima, paría trece lechones y solo tenía doce tetas. Nos dio mucha lástima, sobre todo a mis hijas que el día que vinieron a por ella se bajaron corriendo hacía el río para no ver como se la llevaban". AMADORA MARTÍN.
Visita realizada en julio de 2018.
Informantes:
-José Sánchez, antiguo vecino de Cabaloria (Conversación personal mantenida en su casa de Sotoserrano).
-Amadora Martín, antigua vecina de Cabaloria (Conversación personal mantenida a la puerta de su casa en Riomalo de Abajo).
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. En la tercera ocasión que visito el hermosísimo pueblo medieval de La Alberca es cuando tomo la determinación de dar un rodeo y venir a conocer este lugar de Cabaloria.
La primera impresión nada más llegar junto a sus muros es que he llegado tarde, demasiado tarde para conocer esta pintoresca población de características hurdanas en cuanto a sus construcciones por estar cerca de la comarca cacereña de Las Hurdes.
Salvo la escuela no hay un solo edificio que mantenga el tejado y no solo eso sino que sus muros son apenas irreconocibles en la mayoría de los casos y además su entramado urbano está tomado por la vegetación. Intento buscar un resquicio por donde entrar pero no es posible, tengo que contornear la aldea por el exterior. Subo a la parte de arriba y ahora tengo las casas a mis pies. La visión es desoladora. Irrecuperable el lugar. Una amalgama de muros, vigas, escombros y vegetación dan una imagen de amargura de ver en lo que se está convirtiendo Cabaloria. Un camino hacia la nada. En pocos años apenas tendrá algún muro emergiendo entre las ruinas.
Por aquí puedo llegar hasta las mismas puertas de alguna casa pero no acceder al interior. La vegetación dificulta moverse más así que bajo otra vez hasta la explanada.
Me recreo contemplando la escuela y la adyacente casa del maestro. A falta de iglesia, ermita o ayuntamiento era el edificio más relevante del pueblo. La escuela tiene la puerta tapiada pero se puede ver su interior por una puerta lateral que abrieron posteriormente. Aunque nada hay ya que ver.
Bajo por un camino entre olivos hasta la orilla del río, me decido a ir a conocer la almazara. No sé si daré con ella porque está un poco retirada, pero al final si la encuentro. Muy caído el edificio, en su interior todavía puede verse restos de maquinaria como alguna prensa hidráulica.
Vuelvo hacía el pueblo y paso junto al cementerio que ya que no se lo pudieron llevar sus vecinos en el momento de partir lo salvaron de la desidia, el vandalismo y el olvido.
Llego otra vez junto a las menguantes ruinas de Cabaloria y ya poco queda por ver. Contemplo una vez más lo que todavía es visible y pongo fin a mi visita.
Tuvo que ser bonito Cabaloria. Pintoresco, con su tradicional arquitectura de pizarra. Solo los recuerdos de los que allí vivieron y la memoria de los que lo conocieron recién despoblado podrán dar fe de que fue un lugar hermoso.
A los visitantes de ahora nos toca poner en marcha una vez más la maquinaria de la imaginación para poder visualizar sus edificaciones, sus calles y tratar de contemplar escenas de la vida cotidiana.
Llegada a Cabaloria por el camino de Martinebrón.
Vista de Cabaloria desde arriba.
Aspecto general de las edificaciones del pueblo. La sierra de Francia de fondo.
No es posible transitar por lo que un día fueron calles.
Algunas viviendas se enfoscaron con vivos colores contrastando con el color oscuro del resto de edificaciones.
En esta vivienda estaba una de las dos tabernas que hubo en Cabaloria. Los hombres acostumbraban a jugar al tute y echar unos tragos de vino.
La vegetación va recuperando el terreno que un día fue suyo. Muros de piedra y pizarra, característico de Las Hurdes.
Detalle de una vivienda. Sin tejado, vigas que se balancean, los muros aquejados de "reuma", la vegetación avasallando.... De frente Las Hurdes, ya en la provincia de Cáceres.
Vista desde las eras.
Alguna vivienda todavía presenta detalles que la hacen reconocible.
Escuela y casa del maestro
Escuela de Cabaloria. Entre veinticinco y treinta niños según el año asistían en los años cuarenta y cincuenta. Don Ignacio estuvo muchos años impartiendo enseñanza aquí.
La casa del maestro. Aquí vivía don Ignacio con su mujer y sus tres hijos.
"Muy buen maestro fue don Ignacio. Aprendí mucho con él. Estaba muy integrado en el pueblo. Tenía cabras y gallinas y los vecinos siempre le regalaban algunos productos de huerta y de matanza".
JOSÉ SÁNCHEZ.
La alquería de Cabaloria vista desde la escuela.
El río Alagón a su paso por Cabaloria. Aquí venían las mujeres a lavar.
"Cuando el río venía crecido nos quedábamos incomunicados porque no se podía cruzar. Durante unos años hubo un barquero que cruzaba a la gente de una orilla a otra". JOSÉ SÁNCHEZ.
La almazara de Cabaloria junto al río Alagón. A un kilómetro y medio del pueblo.
Cementerio. Ante la marcha de sus vecinos y la situación de desamparo en que iba a quedar el camposanto, se tomó la determinación de cubrirlo con una capa de hormigón.
Hola Faustino,hace unos años también estuve yo en ese precioso pueblo medieval que es la Alberca,lástima no haber sabido de esa alde para visitarla aunque por lo que se vé está la pobre en ruina total,un abrazo
ResponderEliminarHola Roberto.
EliminarNo es que estén al lado pero no pilla muy lejos Cabaloria de La Alberca así que era cuestión de programar la ruta para ver los dos lugares porque en esta zona no abundan los despoblados y sino era ahora seguramente hubiera tardado mucho en visitar este lugar, que si ahora ya está en mal estado imagínate dentro de unos cuantos años.
Un abrazo.
Hola Faustino!!!enhorabuena por este nuevo reportaje, pues hace tiempo que no mandaba un comentario,aunque entro en tu blog muy a menudo, tuvo que ser un pueblo bonito pues estaba en un entorno precioso, me parece curioso lo del cementerio,, un saludo de Josefa
ResponderEliminarHola Josefa. Ya sé que eres asidua al blog y con eso me vale. Si de cuando en cuando dejas tu opinión pues mejor que mejor.
EliminarSi tuvo que ser bonito Cabaloria, por su emplazamiento y por su arquitectura.
Si es curioso lo del cementerio. Se dan pocos casos como este. Pero a mi me parece buena solución. Es una manera de salvaguardar la memoria de sus difuntos. Quien sabe como estaría ahora el camposanto, seguramente a merced del olvido, del vandalismo y de las inclemencias meteorológicas.
Un cordial saludo.
Qué pena no haber sabido antes de la existencia de este lugar, porque hace no mucho pasé por La Alberca y podría haberme acercado a conocerlo. O también cuando estuve en Granadilla, que no sabía que el embalse de Gabriel y Galán estaba tan cerca de Cabaloria.
ResponderEliminarEl pantano de Gabriel y Galán queda bastante retirado de Cabaloria. Hay unos cuantos kilómetros. Influyó indirectamente en la expropiación del pueblo pues sus aguas nunca iban a inundar las casas pero si la recrecida del río Alagón se iba a llevar por delante algunas fincas de cultivo.
EliminarAsí que si alguna vez vuelves por la zona y quieres visitar Cabaloria te pilla más cerca cuando vayas a La Alberca. Granadilla queda bastante más alejado.
Un cordial saludo.
Al leer hoy tu nuevo reportage me he quedado un tanto impactado......desde hace algo mas de un mes estoy planificando salida para volver a Extremadura (estuvimos el pasado mes abril)pero esta vez a las Hurdes y un amigo extremeño me recomendo acampar bien en Pinofranqueado bien en Riomalo y es alli donde ire el proximo año.
ResponderEliminarPor un memento pense que me habias leido el pensamiento y que esto era el acicate que faltaba.......el reportage como siempre intersante y clarificador,gran labor como siempre de recuperacion de la memoria de unos publos/aldeas que como siempre por uno u otros motivos se tuvieron que abandonar.espero poder disfrutar durante mucho tiempo de tus magnificos reportages aunque sea a un ritmo mas lento......de Cabaloria ya veo que casi nada esta ya visible y como dices irrecuperable,las fotos magnificas....gracias
Cabaloria francamente es irrecuperable como lo que un día fue. El estado de ruina de sus edificios es muy avanzado y ya no es posible su rehabilitación. Pero quien sabe si alguna vez se pudiera levantar un nuevo Cabaloria donde ahora languidece el antiguo.
EliminarPreciosa zona la de Las Hurdes para planificar una excursión de varios días. Hay mucho para ver y disfrutar. Y bueno, está aldea de Cabaloria te pillaría cerquita, así que podrías hacerle una visita.
Espero que sigas disfrutando de estos reportajes tan tristes pero hermosos. Hay que salvaguardar la memoria de la mayor cantidad de despoblados posibles.
Un cordial saludo.
hola faustino. que tal.
ResponderEliminarbueno. ya estamos a vueltas con los pantanos. Siempre se encuentra la forma de patear a algun pueblo. porque no hacen lo mismo con una ciudad, la expropian, la venden sus edificios emblematicos y la dejan hecha una pena como a estos pueblos.
Hola Tere.
EliminarPues si, otro pueblo tocado por la "varita mágica" de los pantanos. Un daño irreparable el que hicieron "ahogando" a tantos pequeños pueblos.
Con una ciudad ya serían palabras mayores y ese planteamiento no se produce.
Un cordial saludo.
hola,estoy haciendo el arbol genealogico de mi familia por parte de madre ,y mi abuela FRANCISCA HERNANDEZ AURIAN ,sabemos que nacio alli en 1900,y tenia 3 hermanas mas,REMEDIOS,PETRA Y MARIA,alguien me podria dar mas informacion?y que es de ellas ?
ResponderEliminarMi bisabuelo Sebastián era arriero de Peromingo, un pueblo cerca de Béjar de donde llevaban patatas, telas y otros productos y se traía de la sierra lo que no había en el nuestro (aceite principalmente). Mis tías abuelas recordaban con cariño acompañarle a veces a Cabaloria cuando eran las fiestas donde se lo pasaban muy bien y les llamaban la atención el río y sus peces (en mi pueblo en verano el río se secaba y sólo quedaban algunas pozas donde bañarse). La gente con muy poco era muy feliz en estos pueblos.
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