Pedanía de Carrascosa de Abajo, poca zona de monte tenía en su término. Aliagas, tomillo y espliego conformaban la flora del lugar.
Cada vivienda tenía su horno. Nunca conocieron la luz eléctrica en las casas. Se iluminaban con los candiles de aceite, petróleo y carburo. Para abastecerse de agua para consumo no había fuente, la cogían de dos pozos situados en las proximidades del pueblo. Para lavar la ropa las mujeres tenían que ir hasta el manantial de la Fuencaliente a 3 km. de Pozuelo.
"Empleaban todo el día las sufridas mujeres cuando les tocaba ir a lavar. Salían de buena mañana con los cestos cargados de ropa en la caballería. Se llevaban algo para comer y entre lavar, secar, ir y venir pues volvían ya por la tarde al pueblo". ANASTASIO GONZALO.
Tierras de cultivo dedicadas en su mayoría al cereal (cebada, trigo). El grano lo llevaban a moler a los molinos de Caracena, Carrascosa de Abajo o La Perera indistintamente (los molineros de Caracena subían a por el grano a Pozuelo y lo devolvían hecho harina).
La ganadería estaba basada en el pastoreo de las ovejas. Carniceros de Recuerda, Quintanas de Gormaz o El Burgo de Osma pasaban periódicamente por Pozuelo para comprar los corderos.
La lana se vendía a un comerciante de Recuerda que tenía una tienda de paños.
Había dos balsas de agua en las afueras del pueblo, pero cuando se secaban tenían que llevar el ganado a beber al río Caracena.
Se desplazaban principalmente al pueblo de Recuerda para hacer compras. Allí había hasta cuatro tiendas para abastecerse de todo tipo de productos. Tardaban dos horas en cubrir el trayecto entre ambos pueblos.
Cinco horas andando tardaban hasta El Burgo de Osma adonde acudían los sábados principalmente puesto que era día de mercado. Compraban productos de primera necesidad y también vendían excedentes de productos agrícolas y animales (pollos o cerdos).
A Recuerda, Olmillos o Ines se desplazaban para comprar vino.
Vendedores ambulantes llegados desde Recuerda, Fresno de Caracena o Villanueva de Gormaz aparecían de cuando en cuando por Pozuelo para vender su mercancía (aceite, azúcar, arroz...). A su vez compraban huevos.
San Vicente Ferrer era el patrón de Pozuelo. Celebraban las fiestas patronales en el mes de octubre.
El ayuntamiento de Carrascosa de Abajo les facilitaba seis cargas de leña con la cual hacían una hoguera en la plaza.
Una diana mañanera por las calles del pueblo daba comienzo a las fiestas. La misa y la posterior procesión eran los principales actos religiosos.
Los gaiteros de Vildé (Fórmenio y Fidel acompañados de Hipólito, hijo del primero de ellos) eran los encargados de amenizar el baile.
"A mí me tocó algunas veces ir a buscar a los gaiteros con una mula. Los esperaba en Villanueva de Gormaz y desde allí subíamos hasta Pozuelo. Cobraban unas trescientas pesetas de las de entonces por dos días. Se les daba comida y cama, dormían en la casa del que hacía de alcalde de los mozos".
ANASTASIO GONZALO.
El baile se realizaba en la plaza y si llovía en el ayuntamiento.
Era costumbre matar algún cordero, gallina o conejo para compartir con familiares y allegados en la comida.
La juventud de La Perera y Madruédano acudían en gran número a participar de las fiestas de Pozuelo. En menor número acudían también de Caracena y Carrascosa de Abajo.
El día 22 de julio hacían fiesta en honor a Santa María Magdalena. Misa y procesión apenas, pues era época de mucha faena en el campo con la siega y la trilla.
Acudían a la romería que se hacía dos veces al año en la ermita de la Virgen del Monte en termino de Caracena.
El cura subía desde Carrascosa de Abajo a oficiar misa (algunos domingos y en fiestas). Don Landelino, don Crescencio o don Antonio son algunos de los que se recuerdan.
El médico venía desde El Burgo de Osma y se le pagaba por el sistema de iguala.
En muchos casos recurrían a las buenas artes de un practicante que había en Caracena (Matasanz Escudero) que se desplazaba en un caballo.
Las medicinas recetadas iban a comprarlas a las farmacias de Fresno de Caracena o de Recuerda.
El veterinario (don Manuel) residía en Fresno de Caracena.
El cartero venía desde Carrascosa de Abajo a traer la correspondencia. Se llamaba Tranquilino Sanz y hacía el desplazamiento andando o en caballería.
Para asuntos de barbería bajaban a la peluquería de Domingo de Pedro en Carrascosa de Abajo que también regentaba una tienda de ultramarinos junto a su mujer.
Los jóvenes aprovechaban el tiempo libre para entretenerse de diferentes maneras.
"Jugábamos al frontón en la pared de la iglesia. Los domingos íbamos a La Perera o a Carrascosa de Abajo. En ambos pueblos hacían baile local y nosotros según las amistades o los intereses por alguna chica determinada íbamos a uno u otro. También practicábamos la caza. A mi no me gustaba apenas, pero mi hermano si era muy aficionado a ella. Liebres, conejos y perdices era lo que más había". ANASTASIO GONZALO.
El futuro de Pozuelo estaba echado. La ausencia de servicios básicos como la luz o el agua, las malas comunicaciones que había (solamente caminos de caballería) y la búsqueda de una mejor calidad de vida en las ciudades fueron un buen acicate para que las gentes del pueblo fueran tomando el camino de la emigración. Madrid y Barcelona fue el destino elegido por la mayoría para iniciar una nueva vida.
En los años 50 el pueblo ya había mermado mucho demográficamente y fue a últimos de los 60 cuando Pozuelo puso punto y final a su periplo de presencia humana entre sus casas.
En el mes de octubre de 1968 se vendió todo el término de Pozuelo a unos terratenientes de la provincia que lo compraron para explotación agrícola.
Cinco familias residían por aquel entonces en el pueblo y todos se marcharon a la vez:
-Enrique Hernando y María, una hija que se llamaba Glicerina y su marido (Juan).
-Benito de Pedro y Ezequiela Hergueta.
-Juan de Pedro y Trinidad Gonzalo (2 hijos).
-Victorino Hergueta y Damiana de Pedro (3 hijos).
-Juana Crespo (viuda) y Juliana Sanz (viuda).
Ellos fueron los últimos de Pozuelo.
Informante: Anastasio Gonzalo Sanz. A sus 92 años conserva una excelente memoria sobre su pueblo y una gran nostalgia por los años vividos en Pozuelo. Una primera emigración le llevó al cercano Caracena al casarse con una mujer de aquel pueblo, para posteriormente en una segunda emigración echar raíces en Madrid. Excelente e impagable informante de su pueblo natal. Memorable tarde en su casa de Madrid oyendo las vivencias y recuerdos de Anastasio sobre sus dos pueblos (Pozuelo y Caracena).
Miguel: Muchísimas gracias por tu colaboración.
Otra fuente de información: Vecino de La Perera (Conversación personal mantenida en la plaza de La Perera.
Visitas realizadas en febrero de 1996, octubre de 2009 y diciembre de 2016.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Es mi tercera visita a este derrotado lugar de Pozuelo. Los caminos de concentración parcelaria facilitan mucho el trayecto para llegar a este olvidado y solitario despoblado. La tarde es fresca como corresponde a estos días del último mes del año (y a esta provincia). El recorrido para andar es suave y no hay mucho desnivel. La visión de Pozuelo ya se presenta desde bastante antes de llegar. La imagen de la iglesia junto a un conjunto de edificios en ruinas es la primera instantánea que tiene el visitante cuando va llegando al pueblo. Está en un terreno pelado. Tenía que sufrir con frecuencia las embestidas del viento. No hay cerro que lo cobije. Todas las tierras de cultivo aledañas se presentan aradas y la presencia de algún tractor lejano es lo que rompe la quietud y el silencio del lugar. Es el único ruido que se oye. Una vez llegado a Pozuelo el silencio es abismal. No hay arbolado por lo tanto ningún pájaro puede romper con su canto el mutismo que se respira. La iglesia queda en un costado del pueblo y es la única que permanece inalterable al paso del tiempo. Todavía conserva su cubierta por lo que aguantara unos años más. No ha corrido la misma suerte el resto de edificaciones. Entrar en su calle mayor es una invitación a participar de la desolación que se ha apoderado de Pozuelo. Tuvo que ser un pueblo bonito en sus tiempos a tenor de su trazado urbano. Sencillo y pintoresco. Ahora es una amalgama de edificios caídos, no se puede entrar al interior de ninguna vivienda, todas están sin tejado, las vigas y las piedras caídas han taponado el acceso a ellas. Para colmo enseguida veo que la escuela también ha sufrido el desgaste que provocan las inclemencias meteorológicas sobre los lugares yermos, inertes. Se ha caído la cubierta y con ella el segundo piso del edificio se ha venido abajo. No tardará mucho en producirse el desmoronamiento total porque las vigas caídas están haciendo palanca sobre lo que queda de la fachada. El resto del pueblo continua igual a la anterior visita, quizá algún muro más caído, pero la estructura urbana es la misma. Alguna puerta resiste a duras penas, un ventanuco enrejado, el cuerpo de un horno, poco más. Un pueblo irrecuperable. Sin tejado la muerte de los edificios es cuestión de tiempo. Dentro de unos años solamente la iglesia quedara como elemento visible de lo que un día fue Pozuelo. Continuo visitando el pueblo en busca de detalles de interés. Me acerco a una de las balsas de agua (ya sin agua) que servían para beber los animales. Me alejo un poco del pueblo para ver como se ve desde la lejanía. No tiene buena vista por este otro lado. Diviso a lo lejos la impresionante fortaleza del castillo de Gormaz. Vuelvo hacía el pueblo y me imagino lo dura que tuvo que ser aquí la vida. El sol ya hace unos minutos que se ha ocultado. En cuestión de poco tiempo la noche caerá sobre Pozuelo. Es curioso pero la anterior visita también me pilló anocheciendo en Pozuelo. Ya son unas cuantas veces las que me ha pillado la noche visitando un despoblado. No he podido terminar de ver el pueblo como a mí me gusta (dándole dos vueltas con tranquilidad) porque la oscuridad se ha hecho presente. Me toca marchar, hay luna creciente así que me va a servir de linterna en los veinte minutos que tengo de caminar hasta el coche. El termómetro ha descendido varios grados al ponerse el sol. Si antes hacía fresco ahora es frío. La caminata me hará entrar en calor porque no voy muy bien abrigado. Me doy la vuelta de cuando en cuando para ver la silueta fantasmal de Pozuelo en la penumbra de la noche. Impone. Oscuridad y silencio. Buen dúo.
Foto cedida por José Ramón Esteban
Pozuelo a "vista de pájaro" (dron)
Año 2016. Llegando a Pozuelo.
Año 2016. La iglesia parroquial de Santa María Magdalena. De una sola nave y planta rectangular. Pequeño pórtico de acceso ya sin tejadillo. Tejado a tres aguas. Sacristía adosada al edificio a la derecha, en ruinas. Sendas ventanas de iluminación en altura buscando el sol de mediodía.
Año 2016. Imagen de la parroquial con la noche encima. En la lejanía el cielo presenta esa tonalidad característica de rojo, naranja y amarillo que supone el transito del atardecer al anochecer.
Año 2016. Interior de la iglesia. Amplia pero sencilla. El altar mayor al fondo y detrás la sacristía.
Año 2016. Interior de la iglesia. Altares laterales. Bautisterio al fondo con puerta enrejada de madera. El coro por encima y escalera de acceso al campanario.
Año 2016. Imagen de la parroquial por su lado oeste. Espadaña-campanario coronada por una veleta con dos vanos para las campanas. Por debajo óculo de iluminación. A los pies del templo bodegas subterráneas en número de cinco. Eran utilizadas para guardar vino, patatas, lana, etc.
Año 2009. Calle Mayor.
Año 2009. La casa del tío Ángel. Los últimos que vivieron en ella fue el matrimonio formado por Juan y Trinidad. Emigraron a Barcelona.
Año 2016. La escuela de Pozuelo. Se ha venido abajo el tejado y con ello la segunda planta. A la izquierda del edificio hay una puerta por donde se entraba al ayuntamiento.
Año 2009. Escuela de Pozuelo en 2009. Todavía mantenía la fachada en pie. La segunda planta era la vivienda del maestro, quedando la planta baja como aula. Desde marzo a noviembre se impartían clases de adultos por la tarde-noche. Un maestro que era natural de Vildé estuvo impartiendo enseñanza durante varios años. Se casó con una chica de Madruédano.
Año 2009. Imagen de la escuela con la iglesia al fondo.
Año 2016. Calle Mayor. La escuela a la izquierda.
Año 2016. Sencillas edificaciones que agonizan. Puerta de madera que resiste. Vigas a modo de dintel. Horno exterior adosado. Piedra a piedra se va desmoronando todo.
Año 2016. La primera vivienda que aparece entrando por el camino de Mosarejos. Piedra caliza de mampostería irregular. Piedra trabajada para formar los vanos de las ventanas. Parra seca junto a la puerta.
Año 2016. Estampa urbana.
Año 2009. Vivienda. En la actualidad ya no tiene tejado ni la planta superior.
Año 2016. Aunque no haya tejado que las proteja, ni puertas que se abran, ni ventanas que se cierren, las edificaciones se resisten a morir.
Año 2016. Calle Mayor.
Año 2016. Trasera de una vivienda con el horno anexo. La silueta oscura de la iglesia indica que la noche está a punto de caer sobre Pozuelo.
Año 2016. La fragua, situada a orillas del Navajo, una de las dos balsas naturales que había en Pozuelo. Se llenaba con agua de lluvia y servía para beber el ganado.
Año 2009. Palomares.
Año 2016. Cementerio.
Sencillamente exquisito! Un artículo exquisito! Además las fotos son excelentes. Le felicito por su labor, disfruto enormidades leyendo su cautivante prosa. Recibe usted mi felicitación y agradecimiento desde Los Ángeles California.
ResponderEliminarRecibo su felicitación con gran placer por sus hermosas palabras y por venir de un país no muy habitual en los comentarios en este blog.
EliminarMe alegra que le guste el texto (especialmente) y las fotos.
Gracias por dejar su comentario.
Un cordial saludo.
Hola Faustino,no es de extrañar que la gente fuera abandonando poco a poco el pueblo ya que carecían de lo esencia,agua y lúz,encima las mujeres tenían que andar cargadas con la ropa tres horas hasta Fuencaliente para poder lavarla,la verdad es que es una pena que sus habitantes tuvieran que abandonarlo por falta de medios e infraestructuras para poder acceder a el,una pena ya que por lo que se vé en las fotos,tuvo que ser una población bonita,menos mal que la Iglesia aún parece que aguanta aunque no creo que por mucho tiempo si no se pone remedio para restaurarla,un abrazo
ResponderEliminarPues si Roberto, eran condiciones muy duras para seguir viviendo allí.
EliminarLlegaba "el progreso" a todas partes y por estos pueblos pasaba de largo.
Si tuvo que ser un pueblo pintoresco cuando estuviera en su plenitud de vida.
La iglesia como casi siempre la última en abandonar el barco. Mientras que conserve el tejado aguantará.
Un abrazo.
Buenas noches,Faustino:pues me has evitado un viaje con tu reportaje sobre Pozuelo ,jeje.Solo he intentado ir una vez desde Mosarejos,y me lie con los caminos y al final acabé enfrente ,encima de Carrascosa a unos 500mts del pueblo;como dices solo sobresalia la iglesia en medio de un páramo inclemente.Que desolación.Muchas gracias y voleré para pasear por sus alles (o lo que queda de ellas).Un abrazo Faustino y Feliz Navidad.
ResponderEliminarHola Blas. Yo siempre he ido desde La Perera, hay algunos cruces de caminos de la parcelaria pero el pueblo se ve desde lejos. El último tramo hay que hacerlo a pie (o en todo-terreno).
EliminarNo dejes de visitarlo porque pese a su estado de ruina generalizada, hay bastantes detalles de interés todavía para sacarle provecho a la visita. Simplemente la sensación de soledad que allí se siente ya merece la pena.
Un abrazo y los mismos deseos navideños para ti.
¡Que lugar mas triste!. En fin, Faustino, aprovecho para desearte las mejores de las fiestas junto a los tuyos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarTodos los pueblos deshabitados son tristes, pero si es cierto que unos emanan una tristeza singular. En este grupo estaría incluido Pozuelo.
EliminarSu soledad, su ubicación, la decadencia de sus edificaciones, la ausencia de señal humana alguna, todo ello contribuye a dar esa carga extra de melancolía y aflicción a este pintoresco pueblo.
Los mismos deseos navideños para ti.
Un abrazo David.
Da muchísima pena leer estas cosas y a través de tus palabras "conocer" a esa gente que un día tuvo que abandonar su hogar; pero claro, en esas condiciones no debía de ser nada fácil la vida allí. No tenía ni idea de la existencia de Pozuelo, y eso que por Fuencaliente sí he pasado en muchísimas ocasiones... Para la próxima vez quizá me anime a hacerle una visita a este pueblo.
ResponderEliminarIgual ya lo he comentado en algún otro pueblo, pero cada vez q públicas algún pueblo soriano me viene a la memoria un libro q nos hicieron leer los Maristas; La Sierra del Alba. Un viaje por una inexistente sierra soriana en la q el protagonista va conociendo los últimos habitantes de unos pueblos, y las ruinas de otros.
ResponderEliminarHola,la misma historia me a contado un señor de Pozuelo que acaba de cumplir 95 años,espero algún día conocer el pueblo.
ResponderEliminarGracias por el post. No he subido hasta Pozuelo pero en cuanto tenga ocasion lo haré. Se lo debo a mi familia materna y a mi abuelo centenario, León Hergueta Campanario. De él conocí historias de la familia fundadora del lugar, de su infancia en su pueblo hasta que se casó con una chica de Carrascosa de Abajo, mi abuela Victorina Crespo. De mi abuelo habia oído la historia de Pozuelo como Mayorazgo o Señorío, de sus diezmos reales,de sus origenes norteños y del destierro del primer Hergueta, entonces Elgueta, por parte del Rey navarro y su periplo burgalés primero y soriano después, donde ya echaron raíces pozulanas. Gracias y saludos.
ResponderEliminarPor cierto, muchos de esos últimos apellidos que poblaron Pozuelo forman parte del árbol genealógico familiar (de Pedro, Crespo, Hergueta, Gonzalo...). Y también muchos nombres visigodos (León, Leovigildo, Restituto, Atanasio, Hilarión...)
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