Pequeña población situada sobre un cerro en el margen izquierdo del barranco Vadillo en las estribaciones de la sierra de la Hez.
Tenía la particularidad de que su casco urbano pertenecía a Munilla y los terrenos circundantes (fincas, montes, caminos) pertenecían a Arnedillo, lo que se viene a llamar enclave geográfico.
"Cuando me tocó hacer el servicio militar me llamaron por los dos pueblos:
por Munilla y Arnedillo". ANTONIO PÉREZ.
Siete casas llegaron a componer en tiempos lejanos Antoñanzas reducidas a tres a principios del siglo XX. (A últimos del siglo XIX contaba con 40 habitantes).
Las tres casas pertenecían a la misma familia puesto que una de ellas era habitada por los abuelos Bernardo Pérez y Laureana Blanco, quedando las dos restantes para dos hijos del matrimonio, Narcisa y Anastasio, casados con sus respectivos cónyuges, ella con Saturnino y él con Felipa (los dos provenientes del pueblo de Oliván).
Nunca conoció Antoñanzas la luz eléctrica, los candiles de carburo fue la mejor fuente de iluminación que llegaron a disfrutar.
Tierras dedicadas al cultivo de cereal (trigo, cebada, centeno) y al pastoreo de las ovejas y cabras.
Los corderos se vendían a los carniceros de Arnedillo. Mucha fama tenían los quesos que se elaboraban en Antoñanzas. Se vendían muy bien en Munilla donde había mucha población debido a las fabricas textiles.
"Los quesos casi nos los quitaban de las manos nada más entrar en Munilla, había muchas familias viviendo allí del textil pero como solo vivían del sueldo cualquier producto del campo que les llevaras lo compraban bien, como era el caso también de huevos y pollos". MARÍA LATORRE.
A moler el grano iban indistintamente a Oliván, Robres o Munilla. Pero en época de penurias también se daban amargas circunstancias, fiel reflejo de la situación de aquellos años.
"En la postguerra venían los guardias civiles haciendo la ronda por los caminos y si llegaban de noche a Antoñanzas tenías que prepararles un buen alojamiento y cena para que pernoctaran allí. Pero luego estos mismos guardias si te veían al día siguiente llevando el trigo de estraperlo a moler te denunciaban".
MARÍA LATORRE.
Santa Lucia era la patrona de Antoñanzas y a ella la celebraban fiesta el 13 de diciembre. Acudía la juventud de Arnedillo, San Vicente, Peroblasco y Valtrujal, así como muchos devotos de Munilla pues la santa era patrona de los ciegos y enfermos de la vista y la tenían mucha fe.
Se hacía una misa, procesión, la subasta del rosco y de alguna cesta con frutas, normalmente peras y manzanas.
En las dos casas se mataban varias ovejas y corderos y nadie venido de fuera se quedaba sin comer, no faltaba a los postres el arroz con leche.
Por la tarde noche se realizaba el baile en un corral grande bien acondicionado para la ocasión con paja limpia recubriendo el suelo. Los músicos de Arnedillo solían ser los encargados de amenizar el baile.
Para San Antonio el 13 de junio celebraban una segunda fiesta. Este día el baile se celebraba en una era.
El cura subía desde Peroblasco. Había que bajar con una caballería para que se desplazara hasta Antoñanzas. No se celebraba misa más que el día de la fiesta y en alguna celebración especial.
El médico llegaba desde Munilla aunque en muy contadas ocasiones, lo mismo que el practicante.
"El practicante no quería subir porque le pillaba muy lejos así que nos enseñó a nosotras a poner las inyecciones". MARÍA LATORRE.
La correspondencia la recogía cualquier vecino cuando bajaba a Arnedillo.
A la escuela bajaban unos a la de Arnedillo y otros a la de Peroblasco.
"Nosotras teníamos una tía en Arnedillo, allí comíamos y si a la tarde hacía muy mal tiempo nos quedábamos allí a dormir, aunque mis hermanas y yo preferíamos subirnos a Antoñanzas". MARÍA LATORRE.
Para hacer compras también bajaban a Arnedillo y en algunas ocasiones a Munilla.
"Los domingos bajábamos la leche a vender a Arnedillo a unas casas que ya teníamos concertadas, hubo un día que no tenía yo muchas ganas de bajar porque estaba el tiempo desapacible, de mala gana pero bajé, el camino es pedregoso y además de piedra resbaladiza cuando llovía, pues tuve la mala suerte de resbalar y caer al suelo con lo que el cántaro de la leche se hizo añicos. ¡La que me cayó al llegar a casa por parte de mi madre! pero el infortunio hizo que fuese ella la que a los quince días resbalara en el mismo camino y se la cayó una canasta de huevos". MARÍA LATORRE.
A Arnedo se desplazaban con el macho cargado con cuatro pellejos para abastecerse de vino.
Poco tiempo libre y pocos escenarios posibles se daban para algún tipo de entretenimiento.
Así que los domingos por la tarde bajaban al baile a Arnedillo o a recorrer las fiestas de otros pueblos como eran las de Oliván, Peroblasco o San Vicente.
"Un año fuimos a la romería de Santa Ana en el pueblo de La Santa con unas amigas que teníamos de San Vicente. Allí se juntaban gente de muchos pueblos, Munilla, Peroblasco, La Santa, Ribalmaguillo, etc. Yo que iba con un vestido blanco precioso para la ocasión y no sabía que allí tenían la costumbre de tirarse vino con las botas entre todos los jóvenes, así que me pusieron el vestido que pa que, no me gustó aquello, ya no volví a acudir a aquella fiesta". MARÍA LATORRE.
Entre la rutina diaria iban pasando los años pero estaba claro que el futuro de Antoñanzas estaba echado.
Carente de todo tipo de servicios básicos, la escuela bien lejana y el médico tres cuartos de lo mismo pues tarde o temprano tenía que llegar la marcha.
"Mi madre se puso muy enferma y el médico estaba en Munilla a más de una hora de camino, luego según lo que recetara había que bajar a Arnedillo a la farmacia, una hora de ida y otra de vuelta, después si eran inyecciones las teníamos que administrar nosotras porque el practicante no venía, así que mis padres tomaron la decisión de que nos bajáramos a vivir a Arnedillo. Mis tíos se quedaron solos en Antoñanzas un par de años pero luego optaron también por bajarse a Arnedillo y desde allí mi tío subía diariamente a atender el ganado".
MARÍA LATORRE.
Así que el matrimonio formado por Anastasio Pérez y Felipa Latorre fueron los últimos de Antoñanzas. Con su marcha se cerró la posibilidad de que se alargara el ciclo de vida en el pueblo. Este hecho sucedió en 1964.
Informante: María Latorre, antigua vecina de Antoñanzas (Conversación personal mantenida a la puerta de su casa en Arnedillo).
Visita realizada en mayo de 2014.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Mi primera intención era subir andando por el viejo camino que comunicaba Antoñanzas con Arnedillo, pero en este pueblo me lo desaconsejan porque habrá tramos en los que el camino se haya perdido entre la vegetación por falta de uso y será difícil encontrarlo.
Así que enfilo la subida por las flamantes pistas que se han abierto recientemente para facilitar el acceso al parque eólico de Cabimonteros. Según se sube ya se divisa Antoñanzas en la lejanía agarrado como una lapa al cerro donde se asienta. Hay que rodearlo siempre a distancia hasta que ya por su parte alta se puede coger el sendero que baja hasta el pueblo. Las vacas de algún ganadero de la zona son las que custodian la entrada al pueblo. Pese a conocer desde hace años todos los despoblados de la cuenca del Cidacos no había estado nunca en este solitario y silencioso lugar.
Una aventadora en ruinas a la entrada del pueblo es señal de que el trabajo de la trilla lo tendrían un poco más fácil en los últimos años de vida del pueblo. Pero es poca modernidad para salir adelante en un paraje tan abrupto. La vida tuvo que ser dura aquí. Los molinos eólicos que ahora inundan la sierra no llegaron a tiempo de haber salvado del abandono a Antoñanzas.
La minúscula iglesia junto a las eras da idea de que el lugar no era de mucha envergadura. Las dos casas en pie son sin duda lo mejor de Antoñanzas. Enteras y en relativo buen estado por la buena calidad de la piedra son testigos mudos del paso de los años, del manto de soledad y tristeza que envolvió al lugar, poco frecuentado por nadie por estar fuera de toda ruta. Me alejo del pueblo como si fuera a coger el camino hacia Arnedillo y desde aquí la vista del pueblo es preciosa. Vuelvo hacía las casas y como quiera que ya es de sobra la hora del avituallamiento doy cuenta de mis viandas (bocadillo, refresco y fruta) sentado en el poyo de una de las viviendas, tratando de imaginar a alguno de sus vecinos sentado en este mismo poyete sesenta años atrás. Me gusta el sitio. Igual estar aquí aislado del mundo que estar a la misma hora en la Gran Vía de Madrid, lo mismo.
¡Cuanta gente habrá transitando por la Gran Vía que no sabrá que existe un lugar en el confín de la tierra llamado Antoñanzas! Ellos se lo pierden. La tranquilidad que aquí se da no está pagada con nada. No me quiero ir pero tengo que aprovechar la tarde para ir al encuentro de otro despoblado. Antes de irme me falta por conocer la fuente de Antoñanzas, aquí si que es mi cabezonería la que me hace dar con ella. Las referencias que tengo sobre donde está situada no me valen sobre el terreno, así que no doy con ella. Insisto buscando el sendero que no aparece, hasta que por fin doy con él, no tengo muy claro que sea este pero cuatrocientos metros más adelante estoy junto a la fuente de Antoñanzas, tan escondida que no se ve hasta que no estás en ella.
Antoñanzas en la lejanía, perfectamente mimetizado con el paisaje.
Antoñanzas (en el centro de la imagen) visto desde Los Cabezos.
Antoñanzas visto desde el camino de Munilla. De frente Peñalmonte y más al fondo la Peña Isasa.
Acceso a la iglesia. Un pequeño pórtico ya carente de tejado protegía la entrada de la calle.
Interior del templo. Invadido por la vegetación. Escalera de acceso al coro y espadaña de dos vanos.
La imagen de Santa Lucia se conserva en la ermita de la Virgen de la Torre de Arnedillo.
Campana originaria de la iglesia de Santa Lucia de Antoñanzas y actualmente instalada en la espadaña de la ermita de la Virgen de la Torre de Arnedillo.
La casa de Saturnino y Narcisa. Tenían siete hijas, vivía con ellos un criado. Precioso portalillo de entrada a la vivienda.
La casa por su parte trasera. Numerosos vanos buscando el sol de mediodía. El almendro bien cargado.
La casa de Anastasio y Felipa. Fue la última que se cerró en Antoñanzas.
Vivienda que no presenta el mismo estado de conservación que las otras dos.
Antoñanzas, en los albores de 1940. Bernardo Pérez y Laureana Blanco en la puerta de su casa. Ambos fallecieron en el pueblo.
Anastasio Pérez (el más alto en la imagen), hijo de Bernardo y Laureana, el último en marchar de Antoñanzas, en una fotografía tomada en los años 30 junto a un grupo de personas.
Concha Pérez (sentada), junto a una hermana suya. Son hijas de Bernardo Pérez y Laureana Blanco y hermanas de Anastasio. Concha vivió bastantes años en Antoñanzas y terminó viviendo en Azagra (Navarra) de donde era su marido.
(Fotografía tomada hacía 1920).
Félix Medina Pérez, hijo mayor de Concha Pérez y nieto de Bernardo y Laureana. Nació el 2 de diciembre de 1924 en Antoñanzas. En 1943 se marchó al servicio militar y después se casó en el pueblo navarro de Azagra para posteriormente emigrar a Pamplona. En el año 1947, al casarse, fue de luna de miel a Antoñanzas. (Fotografía tomada a mediados de los años 40).
Tenía la particularidad de que su casco urbano pertenecía a Munilla y los terrenos circundantes (fincas, montes, caminos) pertenecían a Arnedillo, lo que se viene a llamar enclave geográfico.
"Cuando me tocó hacer el servicio militar me llamaron por los dos pueblos:
por Munilla y Arnedillo". ANTONIO PÉREZ.
Siete casas llegaron a componer en tiempos lejanos Antoñanzas reducidas a tres a principios del siglo XX. (A últimos del siglo XIX contaba con 40 habitantes).
Las tres casas pertenecían a la misma familia puesto que una de ellas era habitada por los abuelos Bernardo Pérez y Laureana Blanco, quedando las dos restantes para dos hijos del matrimonio, Narcisa y Anastasio, casados con sus respectivos cónyuges, ella con Saturnino y él con Felipa (los dos provenientes del pueblo de Oliván).
Nunca conoció Antoñanzas la luz eléctrica, los candiles de carburo fue la mejor fuente de iluminación que llegaron a disfrutar.
Tierras dedicadas al cultivo de cereal (trigo, cebada, centeno) y al pastoreo de las ovejas y cabras.
Los corderos se vendían a los carniceros de Arnedillo. Mucha fama tenían los quesos que se elaboraban en Antoñanzas. Se vendían muy bien en Munilla donde había mucha población debido a las fabricas textiles.
"Los quesos casi nos los quitaban de las manos nada más entrar en Munilla, había muchas familias viviendo allí del textil pero como solo vivían del sueldo cualquier producto del campo que les llevaras lo compraban bien, como era el caso también de huevos y pollos". MARÍA LATORRE.
A moler el grano iban indistintamente a Oliván, Robres o Munilla. Pero en época de penurias también se daban amargas circunstancias, fiel reflejo de la situación de aquellos años.
"En la postguerra venían los guardias civiles haciendo la ronda por los caminos y si llegaban de noche a Antoñanzas tenías que prepararles un buen alojamiento y cena para que pernoctaran allí. Pero luego estos mismos guardias si te veían al día siguiente llevando el trigo de estraperlo a moler te denunciaban".
MARÍA LATORRE.
Santa Lucia era la patrona de Antoñanzas y a ella la celebraban fiesta el 13 de diciembre. Acudía la juventud de Arnedillo, San Vicente, Peroblasco y Valtrujal, así como muchos devotos de Munilla pues la santa era patrona de los ciegos y enfermos de la vista y la tenían mucha fe.
Se hacía una misa, procesión, la subasta del rosco y de alguna cesta con frutas, normalmente peras y manzanas.
En las dos casas se mataban varias ovejas y corderos y nadie venido de fuera se quedaba sin comer, no faltaba a los postres el arroz con leche.
Por la tarde noche se realizaba el baile en un corral grande bien acondicionado para la ocasión con paja limpia recubriendo el suelo. Los músicos de Arnedillo solían ser los encargados de amenizar el baile.
Para San Antonio el 13 de junio celebraban una segunda fiesta. Este día el baile se celebraba en una era.
El cura subía desde Peroblasco. Había que bajar con una caballería para que se desplazara hasta Antoñanzas. No se celebraba misa más que el día de la fiesta y en alguna celebración especial.
El médico llegaba desde Munilla aunque en muy contadas ocasiones, lo mismo que el practicante.
"El practicante no quería subir porque le pillaba muy lejos así que nos enseñó a nosotras a poner las inyecciones". MARÍA LATORRE.
La correspondencia la recogía cualquier vecino cuando bajaba a Arnedillo.
A la escuela bajaban unos a la de Arnedillo y otros a la de Peroblasco.
"Nosotras teníamos una tía en Arnedillo, allí comíamos y si a la tarde hacía muy mal tiempo nos quedábamos allí a dormir, aunque mis hermanas y yo preferíamos subirnos a Antoñanzas". MARÍA LATORRE.
Para hacer compras también bajaban a Arnedillo y en algunas ocasiones a Munilla.
"Los domingos bajábamos la leche a vender a Arnedillo a unas casas que ya teníamos concertadas, hubo un día que no tenía yo muchas ganas de bajar porque estaba el tiempo desapacible, de mala gana pero bajé, el camino es pedregoso y además de piedra resbaladiza cuando llovía, pues tuve la mala suerte de resbalar y caer al suelo con lo que el cántaro de la leche se hizo añicos. ¡La que me cayó al llegar a casa por parte de mi madre! pero el infortunio hizo que fuese ella la que a los quince días resbalara en el mismo camino y se la cayó una canasta de huevos". MARÍA LATORRE.
A Arnedo se desplazaban con el macho cargado con cuatro pellejos para abastecerse de vino.
Poco tiempo libre y pocos escenarios posibles se daban para algún tipo de entretenimiento.
Así que los domingos por la tarde bajaban al baile a Arnedillo o a recorrer las fiestas de otros pueblos como eran las de Oliván, Peroblasco o San Vicente.
"Un año fuimos a la romería de Santa Ana en el pueblo de La Santa con unas amigas que teníamos de San Vicente. Allí se juntaban gente de muchos pueblos, Munilla, Peroblasco, La Santa, Ribalmaguillo, etc. Yo que iba con un vestido blanco precioso para la ocasión y no sabía que allí tenían la costumbre de tirarse vino con las botas entre todos los jóvenes, así que me pusieron el vestido que pa que, no me gustó aquello, ya no volví a acudir a aquella fiesta". MARÍA LATORRE.
Entre la rutina diaria iban pasando los años pero estaba claro que el futuro de Antoñanzas estaba echado.
Carente de todo tipo de servicios básicos, la escuela bien lejana y el médico tres cuartos de lo mismo pues tarde o temprano tenía que llegar la marcha.
"Mi madre se puso muy enferma y el médico estaba en Munilla a más de una hora de camino, luego según lo que recetara había que bajar a Arnedillo a la farmacia, una hora de ida y otra de vuelta, después si eran inyecciones las teníamos que administrar nosotras porque el practicante no venía, así que mis padres tomaron la decisión de que nos bajáramos a vivir a Arnedillo. Mis tíos se quedaron solos en Antoñanzas un par de años pero luego optaron también por bajarse a Arnedillo y desde allí mi tío subía diariamente a atender el ganado".
MARÍA LATORRE.
Así que el matrimonio formado por Anastasio Pérez y Felipa Latorre fueron los últimos de Antoñanzas. Con su marcha se cerró la posibilidad de que se alargara el ciclo de vida en el pueblo. Este hecho sucedió en 1964.
Informante: María Latorre, antigua vecina de Antoñanzas (Conversación personal mantenida a la puerta de su casa en Arnedillo).
Visita realizada en mayo de 2014.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Mi primera intención era subir andando por el viejo camino que comunicaba Antoñanzas con Arnedillo, pero en este pueblo me lo desaconsejan porque habrá tramos en los que el camino se haya perdido entre la vegetación por falta de uso y será difícil encontrarlo.
Así que enfilo la subida por las flamantes pistas que se han abierto recientemente para facilitar el acceso al parque eólico de Cabimonteros. Según se sube ya se divisa Antoñanzas en la lejanía agarrado como una lapa al cerro donde se asienta. Hay que rodearlo siempre a distancia hasta que ya por su parte alta se puede coger el sendero que baja hasta el pueblo. Las vacas de algún ganadero de la zona son las que custodian la entrada al pueblo. Pese a conocer desde hace años todos los despoblados de la cuenca del Cidacos no había estado nunca en este solitario y silencioso lugar.
Una aventadora en ruinas a la entrada del pueblo es señal de que el trabajo de la trilla lo tendrían un poco más fácil en los últimos años de vida del pueblo. Pero es poca modernidad para salir adelante en un paraje tan abrupto. La vida tuvo que ser dura aquí. Los molinos eólicos que ahora inundan la sierra no llegaron a tiempo de haber salvado del abandono a Antoñanzas.
La minúscula iglesia junto a las eras da idea de que el lugar no era de mucha envergadura. Las dos casas en pie son sin duda lo mejor de Antoñanzas. Enteras y en relativo buen estado por la buena calidad de la piedra son testigos mudos del paso de los años, del manto de soledad y tristeza que envolvió al lugar, poco frecuentado por nadie por estar fuera de toda ruta. Me alejo del pueblo como si fuera a coger el camino hacia Arnedillo y desde aquí la vista del pueblo es preciosa. Vuelvo hacía las casas y como quiera que ya es de sobra la hora del avituallamiento doy cuenta de mis viandas (bocadillo, refresco y fruta) sentado en el poyo de una de las viviendas, tratando de imaginar a alguno de sus vecinos sentado en este mismo poyete sesenta años atrás. Me gusta el sitio. Igual estar aquí aislado del mundo que estar a la misma hora en la Gran Vía de Madrid, lo mismo.
¡Cuanta gente habrá transitando por la Gran Vía que no sabrá que existe un lugar en el confín de la tierra llamado Antoñanzas! Ellos se lo pierden. La tranquilidad que aquí se da no está pagada con nada. No me quiero ir pero tengo que aprovechar la tarde para ir al encuentro de otro despoblado. Antes de irme me falta por conocer la fuente de Antoñanzas, aquí si que es mi cabezonería la que me hace dar con ella. Las referencias que tengo sobre donde está situada no me valen sobre el terreno, así que no doy con ella. Insisto buscando el sendero que no aparece, hasta que por fin doy con él, no tengo muy claro que sea este pero cuatrocientos metros más adelante estoy junto a la fuente de Antoñanzas, tan escondida que no se ve hasta que no estás en ella.
Antoñanzas en la lejanía, perfectamente mimetizado con el paisaje.
Antoñanzas (en el centro de la imagen) visto desde Los Cabezos.
Antoñanzas visto desde el camino de Munilla. De frente Peñalmonte y más al fondo la Peña Isasa.
Antoñanzas visto desde el camino de Arnedillo.
Santa Lucia de Antoñanzas.
Acceso a la iglesia. Un pequeño pórtico ya carente de tejado protegía la entrada de la calle.
Interior del templo. Invadido por la vegetación. Escalera de acceso al coro y espadaña de dos vanos.
La imagen de Santa Lucia se conserva en la ermita de la Virgen de la Torre de Arnedillo.
Campana originaria de la iglesia de Santa Lucia de Antoñanzas y actualmente instalada en la espadaña de la ermita de la Virgen de la Torre de Arnedillo.
La casa de Saturnino y Narcisa. Tenían siete hijas, vivía con ellos un criado. Precioso portalillo de entrada a la vivienda.
La misma casa vista desde el otro lado.
La casa por su parte trasera. Numerosos vanos buscando el sol de mediodía. El almendro bien cargado.
La casa de Anastasio y Felipa. Fue la última que se cerró en Antoñanzas.
Otra imagen de la casa por su lado sureste.
Vivienda que no presenta el mismo estado de conservación que las otras dos.
Horno de pan en el somero de una casa.
Era empedrada.
La fuente de Antoñanzas.
Foto cedida por Conchi Medina.
Antoñanzas, en los albores de 1940. Bernardo Pérez y Laureana Blanco en la puerta de su casa. Ambos fallecieron en el pueblo.
Foto cedida por Conchi Medina.
Anastasio Pérez (el más alto en la imagen), hijo de Bernardo y Laureana, el último en marchar de Antoñanzas, en una fotografía tomada en los años 30 junto a un grupo de personas.
Foto cedida por Conchi Medina.
Concha Pérez (sentada), junto a una hermana suya. Son hijas de Bernardo Pérez y Laureana Blanco y hermanas de Anastasio. Concha vivió bastantes años en Antoñanzas y terminó viviendo en Azagra (Navarra) de donde era su marido.
(Fotografía tomada hacía 1920).
Foto cedida por Conchi Medina.
Félix Medina Pérez, hijo mayor de Concha Pérez y nieto de Bernardo y Laureana. Nació el 2 de diciembre de 1924 en Antoñanzas. En 1943 se marchó al servicio militar y después se casó en el pueblo navarro de Azagra para posteriormente emigrar a Pamplona. En el año 1947, al casarse, fue de luna de miel a Antoñanzas. (Fotografía tomada a mediados de los años 40).
Hola de nuevo,Faustino,bonitas imágenes nos ofreces de esa pequeña aldea aislada en medio de la ladera del monte y perfectamente mimetizada con el entorno,la verdad es que no me extraña que sus habitantes buscaran otros lugares para habitarlos ya que como bién dices,carecían de cualquier tipo de comodidades,también estoy completamente de acuerdo en tu apreciación en que la tranquilidad que se respira en esos lugares no se paga con nada,un abrazo
ResponderEliminarHola Roberto. El pueblo aunque pequeño es fotogenico, tanto de lejos como dentro de él.
EliminarTuvo que ser muy dura la vida allí, por lo que es de valorar y admirar a sus antiguos moradores.
Coincidimos en ello amigo, ni con todo el oro del mundo se paga la tranquilidad, la calma y el silencio que se respira en estos lugares.
Un abrazo.
He estado dos veces en Antoñanzas:la primera vezsubí hace muchos años desde la carretera de Arnedillo y me acuerdo que se me hizo eterna la subida ,al final cuando llegue le sensacion de soledad era tremenda unas casas en medio de la nada,cosa que me impresiono;la otra vez llanee desde el otro lado ,desde la zona de Robres,un camino mucho mas asequible,pero con el mismo encanto.Un pueblo al que siempre gusta volver .Un abrazo,Faustino,seguire cada lunes a ver con que nos deleitas
ResponderEliminarEse camino es por el que intenté subir pero me lo desaconsejaron, me hubiera gustado haberlo hecho.
EliminarEn pocos lugares se da esa sensación de soledad y silencio como en Antoñanzas. Emana melancolía y tristeza a raudales.
Así es, un pueblo que se queda grabado en la retina, para volver.
Un abrazo Blas.
Es excelente la descripción del pueblo y al conseguir toda esa información de sus últimos habitantes has realizado un trabajo muy importante. Lo que se creía para siempre perdido, lo has recuperado y lo has historiado.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado Ernesto. Ese es el principal cometido de mi trabajo, que no se pierda la memoria de todos estos lugares. Es importantisimo recoger todo ese legado antes de que sea tarde.
EliminarUn abrazo.
Como bien dice Ernesto, es una labor muy importante la tuya, Faustimo. Buen trabajo, amigo.
ResponderEliminarImportante labor pero desgastadora.
EliminarGracias por tus palabras de apoyo David.
Un abrazo.
Faustino:
EliminarMuchas gracias por compartir estas fotografía y tus relatos, sabes, soy Mexicano y mis antepasados (Francisco Blanco y Vicenta Moreno) vivieron en Antoñanzas y cuenta la historia que se casaron en la Iglesia de Santa Lucía.
Gracias porque a través de tus fotografía pude tocar un poco el origen de mi historia.
Un abrazo
Federico Castillo
Bueno Federico me alegra que el reportaje de Antoñanzas haya cruzado el Atlántico y te haya dejado un buen sabor de boca. Siempre es muy bonito saber algo de tus orígenes y más aun si provienen de tierras lejanas.
EliminarCon un poco de imaginación has podido situar a tus antepasados en el devenir del día a día en este olvidado y solitario lugar.
Gracias por dejar tu comentario.
Un abrazo.
Al igual que federico, desde México es bueno conocer algo de los antepasados. Yo no lo tengo muy claro todavía pero parece ser que de ahí viene la familia.
EliminarSi el pueblo es bonito, mi hijo y yo hemos ide varias veces por todos los caminos, en el ultimo viaje me lleve mis herramientas de jardineria y fuimos por el camino antiguo desde Arnedillo y estuve limpiando el camino, mi abuela era de alli y mi abuelo de Olivan,
EliminarYo lo conoci cuando todavia habia dos familias viviendo las dos familia mia, seria mi ilusion poder tener una casa habitable alli, es un paraiso de tranquilidad.
Francisco Blanco y Vicenta Moreno son tambien mis antepasados asi que somos familia
EliminarHola, me llamo José y vivo en Madrid, estuve hace unas semanas en Arnedillo y me quedé con ganas de visitar este despoblado, tu vives en Arnedillo? Te paso mi mail por si quieres contestarme, muchas gracias.
Eliminarmlnov65@gmail.com, muchas gracias
Buenas tardes Faustino..no te puedes imaginar el bien que aces a tantas personad con tus historias reportaje cómo decirte el ver estos pueblos .tanta soledad y que aún ay casa que resiste caer.y.están como heroína en pie la verdad esa soledad se.respira.paz y soledad que buenos ratos pasaras un poquito de peluda.meda un abrazo mi a migo Faustino asta otra
ResponderEliminarAsí es, se respira mucha tranquilidad y soledad. Un ambiente melancólico envuelve a este pueblo. Dices bien, paso muy buenos ratos en estos lugares, estoy en mi salsa, disfrutando de la tristeza y la belleza a partes iguales.
EliminarUn abrazo queridisima Nati.
Hola Faustino.
ResponderEliminarHablando de tristeza y soledad, es cierto, que el pueblo esta solo y triste, pero es una de las consecuencias de un desarrollismo mal llevado, donde solo se miraba las capitales y no los pueblos. No llego la luz, no llego el agua, no tenían medico cerca ni practicante, tampoco escuela. Por este motivo, la gente emigro.
Hablando de otra cosa, yo también estoy de acuerdo en que debería volver el modo de vida antiguo, pero con comodidades, porque todos los pueblos tienen derecho a la vida, las ciudades, ya tienen mucha.
Coincido contigo totalmente en la primera parte de tu comentario. Solo y triste pero hermoso. La soledad y la tristeza irradian hermosura en estos casos concretos.
EliminarEn cuanto a lo segundo no tengo yo tan claro que debiera volver el modo de vida antiguo, sería muy difícil vivir actualmente como se vivía hace años, con una economía prácticamente de subsistencia, carente de todo lujo y lejos de cualquier parte. Admiro totalmente esa forma de vida pero trasplantarla al momento actual se me antoja casi imposible.
Gracias por dejar tu comentario.
Saludos.
Gracias por este reportaje, me ha hecho muchísima ilusión.
ResponderEliminarSoy viniera de Bernardo y Laureana.
Dios mío si tengo una foto en la que están en la puerta de su casa allí en Antoñanzas .
Gracias !!!!!!
Me encantaría ver esa fotografía. Sería un testimonio gráfico tremendo. Poner cara a alguno de las personas que se citan en la historia de Antoñanzas.
EliminarMe alegra que te haya gustado el reportaje.
Gracias por dejar tu comentario.
Saludos.
Conchi Bernardo era hermano de mi abuelo y Laureana hermana de mi abuela. se casaron dos hermanos con dos hermanas, me gustaria mucho ver la foto, yo no conoci a mis abuelos.
ResponderEliminarTengo planes para ir a La Rioja en el Otono me gustaria mucho poder conocernos, en los ultimos anos he trabajado con el arbol genealogico de la familia Blanco y tengo alrededor de 300 antepasados
ResponderEliminarQue ilusión todo lo que me cuentas!!! Voy a buscar la foto de mis visabuelos y os la mandó.
ResponderEliminarEstoy en estos momentos en la localidad de Azagra (Navarra), donde vive Pilar Medina Pérez , hija de Concepción Pérez hija de Bernardo y Laureana.
Estamos emoconadas con estos descubrimientos familiares.
Yo vivo en Pamplona Ponte en contacto conmigo Si quieres a través de mi Facebook Conchi Medina Luri.
mil besos prima
Conchi, no te encontre en Facebook, yo vivo en Inglaterra pero vengo de Mexico, un hermano de Laureana y Menchora fue a Mexico en 1902 y mi padre fue en 1952.
EliminarMi correo electronico es chonette@gmail.con, te puedo enviar una invitacion para el arbol genealogico y asi puedes ver todo y agregar lo que a mi me falta de Bernardo y Laureana.
Hola Faustino, he encontrado las fotografías de mis bisabuelos pero no se como colgarlas en esta blog.
ResponderEliminarcuando puedas me lo dices.
Gracias y un saludo
Hola Conchi.
EliminarMe las tienes que mandar a mi correo electrónico (lo verás en la columna de la derecha) para que yo las suba al blog.
Saludos.
Hola a todos.Acabo de dar con el artículo y estoy alucinada.No tenía ni idea de que el pueblo de mi abuela tuviera tantos admiradores adia de hoy... yo soy nieta de Segunda una de las hijas de Saturnino.La vida en Antoñanzas fue durísima pero no creo que existan personas con la fuerza y el espíritu que de mi abuela y sus hermanas. Conocedoras de todos los recursos naturales del entorno,nos han transmitido unos valores sobre el aprovechamiento sin saquear el medio que,dificilmente hubiesen obtenido si hubiesen nacido en un medio más amable. Gracias por dar a conocer este rincón tan escondido y maravilloso..
EliminarRosa, donde vives, aun cuando lejanas somos parientes, este Otoño tengo planes de pasar un par de meses en la Rioja y esperamos poder hacer una reunion para conocer a los descendientes de Antoñanzas
EliminarGracias Faustino por publicar las fotografías son un homenaje a estas personas fuertes y calientes que vivieron tiempos dificiles en pueblos con tanto encanto pero también con tantas dificultades.
ResponderEliminarEllos y ellas fueron muy felices entre esas piedras, así me lo contaba mi Padre.
Gracias una vez más y un fuerte abrazo.
Conchi Medina
Me ha encantado leer la historia de este pueblo que tuve el placer de visitar ayer. Sentada sobre el banco de piedra que hay junto la puerta de la casa de Maria Latorre, imagine como sería la vida allí hace años.Me imagine a los niños corriendo y a los abuelos disfrutando de las vistas del valle mientras controlaban a sus rebaños. La vida allí tuvo que ser dura.
ResponderEliminarQue bonito ver las fotos de las personas que allí vivieron.
Gracias por éste post.
Muy dura tuvo que ser la vida en Antoñanzas. No quedaba otra opción que marchar de allí cuando se dieron las condiciones para ello.
EliminarAhora nosotros podemos hacer un trabajo de imaginación como el que tu comentas y situar allí a sus antiguos vecinos en una escena de la vida cotidiana del día a día.
Gracias por dejar tu comentario Edurne.
Saludos.
Edurne, que lastima que no fuimos al mismo tiempo, nosotros estuvimos la semana pasada y pasamos todo el dia, fue muy interesante caminar con Maria hasta la fuente y escuchar sus relatos de cuando eran jovenes y como llevaban el agua de la fuente a la casa y como cuidaban las ovejas y llevaban los quesos a vender a Munilla.
EliminarCual es tu interes en Antonanzas? desciendes de esas tierras o eres visitante. Todos mis antepasados eran de Antonanzas
Acabo de regresar de la Rioja donde estuvimos principalmente en Arnedillo y fuimos a Antonanzas a pasar el dia, Maria vino con nosotros y lo pasamos muy bien, caminamos hasta la fuente que por fortuna no esta seca aun cuando por la escased de lluvia estaba con poca agua.
ResponderEliminarotro dia fuimos por el camino antigua y aun se puede ir por ese camino.
Hola, me ha encantado el articulo, yo también desciendo de Antoñanzas, bueno, mi abuelo, Francisco Perez Blanco, me encantaria seguir conociendo mis antepasados.
ResponderEliminarGracias por abrir las puertas al pasado.
Mi nombre es Julia Perez
Me alegra saber que te ha gustado la entrada de Antoñanzas.
EliminarReportaje bastante completo del pueblo con el añadido de las fotos antiguas donde podemos poner cara a alguno de sus antiguos habitantes.
Bueno pues a ver si sirve esta pagina para que todos los que descendéis de Antoñanzas vayáis formando un nexo de unión que incluso pudiera llegar a realizarse una convocatoria conjunta entre vosotros.
Gracias Julia por dejar tu comentario.
Un cordial saludo.
Julia, soy tu tia, prima hermana de tu mama, tu abuelo Francisco era hermano de mi papa Antonio Perez Blanco, hoy tu mama me envio un mensaje por Whatsapp. He creado un grupo de los descendientes de Antoñanzas si quieres te incluyo en el grupo, hay algunas personas de España en el grupo pero la mayoría son de Mexico
ResponderEliminarFaustino, mi prima Meche y yo tenemos planeado ir a La Rioja en el Otoño y esperamos poder hacer una reunion en Antoñanzas para ver si podemos conectarnos con miembros descendientes que no tenemos coneccion.
ResponderEliminarMe parece una gran idea. A ver si llega a buen puerto la iniciativa. Tendrías que facilitar algún tipo de contacto donde te pudieran escribir todos los que tengan algo que ver con Antoñanzas y estén interesados en el encuentro.
EliminarUn cordial saludo.
Hola, soy Petri Pérez Leon, nieta de Anastasio Pérez Blanco. Me gustaría tener contacto con vosotros si venís a La Rioja, un saludo.
EliminarFaustino cuando tengamos idea de fechas lo anunciaré aquí además de nuestro grupo Antoñanzas de los descendientes de Perez Blanco en el que soy la administradora y tenemos miembros de La Rioja para promover la reunion.
ResponderEliminarNos daria mucho gusto que tu pudieras ir tambien, ya que fue por este blog que pude comunicarme con Conchi y tuvimos la oportunidad de conocernos en persona en mi viaje pasado.
Me parece bien que vayáis preparando con tiempo el encuentro de descendientes de Antoñanzas.
EliminarGracias por tu invitación Chonette.
Pues si no tengo problemas con la fecha que decidáis si me gustaría asistir al evento y compartir el día con toda la gente que de alguna manera tiene un vinculo con el pueblo.
Un cordial saludo.
Hola a todos.Buscando en internet cosas relativas al apellido Antoñanzas,he encontrado este blog.Yo no tengo nada que ver con el pueblo,pero creo que mis antepasados descienden de La Rioja,creo que de Calahorra.Mi Madre era Antoñanzas,y vivió en Navarra,donde el apellido en la zona de Gallipienzo,Cáseda,Carcastillo es muy comun. Pero mi pregunta es ¿sabeis,si en el pueblo hubo algún habitante con el apellido Antoñanzas?.A mi me gusta mucho la montaña,y en cuanto pueda me he de acercar a conocer el despoblado.Un saludo Karlos.
ResponderEliminarKarlos, una senora con el apellido Antoñanzas se comunicó conmigo el año pasado para saber el camino por coche al pueblo y fue y dejo un buzón con una carta la cual vi cuando estuve en el Otoño y dejo una libreta para que los visitantes dejaran algun mensaje.
EliminarSaludos
Hola Chonette, creo que te has equivocado de prima soy hija de Jose y si me gustaria estar en el grupo de descendientes.
ResponderEliminarJulia, gracias por aclararme que eres hija de Jose, dispensa que me confundi y pense en la hija de Julia tu tia.
EliminarSi me envias un correo con tu telefono celular me comunico contigo y te puedo agregar al grupo de los antepasados de Antoñanzas Perez-Blanco
mi correo chonette@gmail.com
Si,fui yo, la semana pasada me mandaron una foto unos excursionistas que pasaron por Antoñanzas y la libreta y el buzón siguen allí. Las casas algo mas deterioradas que hace un año.
ResponderEliminarUn saludo
Maitane antoñanzas
Hola, yo he estado hoy en Antoñanzas, pueblo de mi abuelo, y la carta y el buzón siguen allí, no sabía porqué era
ResponderEliminarJulia la persona que puso el buzón se comunicó conmigo para saber cómo ir a Antoñanzas para llevar a su padre que se apellidaba Antoñanzas y le habían dicho que había un pueblo con su nombre y el tenía ilusión de verlo
ResponderEliminarCuando yo estuve hace dos años y anteriormente había varios comentarios
Que bien que fuiste a visitar el pueblo yo he ido varias veces yen una ocasión mi hijo y yo fuimos por el camino antiguo caminando y me lleve mis herramientas y limpiamos estepas y arbustos que estaban bloqueando el camino nos tardamos 7 horas de ir y regresar y lo pasamos muy bien