Perteneciente al municipio de Munilla, se sitúa sobre un elevado promontorio flanqueado por dos barrancos: La Cárcara y Fuentemarin.
Inviernos largos y fríos padecían en esta abrupta población que nunca conoció más que caminos de caballería para llegar hasta sus muros.
"Había abundante leña en el monte para calentar las casas. La mayoría tenían lumbrero en la cocina donde se hacía la lumbre. Algunas viviendas tenían cocina económica.
En los días más crudos caían unas nevadas tremendas que apenas podías salir de casa. Los padres tenían que abrir camino en la calle para que pudiéramos ir a la escuela. Había que tener muchas provisiones de paja y alfalfa para los animales y así se les alimentaba sin salir de las cuadras". NIEVES MARTÍNEZ.
Las casas estaban orientadas unas hacía el este y otras hacía el sol de mediodía para combatir el cierzo del Norte y el viento de Poniente que llegaba de Nido Cuervo.
San Vicente estaba conformado por algo más de cincuenta viviendas, contando con un número aproximado de trescientos habitantes a principios de siglo XX.
Tierras ásperas y duras para la agricultura, su producción se basaba en el trigo, con la cebada en menor medida.
Bajaban a moler el grano a la fábrica de harinas de Enciso.
Más importancia tenía la ganadería como es preceptivo en las zonas de alta montaña.
Las ovejas y las cabras eran la base sobre la que se sustentaba la ganadería. Contaban con el inconveniente de tener en algunos casos los corrales y majadas a bastante distancia del pueblo, en ocasiones hasta una hora de camino, problema que se acrecentaba en invierno con las nevadas y el mal estado de los caminos.
Valeriano de San Pedro Manrique fue durante muchos años el cabrero del pueblo y dejó un grato recuerdo en la memoria de las gentes de San Vicente.
Los carniceros de Munilla subían periódicamente a San Vicente a abastecerse de corderos y cabritos.
Pero el gran aporte extra a la economía de las casas llegaba por medio de los jornales que ganaban hombres y mujeres en las fabricas textiles y de calzado que había en Munilla.
"Cuando yo iba a trabajar a las fábricas de Munilla bajábamos unas ocho o diez personas. Los caminos estaban mejor cuidados que ahora y no se tardaba tanto en bajar. Llevábamos la comida de casa y comiamos en la fábrica o en una era si hacía buen tiempo. Por la tarde vuelta para San Vicente". NIEVES MARTÍNEZ.
Algunos hombres también tenían buen trabajo en la construcción y eran muy reclamados desde Munilla.
En los años cincuenta algunos jóvenes sanvicenteños iban a trabajar a la inacabada carretera que habría de comunicar Munilla con Robres del Castillo. Ganaban 18 pesetas al día a costa de un duro trabajo y de realizar un considerable trayecto monte a través desde su pueblo hasta el tajo (por el lado de Robres). La desaparición de las fábricas textiles de Munilla provocó la falta de interés en continuar con el trazado de la carretera que hubiera acortado mucho las distancias con Logroño.
Desde 1924 contaron con luz eléctrica en el pueblo proveniente del molino Gil de Las Ruedas de Enciso. Solo hasta el año 41 contaron con este gran adelanto de la electricidad. En ese año unos fuertes vientos huracanados causaron graves destrozos en el pueblo, entre ellos toda la instalación eléctrica, por lo que las gentes hubieron de volver a las velas y los candiles de aceite o carburo.
Quince años estuvieron sin esta modernidad que hacía un poco más confortable la vida en San Vicente, hasta el año 56 cuando por segunda vez llegó suministro eléctrico al pueblo. La empresa suministradora fue la Hidroeléctrica del Moncayo y llevó la luz desde Munilla.
Pero en el año 68 hubo un nuevo corte de suministro y esta vez definitivo. En ese año había mermado muchísimo la población, apenas quedaban unos pocos vecinos, por lo que la empresa suministradora no consideraba rentable el mantenimiento. Por segunda vez tuvieron que emplear los candiles para poder alumbrarse. La suerte ya estaba echada y en poco más de tres años ya no iba a hacer falta ningún tipo de aparato de iluminación.
"Cuando no había luz, utilizábamos los candiles de carburo en las cuadras, en la cocina el candil de aceite y en las habitaciones una palmatoria con una vela. También disponíamos de faroles que eran muy prácticos si había que salir a la calle de noche por algún motivo. Y la plancha de hierro de modelo chimenea era la que se usaba.
Cuando pusieron la luz eléctrica fue un gran cambio para el pueblo. Era un gran avance. Recuerdo esos días a trabajadores de la compañía haciendo las instalaciones en las calles y en las casas. Cuando estuvo todo listo fue como dar un salto en el tiempo. Luz en las viviendas, plancha eléctrica y alumbrado público en las calles. El primer día como era una novedad nos encantaba darle a la llave para ver como se encendían las bombillas". NIEVES MARTÍNEZ.
Hasta 1932 tuvieron cura residente en el pueblo en la persona de don Enrique, natural de Arnedillo, vivió en la casa rectoral en compañía de su madre y una hermana.
Desde ese año los sucesivos sacerdotes subían a oficiar los actos religiosos desde Munilla. Don Eladio, don Sergio y don Germán fueron algunos de los que les toco realizar tal cometido en años subsiguientes.
El médico venía desde Munilla cuando algún enfermo lo necesitaba. Don Isidro y don Fernando son algunos de los que se recuerda. Don Antonio, el practicante también subía desde el mismo pueblo.
José Gil era el cartero. Bajaba por las mañanas hasta Munilla donde trabajaba en la fábrica de calzado Subiran y cuando subía a San Vicente repartía la correspondencia.
Para realizar compras se desplazaban a Munilla donde previamente llevaban excedentes agrícolas y animales de granja para su venta debido al gran volumen de población que había en aquel pueblo por el auge de las fábricas.
Para abastecerse de vino se desplazaban con caballerías hasta el pueblo de Herce. Tres horas de ida y otras tantas de vuelta.
Periódicamente subían vendedores ambulantes desde Munilla para abastecer a los sanvicenteños de productos de primera necesidad que no hubiera en el pueblo.
"Por aquí subía Julián el de la Caminera, le decíamos así porque era como se llamaba la tienda que tenía en Munilla. Cuando llegaba al pueblo ya le oíamos vocear: Ha subido Julián el de la Caminera y las mujeres salían a comprar lo que necesitaran. Venía con una caballería. Con caballerías subían también los Quintos desde Munilla vendiendo telas. Montaban la tienda en el salón de baile. Y también subía Patricio vendiendo pescado.
Si alguna cosa se acababa y no subían vendedores se prestaban entre las vecinas".
NIEVES MARTÍNEZ.
El patrón del pueblo era San Vicente mártir al cual celebraban fiestas el 22 de enero.
La víspera se preparaba una gran hoguera en la calle de la iglesia con leña que previamente habían recogido los jóvenes por las casas. Después de cenar era cuando se encendía, pasado un tiempo cuando ya se había consumido, se rastrillaban las brasas y era el turno de los más atrevidos que descalzos y llevando a una persona montada a caballo pasaban por encima. Los que ya sabían pisar y tenían experiencia no se quemaban pero los novatos o los asustadizos si, aunque nunca se quejaban.
Al día siguiente tocaba la diana mañanera con los músicos recorriendo las calles del pueblo.
A las doce era el gran volteo de campanas que anunciaba el comienzo de la misa mayor que era cantada por los mozos y mozas.
Acto seguido llegaba la procesión con el Santo al que le ponían cuatro roscos grandes que posteriormente se subastaban. Había años que no se podía realizar la procesión porque al ser en enero una considerable capa de nieve cubría las calles del pueblo.
Después breve ronda con los músicos por el pueblo para marcharse cada uno a su casa a comer.
"Las madres tenían buen trabajo esos días preparando los guisos para dar de comer a todos los presentes. Normalmente se hacían cazuelas de conejo o de pollo y también productos de la matanza. Además se hacían muchas rosquillas para las fiestas ¡y que buenas estaban!
Me acuerdo además cuando me daban dinero para comprar chuches al Tasín de Munilla que subía con su maleta cargada de dulces".
NIEVES MARTÍNEZ.
Por la tarde quedaba el baile en el salón situado debajo de la escuela que se usaba para estos menesteres.
Al otro día quedaba la fiesta chiquita. Era el día de los mozos. Había costumbre de ir pidiendo por las casas, donde les obsequiaban con morcillas, chorizo, chumarro, huevos, alguna botella.... y se sorteaba posteriormente en que casa se daría cuenta de una opípara cena con todo lo obtenido.
Los músicos venían desde el pueblo de Santa Eulalia Somera. La semana anterior se había sorteado entre los mozos a quien les tocaba darle cama y comida.
A principios de los 50 Adolfo Pellejero que había estudiado solfeo enseñó a varios jóvenes del pueblo a tocar instrumentos y así crearon una orquestina (dos clarinetes, saxofón, trompeta y batería). Aparte de tocar en las fiestas del pueblo eran solicitados en diversos pueblos de los alrededores.
De Munilla era de donde subía la mayor parte de los jóvenes forasteros. En menor medida lo hacían algunos de Valtrujal, Ribalmaguillo, Oliván, La Santa....
El primer fin de semana después del 1 de junio celebraban la fiesta de la virgen de Arriba, donde hacían una misa, una procesión y una subasta de las roscas que previamente se habían puesto en las andas.
En septiembre tenían la fiesta de Acción de Gracias cuando ya se habían terminado las faenas de la recolección de las cosechas. Repetían los mismos actos que en las anteriores fiestas.
Muy celebrada también en San Vicente de Munilla era la Semana Santa.
Se hacía la procesión el Jueves Santo por la tarde, previamente se había subastado quien había de llevar la cruz grande de madera así como el pendón o diversos palos.
En los años en que no había luz las gentes sacaban a las puertas de sus casas los candiles o faroles con velas para que estuviera bien iluminadas las calles por donde iba a pasar la procesión.
El Sábado Santo por la noche los mozos ponían ramos de flores blancas de cerezo en las ventanas de las mozas.
Finalizaban estas fiestas religiosas con el domingo de Pascua donde se hacía la quema del Judas, muñeco vestido con ropa vieja y relleno de paja que colgado de un alto en la calle se le prendía fuego.
No podía faltar en los meses de noviembre y diciembre el ritual de la matanza con todo el preparativo que llevaba y su posterior elaboración. Gran unión y armonía entre familiares y vecinos quedaba patente en estas fechas.
Los mozos también sacaban provecho de ello, pues pasados unos días iban por las casas donde habían hecho matanza, con la guitarra y acordeón delante de cada casa cantaban algunas estrofas:
A ti te digo María
que no te hagas de rogar
que nos bajes la morcilla
para irnos a cenar.
Con lo obtenido hacían una cena acompañado de buen vino en alguna casa para continuar la noche con juegos de cartas.
Aunque no había mucha diversión en San Vicente, los domingos cada uno se las buscaba de cualquier manera.
"Algunos jóvenes se bajaban a Munilla a pasar la tarde o se echaban unos partidos de pelota en el frontón. Los niños jugaban al fútbol en el frontón. Luego también jugábamos a la taba o al escondite.
En invierno nos juntábamos varias niñas en una casa, allí merendábamos y jugábamos a las cartas o al parchís".
NIEVES MARTÍNEZ.
Como fechas reseñables en el anecdotario del pueblo en los últimos años se pueden señalar:
-El 25 de diciembre de 1940 cayó una nevada memorable y los termómetros bajaron hasta -16º.
-El 15 de febrero de 1941 un fuerte viento huracanado se llevó por delante varios tejados e hizo numerosos destrozos en varías viviendas.
-1961 queda señalado como el año en que se produjo el último nacimiento que hubo en San Vicente. Fue el de Begoña Pellejero Reinares.
-En 1986 se construyó la pista desde Munilla a San Vicente.
-El 19 de junio de 1988 se volvió a celebrar después de veinte años la fiesta de la Virgen de Arriba.
Aldea Merujil
Baididillo
Barba Ciervo
Barranco Aidillo
Barranco Los Huertos
Collado Merino
Corrales Blancos
El Frontal
El Hoyo
El Ombrigüelo
El Pilanco
El Valle
Fuente Bajo
Fuente Celemín
Fuente El Roble
Fuente La Mienta
Fuente La Zarza
Fuente Marín
Hoya Caballo
Hoya La Vieja
La Condesa
La Hombría del Prao
La Majadilla
La Pelandre
La Rade
La Solana
Los Cabezos
Los Marines
Los Morales
Motico Ciego
Peña Maiserrano
Peñalen
Revilla Al Hombro
Revilla Castilla
Vallejo Lava
Viarduña
**Son algunos topónimos de lugares comunes de San Vicente que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
En 1950 aún vivían en San Vicente de Munilla alrededor de 250 personas, pero a partir de aquí el declive de población fue vertiginoso, quedándose vacío el pueblo en poco más de veinte años.
¿Y qué pasó para que un pueblo relativamente grande se despoblara tan rápidamente?
Los motivos habría que buscarlos en varios factores pero el más primordial fue la decadencia de la industria textil y del calzado en Munilla que afectó sobremanera a San Vicente y a numerosos pueblos de la comarca. Las fabricas fueron trasladadas a Arnedo y a Logroño donde se daban mejores condiciones para seguir realizando dichas actividades, con lo que varios sanvicenteños se quedaron sin trabajo, además Munilla perdió drásticamente gran parte de su población, lo que de rebote repercutió en los pueblos de alrededor al no tener ya quien les comprara productos agrícolas ni animales de cría. A ello se le añade el aislamiento que tenía San Vicente sin una mísera pista de acceso que permitiera hacer desplazamientos con más comodidad, la dureza del clima, el poco rendimiento que se le podía sacar al terreno, el efecto dominó en que unas personas fueron arrastrando a otras hacía la emigración. Todo ello fue la combinación perfecta para que San Vicente de Munilla se quedara totalmente despoblado en el año 1971, con la marcha de los últimos que allí quedaban; el matrimonio formado por Victoriano y Manuela.
"Mucha pena entre las gentes cada vez que se cerraba una casa en el pueblo, aunque era algo que se tenía asumido al ver como iban echando el cierre las fábricas de Munilla. Nosotros nos fuimos a Logroño animados por unos amigos de mis padres. En aquellos años no era difícil encontrar trabajo en la capital. Nos vinimos toda la familia y también la abuela, por lo cual ese día se cerraron dos casas a la vez en el pueblo, la nuestra y la de mi abuela. Vendimos el ganado y nos trajimos todo lo que pudimos para acá. Muebles, cacharros, ropa... todo lo que nos era de utilidad. Lo bajamos hasta Munilla en caballerías y aquí Florían, un transportista nos lo trajo en un camión hasta Logroño".
NIEVES MARTÍNEZ.
Los sanvicenteños se marcharon principalmente a Logroño, Calahorra, Arnedo, al pueblo navarro de San Adrián y Barcelona. En una primera oleada migratoria en los años 30 y 40 varias familias se habían bajado a vivir a Munilla e incluso algunas dieron el salto hasta América.
A partir de aquí llegaron años de olvido y soledad para el precioso pueblo de San Vicente y no podía faltar la eterna cantinela común a todos los despoblados: un expolio cruel y vergonzoso.
En la década de los 80 se abrió una pista para acceder a los yacimientos paleontológicos cercanos de Peña Portillo y barranco de La Canal con lo que se aprovechó para hacer un rudimentario desvío al pueblo por medio de un carretil.
Acceso que sirvió para que el pueblo comenzara a verse invadido por una serie de hippies o neo rurales llegados de diversos puntos de España y del extranjero, intentando en algunos casos la cesión o arriendo de las casas, en otros casos ni eso, se metieron directamente en las casas mejor conservadas, lo que supuso un conflicto constante con los legítimos dueños de las viviendas.
En la actualidad hay un número aproximado de siete neo rurales viviendo en el pueblo, aunque tienen una población muy fluctuante. En sus primeros años llegó a contar con 30 personas residiendo en el pueblo de manera discontinua.
En el año 1988 se creó la Asociación Cultural "Amigos de San Vicente de Munilla" por medio de varias personas nacidas en el pueblo para tratar de reconquistar su lugar de origen y que no se perdiera la memoria de San Vicente recuperando sus tradiciones y costumbres. Se pusieron manos a la obra y con un empeño entusiasta y vital fueron consiguiendo mejoras en los sucesivos años: el arreglo de la pista (con la colaboración de la Consejería de Medio Ambiente), rehabilitar el edificio de la escuela como salón de juntas, restauración de las dos ermitas, rehabilitación de algunas casas, instalación de placas solares, mantenimiento de todos los edificios así como recuperar el día de la fiesta en el mes de junio realizando una jornada de convivencia y confraternización con numerosas actividades.
Fuentes de información:
-Libro "San Vicente de Munilla, la aldea abandonada y sus gentes" de Abel Marrodán Pellejero y Carmelo Mazo Gil.
-Conversación personal mantenida en la ermita de Santa Ana (La Santa) y posteriormente por correo electrónico con Nieves Martínez Santolalla, antigua vecina de San Vicente.
-Vecino de Munilla (Conversación mantenida en una calle de su pueblo).
Visitas realizadas en mayo de 1995, marzo de 2008 y mayo de 2014.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Es mi tercera visita a este maravilloso deshabitado. Me sigue cautivando la belleza de este pueblo tanto como el día de mi primera visita. En especial esa plaza mayor impresionante, que me dejó prendado la primera vez que la vi hace ya veinte años. Cuando entras por la calle de detrás de la iglesia y te das de bruces con esta plaza la sensación es indescriptible; sorpresa, emoción. Poco ha cambiado; su forma cuadrada, su fuente en medio, sus preciosas casas asoportaladas y una sensación embriagadora de tristeza porque imaginar esta plaza en plenitud de vida tenía que ser increíble. Pero es una autentica maravilla. Si me cautivó en su momento la belleza que emanaba la calle principal de Las Ruedas de Enciso la primera vez que la vi, lo mismo puedo decir de esta plaza. Fue un flechazo instantáneo a mi retina. Puedo afirmar que es la plaza mayor más hermosa que he visto en todos los despoblados que he visitado (siempre viéndolo desde el lado ruinoso se entiende). La cámara no se cansa de disparar, hay diversos ángulos para enfocar.
Visito la cercana iglesia, se le ha caído parte del techo y su interior presenta ruina total. Una colonia de córvidos se han hecho los amos del interior y están inquietos con mi presencia. Revolotean constantemente a la vez que emiten graznidos ensordecedores.
Salgo de la iglesia y recorro el pueblo por la calle principal que lleva hasta las eras de arriba. Preciosa calle. Veo a una persona que entra y sale de una casa pero no repara en mi presencia, en el lavadero veo a otra persona que tampoco parece hacerle mucha gracia mi presencia. Pero bueno ellos a lo suyo y yo a seguir disfrutando de la belleza de este pueblo. Me acerco hasta la ermita de la Virgen de los Dolores, cuidada con mimo. Se nota el buen trabajo de los hijos del pueblo por mantener sus emblemas más notorios. Desde allí la perspectiva del pueblo es muy bonita con los bancales otrora cultivados por debajo del pueblo. Entro otra vez al pueblo por una estrecha calle, algunas casas arregladas y aparezco otra vez en la plaza. Y es que no me podía ir sin ver una vez más este sorprendente reducto cuadrangular que tanto me seduce.
San Vicente de Munilla en 1995.
San Vicente de Munilla. Año 1995.
Panorámica del pueblo por la pista de llegada. Disposición alargada sobre la loma adaptándose al terreno. Precioso perfil.
Una de las entradas al pueblo. Precioso encuadre. La de la derecha era la casa de Victoriano y Manuela. Fue la última que se cerró en San Vicente. Se marcharon a Logroño.
Calle de la Iglesia.
Entrando a la plaza Mayor. Casas asoportaladas. Fuente. ¡Impresionante! No hay palabras para describir la primera visión. En la casa más alta vivía el matrimonio formado por Juan e Isabel. Tuvieron cuatro hijos. Emigraron a Logroño.
La casa de la derecha la habitaban Julio y María. Tuvieron tres hijos. Se fueron para el pueblo navarro de San Adrián.
Otra entrada a la plaza. Soportales. Fuente en el medio. Edificios en los cuatro lados.
La plaza desde otro ángulo. Fuente.
A EXPENSAS DE D. BLAS MORALES PEREZ Y DE SU ESPOSA Dª BLASA RUIZ DE VELASCO MARTINEZ. Mayo de 1900.
"Era raro no coincidir con alguien cuando ibas a llenar el cántaro o el botijo. Allí nos quedábamos un rato charlando o jugando, eso hacía que llegaras un poco más tarde a casa con el agua pero las madres ya lo sabían que nos habíamos entretenido en la plaza. Cuando coincidías con los mayores te daban conversación y buenos consejos. Les ofrecías llevarles el cántaro hasta su casa lo cual lo agradecían mucho y lo tenían en cuenta cuando ibas pidiendo el aguilando en Navidad". NIEVES MARTÍNEZ.
"Vista aérea" de la plaza.
Soportales de la plaza.
Desde los soportales.
La iglesia parroquial de San Vicente. Se aumentó la altura de la espadaña y se la cerró por detrás con una torre. La campana grande que tenía en la actualidad se encuentra en el monasterio de Valvanera.
Nave central de la iglesia. Capillas laterales. Presbiterio al fondo. La bóveda se ha hundido. Pila de agua bendita junto a la entrada.
Bajo el coro, escalera de acceso y pila bautismal.
Ermita de la Virgen del Amor Hermoso, conocida popularmente como Virgen de Arriba.
Escuela de San Vicente. Estaba situada en la planta de arriba, quedando la planta baja como salón de baile. Actualmente es la sede de la Asociación Amigos de San Vicente de Munilla.
"Se subía las escaleras y había un pasillo donde estaba la puerta para entrar. El aula hacía forma de escuadra. A la izquierda quedaban los más pequeños y en el otro lado los mayores en sus pupitres, quedando de frente la tarima donde estaba la mesa de la maestra y detrás el encerado donde nos ponía los apuntes.
Alrededor de veinte o veintidós niños y niñas asistíamos en aquellos años.
Durante los años que yo fui a la escuela solo conocí una maestra, se llamaba Marcelina Pérez, era riojana, creo que de Briones. Fue muy buena maestra, la queríamos mucho igual que ella a nosotros.
No había casa de maestra y vivía de patrona en casa de Juan y Emilia, cuando estos se marcharon a Logroño pasó a vivir a casa de María Gil que era viuda".
NIEVES MARTÍNEZ.
Placa en azulejo con el nombre del pueblo.
Calle del Sol.
Lavadero.
"Tengo el recuerdo de ver a cinco o seis mujeres lavando a la vez. Si eran bien avenidas se contaban unas a otras sus problemas y hablaban de lo que acontecía en el pueblo. Se ponían de rodillas en un cojín sobre un cajón de madera y a lavar. Como había dos pozas, en la de la izquierda se enjabonaba la ropa y se frotaba y luego pasaban a la otra poza donde se aclaraba la ropa para posteriormente llevarla a tender para que se secara. Tengo que decir que gracias a éste sacrificado trabajo de nuestras madres todos los hijos íbamos limpios como los chorros del oro". NIEVES MARTÍNEZ.
Calle del Sol.
Calle del Sol.
Calle del Sol.
Cualquier tramo de calle es muy sugerente y atractivo. Por aquí se entraba al pueblo cuando se subía desde Munilla.
En la casa del balcón vivían José y Matilde. Tuvieron tres hijos. Emigraron a Calahorra.
La casa de la derecha la habitaba el matrimonio formado por Manuel y Petra. Tuvieron dos hijos. Se bajaron a Munilla.
Tejados de San Vicente.
Calle del Cantón.
Confluencia de calles. Por la izquierda la calle Abajo, a la escuela, por la derecha la calle Estrecha, a la plaza. Edificio que compartía varias funciones: fragua, taberna y barbería. A la fragua se entraba por la izquierda (calle Abajo) y a la taberna por la derecha (calle Estrecha).
Era de trillar.
Ermita de los Dolores. A cuatrocientos metros del pueblo.
Imagen de San Vicente desde la ermita. Bancales por debajo del pueblo creados para sacar todo el rendimiento posible al terreno en una ingente y laboriosa tarea del hombre durante años.
Muy interesante, con tu permiso enlazo tu entrada a la mía de San Vicente. A ver si a la próxima vez que vengas por La Rioja nos encontramos callejeando por algún despoblado.
ResponderEliminarPor supuesto que puedes enlazar la entrada, faltaría más. Todavía tengo que visitar la Rioja en varias ocasiones, así que perfectamente podemos coincidir en algún despoblado.
EliminarSaludos.
Muy bonito San Vicente , Faustino , e interesantísima la historia y tu conversación con Santiago Pena último habitante de L´ Estall. Gracias.
ResponderEliminarGuillermo
Precioso San Vicente amigo Guillermo. Muy atractivo y fotogenico.
EliminarLa estancia en L´Estall con su último habitante es de las que no se olvidan, quedan para siempre en el recuerdo.
Un abrazo.
Yo conocí San Vicente en 1960, vivía en Munilla pero subí a las fiestas y conocí al cura ya la maestra. Mi madre era la farmacéutica de Munilla. Como estaba tan cerca de Munilla, subí muchas veces. Era un pueblo de gente maravillosa.
EliminarHola de nuevo,Faustino,vistas las fotografías de San Vicente,tuvo que ser un pueblo bonito donde los hayan,llama la atención esa plaza cuadrada con la fuente en medio acompañada de esos bonitos soportales,como siempre una lástima que pueblos así queden abandonados,yo estuve ayer por segunda véz visitando el también bonito Barrio de la Estrella,en Mosqueruela,en Teruel,me alegró ver que se está restaurando alguna vivienda que antaño estaba abandonada,pués nada,como siempre todo un placer vér tus bellas imágenes y disfrutar de tus detalladas explicaciones,un abrazo
ResponderEliminarA día de hoy es un pueblo muy atractivo. Tiene un trazado urbano esplendido, una iglesia, dos ermitas, un notable número de viviendas en buen estado y una plaza mayor en ruinas pero fascinante. Un cóctel mágico para hacer de San Vicente un deshabitado de primera categoría.
EliminarMaravilloso el pueblo de La Estrella, buen sitio elegiste para ver. Me encantó. Solo lo he visitado una vez y fue hace quince años o quizá más, así que quiero volver próximamente a visitarlo, espero no tardar mucho.
Un abrazo Roberto.
Hola Faustino:
ResponderEliminarmagnifica entrada y unas fotos preciosas, la canción que los mozos del pueblo iban cantando por las casas donde se hacían las matanzas del cerdo, muy original. así ya sacaban de estas buenas personas para hacerse la cena.
Un abrazo
Todo era de mucha sencillez, pero.... ¡que maravillosa sencillez!
EliminarGracias Conchi.
Un abrazo.
El azulejo con el nombre del pueblo y el partido judicial es de los pocos letreros que existían en los pueblos y aldeas a finales del siglo XIX y principios del XX. Aún hay algunos que los conservan, como en este caso, lo que le otorga un valor añadido. Preciosa la Plaza Mayor con sus resabios de arquitectura rural norteña.
ResponderEliminarComo siempre, tu trabajo de investigación es muy completo y preciso. Esa vidilla que se ve que existió entre San Vicente y los pueblos de su alrededor está perfectamente plasmada en el texto.
Amigo Faustino, enhorabuena y un abrazo desde Huelva.
Dependencia tenía muchísima de Munilla. Las fabricas trajeron el auge a Munilla y de rebote a los pueblos de alrededor. Cuando se llevaron esas fabricas, Munilla entró en decadencia y esto rebotó de nuevo sobre los pueblos cercanos pero esta vez en sentido negativo.
EliminarDe 1860 datan estas placas de azulejos nada menos. Un real decreto las obligó a poner.
Pero fíjate que ya he visto más de estas en algunos deshabitados. Maltrechas y resquebrajadas pero han sobrevivido a la barbarie del destrozo y el saqueo.
Un fuerte abrazo Antonio.
Muy interesante la entrada y el pueblo es precioso. Lástima su abandono. Gracias por compartir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Se daban muchos condicionantes para que este pueblo fuera presa del abandono. El pueblo es precioso y afortunadamente esta levantando levemente la cabeza.
EliminarUn abrazo Rubén.
Muy interesante el articulo sobre San Vicente,Faustino;estuve hace no mucho y la verdad que esun pueblo especial..Gracias por las imagenes y sobre todo por el calor humano,que te hacen ver las ruinas con otra vision..;lo de La Santa ,compañero ,no tiene nombre,que cúmulo de desgracias,despues del dia que llevabas ,estaba esperando que le hubiese pasado algo al coche,pero afortunadamente bajaste con bien para abajo.Un abrazo
ResponderEliminarYa sabía yo que tu eres asiduo de San Vicente siempre que tienes ocasión como buen conocedor de la zona. La belleza no se puede dejar de lado.
EliminarPues no afortunadamente el coche estaba allí esperándome sin ninguna incidencia, ya hubiera sido la guinda que coronara el pastel que no hubiera arrancado o algo parecido. Por ese día ya tuve bastantes contratiempos.
Son días aciagos que se manifiestan de vez en cuando.
Un abrazo Blas.
Hola Faustino: vistas las imágenes se ve un pueblo precioso, como para pasar unas vacaciones. La abundancia del agua es lo que más envidio, pero unos por unas cosas y otros por otras, los hemos dejado fuera de la circulación. Menudas peripecias, experiencias y aventuras.
ResponderEliminarSon de lo más atractivos pero se pueden convertir en un peligro cuando se visitan en solitario. El trabajo es inmenso espero que te compense andar por esos andurriales. Un abrazo
ISS
Pues si, sería un pueblo precioso para pasar unos días de vacaciones y desconectar del ajetreo de la ciudad.
EliminarLlevas gran parte de razón en la segunda parte del comentario.
Todo este trabajo es por amor al arte, así que como verás no me compensa económicamente pero si mucho emocionalmente.
La soledad es muy buena compañera para visitar estos lugares pero según en que situación no lo es tanto.
Un abrazo amiga Irene.
Muy interesante tu blog buenísimos artículos e imágenes impresionantes. que bueno que haya personas como tu comprometidas con la historia de los pueblos que todavía tiene algo que contar. me imagino con el gusto que lo haces.
ResponderEliminarsaludos desde Guadalajara Jalisco
Con muchísimo cariño y sentimiento están hechos todos los reportajes.
EliminarSi te apasiona lo que haces el texto sale solo.
Muchas gracias por tus elogiosas palabras Daniel.
Saludos.
Como tu soy un enamorado y me ha encantado tu blog. Gracias por mantener el recuerdo. Ahora estoy preparando una entrada de Pinyeres. Ya te la enviaré.
ResponderEliminarUn abrazo.