Precioso pueblo situado en un altozano desde el que se divisa excelentes vistas de la sierra de la Tesla y de buena parte del municipio de Medina de Pomar.
Un paseo por sus calles permite visualizar magníficos ejemplos de arquitectura popular, aun con la ausencia de algunos de sus componentes como pueden ser balcones o solanares.
Poco queda ya de los tiempos en que el pueblo estuvo formado por una quincena de viviendas, hoy apenas media docena de casas se mantienen en pie, pero estas dan una imagen de lo bonito que tuvo que ser el pueblo de San Martín en su plenitud.
Tuvieron luz eléctrica en el pueblo proveniente de la central de Medina de Pomar.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas de trigo, avena, cebada y patatas principalmente. Iban a moler el grano al molino de Moneo.
En la ganadería era la oveja el animal que predominaba.
Celebraban sus fiestas patronales el tercer fin de semana de septiembre. Duraban tres días.
Misa, procesión y baile eran prácticamente los únicos actos que había.
Baile que unas veces era amenizado por Pedro, el acordeonista de Pedrosa de Tobalina acompañado de su hija con los platillos y en otras ocasiones eran Facio con la gaita y Montes con el tambor, ambos del pueblo de Moneo.
Tampoco faltaba allí Julián, el cantinero de Moneo que instalaba allí un tenderete con vino, cerveza y bocadillos.
El cura venia de Villacomparada montado a caballo a oficiar todo tipo de actos religiosos. El último que realizó tal cometido lo hacía desde Moneo en moto.
El médico venia desde Medina de Pomar, había que ir a buscarlo con un caballo para que lo montara y se pudiera desplazar a San Martin.
A Moneo se desplazaban para realizar alguna compra a la tienda que había en ese pueblo. Para compras de mayor envergadura se desplazaban a Medina de Pomar dada su cercanía (en una hora llegaban).
Los jóvenes de San Martin también se desplazaban a Medina los domingos para participar del baile y asistir al cine.
En la década de los 60 el pueblo fue mermando de población hasta llegar al año 1969 en que se marcharon los últimos
(Fructuoso y Piedad).
Cuando se marcharon ésos (los penúltimos), ¡huy, lo que lloré!; yo que voy a por agua a la fuente y veo que están cargando los muebles en el carro...; ¡ay madre mía!, ¿y ahora, qué hacemos?... ¡Qué tristeza!...; volví a casa a todo llorar...".
(Fragmento del libro Los pueblos del silencio, de Elías Rubio Marcos).
Los vecinos marcharon en su mayoría a Bilbao y algunos se quedaron en Medina de Pomar. La gente joven fue emigrando debido a que no había trabajo en el pueblo para todos, eran familias con bastantes hijos y no daba la tierra para repartir por lo que atraídos por la emergente industria que se daba en el País Vasco se fueron para allá llevándose en muchos casos a los padres más tarde con ellos.
Así San Martín perdió su población, aunque un antiguo vecino del pueblo, residente en Medina de Pomar montó allí una explotación ganadera y algunas casas fueron ocupadas por sus trabajadores.
Visitas realizadas en junio de 2012 y abril de 2024.
Fuentes de información:
-Antiguo vecino de San Martín de Mancobo (Conversación personal mantenida en un encuentro casual en San Martin de Mancobo).
-Libro "Los pueblos del silencio" de Elías Rubio.
Punto y aparte. No sé por qué tenía el presentimiento de que iba a encontrar signos en San Martín de que el pueblo estuviera volviendo a la vida en está mi segunda visita a este despoblado próximo a Medina de Pomar. Quizá la cercana situación con respecto a la cabecera comarcal, el buen acceso actual o el aparente buen estado de alguna edificación que observé en mi primera visita allá por el 2012 me hicieron llegar a ese pensamiento. Pero nada más entrar al pueblo me doy cuenta que no. Todo sigue igual, el tiempo inmóvil. Poco desgaste en las edificaciones. Son solo doce años de diferencia entre una visita y otra y no hay cambios significativos, ni a peor, ni a mejor. Alguna casa ha perdido parte de sus muros, más vegetación en las inmediaciones de la iglesia, pero poco más. En esta tarde primaveral del año 2024 el sol está presente en todo momento pero la temperatura es fresca. Un par de gatos famélicos salen de un cobertizo a recibirme al sentir mi presencia pero se quedan a una respetable distancia. Desconfían del visitante. Llevo un par de lonchas de fiambre y se las dejo en una piedra. Lo miran con curiosidad pero no se atreven a acercarse. Cuando cojo el camino de la escuela y vuelvo la vista atrás ya veo a los dos pequeños felinos dando buena cuenta del "regalo" que alguien les ha hecho. Llego hasta el edificio escolar. Sigue prácticamente igual, ha perdido algún escalón de acceso a la planta superior y hay más vegetación en el contorno. A unos metros el escuálido pero esbelto transformador de la luz. No tiene puerta de entrada. El operario utilizaría una escalera para manipular el cableado interior por la única abertura que hay en la torre. Continuo avanzando y llego junto a una explanada y donde al igual que la vez anterior dedico unos minutos a observar la visión de conjunto de San Martin de Mancobo. Me encanta ver el pueblo desde aquí. Como también son bonitas las vistas desde aquí de la sierra de la Tesla y de los pueblos que se asientan en sus estribaciones. También se ve Medina de Pomar. Vuelvo para San Martin, paso otra vez junto a la escuela. Oigo un ruido de moto, pronto se hace visible, una persona ha cogido el ramal de acceso al pueblo pero cuando parece que va a entrar coge un camino a la izquierda y se va encaminando por terreno elevado. Pronto dejo de verlo y de sentir el ruido de motor. El silencio vuelve a hacerse presente. Como a mi me gusta. Me sitúo en el epicentro del pueblo, donde salen las escasas calles que forman el trazado urbano. Los dos gatos pasan cerca mío, al ver que les regalé comida están a la expectativa por si les voy a dejar algo más. Lamentablemente no me queda nada que ofrecerles. Se meten dentro de un corral y yo voy en busca de la iglesia. No hay un camino como tal así que voy sorteando vegetación. En el templo todo sigue igual. Se puede acceder a su interior. Allí esta la carcomida mesa del altar mayor y la bóveda del techo se mantiene en buen estado. Bastante vegetación pero no dificulta el movimiento. Salgo al exterior, observo la espadaña. Aguanta. Me voy por el costado oeste y contemplo desde aquí las ruinosas edificaciones de San Martin. Visible Medina, tenían cerca la cabecera comarcal. Frecuentes serían los desplazamientos de los sanmartineros hasta allí. Bajo para abajo, cojo una calle que me sacará del pueblo y que me llevaría a Rosales de seguir camino adelante. Avanzo unos doscientos metros, veo un panel explicativo de la comarca de Las Merindades. Decido volver para el pueblo, observo algún corral de ganado, fachadas de viviendas agonizando y poco más. Mis esquivos "amigos" ya no se los vuelve a ver, estarán investigando por otros rincones. La visita a San Martin toca a su fin. Me gustó mucho el pueblo hace doce años. Era mi primera visita y las edificaciones estaban en relativo buen estado. En esta segunda visita ya se ha perdido el factor sorpresa sobre lo que vas a ver y que solo se da en la primera ocasión que visitas el lugar con el añadido del deterioro parcial de alguna de sus edificaciones. Aún así me vuelvo a llevar un buen sabor de boca. Pero no sé por qué pensaba que iba a encontrar algún cambio significativo a mejor en San Martin... Intuición totalmente errada pero por lo menos aunque el pueblo va camino de la ruina sin remisión, lo va haciendo muy lentamente.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Año 2024. San Martin de Mancobo visto desde el oeste.
Año 2024. Fachada trasera de la escuela y transformador de la luz.
Año 2012. Escuela de San Martín de Mancobo. Entre veinte y treinta niños, dependiendo del año, acudían a ella. La vivienda de la maestra quedaba en la planta de arriba a la que se accedía por la escalera exterior aun visible. Normalmente no habitaban esta vivienda para no estar solas y se alojaban de patrona en alguna casa del pueblo.
Año 2024. Precioso encuadre con la casa del tío Gonzalo a la izquierda y la del tío Delfín a la derecha. Por encima asoma la iglesia y detrás el cerro de San Pedro.
Año 2012. La iglesia parroquial de San Martín Obispo situada en una elevación sobre el pueblo.
Año 2012. Trasera de la parroquial con el cementerio adosado.
Año 2012. Interior del templo. Altar mayor. Bóveda de crucería en el techo.
Año 2012. Interior del templo. La espadaña permanece intacta. Nada queda del coro.
Año 2024. Era de trillar situada por debajo de la iglesia. Aquí se celebraba el baile en las fiestas.
Año 2012. Diversas edificaciones. Ruina generalizada por esta parte del pueblo. Medina de Pomar al fondo.
Año 2012. Calle de San Martín. La casa del tío Constantino a la izquierda. A principios del siglo XX era la taberna-tienda del pueblo.
Año 2012. Entrada al pueblo por el camino de Rosales.
Año 2024. Fachada trasera de una casa e iglesia en lo alto.
Año 2012. Calle de San Martín. Al fondo la cuadra que era utilizada para celebrar el baile en las fiestas cuando la lluvia no permitía hacerlo en el exterior.
Un paseo por sus calles permite visualizar magníficos ejemplos de arquitectura popular, aun con la ausencia de algunos de sus componentes como pueden ser balcones o solanares.
Poco queda ya de los tiempos en que el pueblo estuvo formado por una quincena de viviendas, hoy apenas media docena de casas se mantienen en pie, pero estas dan una imagen de lo bonito que tuvo que ser el pueblo de San Martín en su plenitud.
Tuvieron luz eléctrica en el pueblo proveniente de la central de Medina de Pomar.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas de trigo, avena, cebada y patatas principalmente. Iban a moler el grano al molino de Moneo.
En la ganadería era la oveja el animal que predominaba.
Celebraban sus fiestas patronales el tercer fin de semana de septiembre. Duraban tres días.
Misa, procesión y baile eran prácticamente los únicos actos que había.
Baile que unas veces era amenizado por Pedro, el acordeonista de Pedrosa de Tobalina acompañado de su hija con los platillos y en otras ocasiones eran Facio con la gaita y Montes con el tambor, ambos del pueblo de Moneo.
Tampoco faltaba allí Julián, el cantinero de Moneo que instalaba allí un tenderete con vino, cerveza y bocadillos.
El cura venia de Villacomparada montado a caballo a oficiar todo tipo de actos religiosos. El último que realizó tal cometido lo hacía desde Moneo en moto.
El médico venia desde Medina de Pomar, había que ir a buscarlo con un caballo para que lo montara y se pudiera desplazar a San Martin.
A Moneo se desplazaban para realizar alguna compra a la tienda que había en ese pueblo. Para compras de mayor envergadura se desplazaban a Medina de Pomar dada su cercanía (en una hora llegaban).
Los jóvenes de San Martin también se desplazaban a Medina los domingos para participar del baile y asistir al cine.
En la década de los 60 el pueblo fue mermando de población hasta llegar al año 1969 en que se marcharon los últimos
(Fructuoso y Piedad).
Cuando se marcharon ésos (los penúltimos), ¡huy, lo que lloré!; yo que voy a por agua a la fuente y veo que están cargando los muebles en el carro...; ¡ay madre mía!, ¿y ahora, qué hacemos?... ¡Qué tristeza!...; volví a casa a todo llorar...".
(Fragmento del libro Los pueblos del silencio, de Elías Rubio Marcos).
Los vecinos marcharon en su mayoría a Bilbao y algunos se quedaron en Medina de Pomar. La gente joven fue emigrando debido a que no había trabajo en el pueblo para todos, eran familias con bastantes hijos y no daba la tierra para repartir por lo que atraídos por la emergente industria que se daba en el País Vasco se fueron para allá llevándose en muchos casos a los padres más tarde con ellos.
Así San Martín perdió su población, aunque un antiguo vecino del pueblo, residente en Medina de Pomar montó allí una explotación ganadera y algunas casas fueron ocupadas por sus trabajadores.
Visitas realizadas en junio de 2012 y abril de 2024.
Fuentes de información:
-Antiguo vecino de San Martín de Mancobo (Conversación personal mantenida en un encuentro casual en San Martin de Mancobo).
-Libro "Los pueblos del silencio" de Elías Rubio.
Punto y aparte. No sé por qué tenía el presentimiento de que iba a encontrar signos en San Martín de que el pueblo estuviera volviendo a la vida en está mi segunda visita a este despoblado próximo a Medina de Pomar. Quizá la cercana situación con respecto a la cabecera comarcal, el buen acceso actual o el aparente buen estado de alguna edificación que observé en mi primera visita allá por el 2012 me hicieron llegar a ese pensamiento. Pero nada más entrar al pueblo me doy cuenta que no. Todo sigue igual, el tiempo inmóvil. Poco desgaste en las edificaciones. Son solo doce años de diferencia entre una visita y otra y no hay cambios significativos, ni a peor, ni a mejor. Alguna casa ha perdido parte de sus muros, más vegetación en las inmediaciones de la iglesia, pero poco más. En esta tarde primaveral del año 2024 el sol está presente en todo momento pero la temperatura es fresca. Un par de gatos famélicos salen de un cobertizo a recibirme al sentir mi presencia pero se quedan a una respetable distancia. Desconfían del visitante. Llevo un par de lonchas de fiambre y se las dejo en una piedra. Lo miran con curiosidad pero no se atreven a acercarse. Cuando cojo el camino de la escuela y vuelvo la vista atrás ya veo a los dos pequeños felinos dando buena cuenta del "regalo" que alguien les ha hecho. Llego hasta el edificio escolar. Sigue prácticamente igual, ha perdido algún escalón de acceso a la planta superior y hay más vegetación en el contorno. A unos metros el escuálido pero esbelto transformador de la luz. No tiene puerta de entrada. El operario utilizaría una escalera para manipular el cableado interior por la única abertura que hay en la torre. Continuo avanzando y llego junto a una explanada y donde al igual que la vez anterior dedico unos minutos a observar la visión de conjunto de San Martin de Mancobo. Me encanta ver el pueblo desde aquí. Como también son bonitas las vistas desde aquí de la sierra de la Tesla y de los pueblos que se asientan en sus estribaciones. También se ve Medina de Pomar. Vuelvo para San Martin, paso otra vez junto a la escuela. Oigo un ruido de moto, pronto se hace visible, una persona ha cogido el ramal de acceso al pueblo pero cuando parece que va a entrar coge un camino a la izquierda y se va encaminando por terreno elevado. Pronto dejo de verlo y de sentir el ruido de motor. El silencio vuelve a hacerse presente. Como a mi me gusta. Me sitúo en el epicentro del pueblo, donde salen las escasas calles que forman el trazado urbano. Los dos gatos pasan cerca mío, al ver que les regalé comida están a la expectativa por si les voy a dejar algo más. Lamentablemente no me queda nada que ofrecerles. Se meten dentro de un corral y yo voy en busca de la iglesia. No hay un camino como tal así que voy sorteando vegetación. En el templo todo sigue igual. Se puede acceder a su interior. Allí esta la carcomida mesa del altar mayor y la bóveda del techo se mantiene en buen estado. Bastante vegetación pero no dificulta el movimiento. Salgo al exterior, observo la espadaña. Aguanta. Me voy por el costado oeste y contemplo desde aquí las ruinosas edificaciones de San Martin. Visible Medina, tenían cerca la cabecera comarcal. Frecuentes serían los desplazamientos de los sanmartineros hasta allí. Bajo para abajo, cojo una calle que me sacará del pueblo y que me llevaría a Rosales de seguir camino adelante. Avanzo unos doscientos metros, veo un panel explicativo de la comarca de Las Merindades. Decido volver para el pueblo, observo algún corral de ganado, fachadas de viviendas agonizando y poco más. Mis esquivos "amigos" ya no se los vuelve a ver, estarán investigando por otros rincones. La visita a San Martin toca a su fin. Me gustó mucho el pueblo hace doce años. Era mi primera visita y las edificaciones estaban en relativo buen estado. En esta segunda visita ya se ha perdido el factor sorpresa sobre lo que vas a ver y que solo se da en la primera ocasión que visitas el lugar con el añadido del deterioro parcial de alguna de sus edificaciones. Aún así me vuelvo a llevar un buen sabor de boca. Pero no sé por qué pensaba que iba a encontrar algún cambio significativo a mejor en San Martin... Intuición totalmente errada pero por lo menos aunque el pueblo va camino de la ruina sin remisión, lo va haciendo muy lentamente.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Año 2024. San Martin de Mancobo visto desde el oeste.
Año 2024. De camino a San Martin.
Año 2012. Entrando al pueblo.
Año 2024. Fachada trasera de la escuela y transformador de la luz.
Año 2012. Escuela de San Martín de Mancobo. Entre veinte y treinta niños, dependiendo del año, acudían a ella. La vivienda de la maestra quedaba en la planta de arriba a la que se accedía por la escalera exterior aun visible. Normalmente no habitaban esta vivienda para no estar solas y se alojaban de patrona en alguna casa del pueblo.
Año 2012. Viniendo de la escuela.
Año 2024. Precioso encuadre con la casa del tío Gonzalo a la izquierda y la del tío Delfín a la derecha. Por encima asoma la iglesia y detrás el cerro de San Pedro.
Año 2012. Calle de San Martín.
Año 2012. La iglesia parroquial de San Martín Obispo situada en una elevación sobre el pueblo.
Año 2012. Trasera de la parroquial con el cementerio adosado.
Año 2012. Interior del templo. Altar mayor. Bóveda de crucería en el techo.
Año 2012. Interior del templo. La espadaña permanece intacta. Nada queda del coro.
Año 2024. Era de trillar situada por debajo de la iglesia. Aquí se celebraba el baile en las fiestas.
Año 2012. Las dos casas del tío Miguel.
Año 2012. Diversas edificaciones. Ruina generalizada por esta parte del pueblo. Medina de Pomar al fondo.
Año 2012. Calle de San Martín. La casa del tío Constantino a la izquierda. A principios del siglo XX era la taberna-tienda del pueblo.
Año 2012. Entrada al pueblo por el camino de Rosales.
Año 2024. Fachada trasera de una casa e iglesia en lo alto.
Año 2012. Calle de San Martín. Al fondo la cuadra que era utilizada para celebrar el baile en las fiestas cuando la lluvia no permitía hacerlo en el exterior.
Año 2012. La fuente.
Año 2012. Lavadero.
El relato que recoges, de Pilar, es apabullante. No hay literatura que exprese tan bién la pena, el dolor, la sensación de abandono...
ResponderEliminarMe gusta el trato que das a estos reportajes.
Un saludo, José Luis
Hola Faustino, acabo de ver tu blog en televisión y entré para visitarte y con tu permiso me quedo a seguirte, tienes un blog estupendo, el cual iré viendo poco a poco. Soy fotógrafo de Gran Canaria, y me atraen mucho los pueblos y casas antiguas, te diré que me gustan tanto que he restaurado tres.
ResponderEliminarUn abrazo Faustino, te invito a visitar mi blog al que puedes entrar como a tu propia casa.
Realmente precioso tu trabajo. Muchas gracias. Irene Sotos Erce
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Irene.
ResponderEliminarSaludos.
Buen trabajo , me gustaria ver ese pueblo abandonado y es posible que me pase .
ResponderEliminarGracias por el aporte
No te va a defraudar la visita a San Martin, un pueblo que a mi me gustó bastante, con el añadido de disfrutar de unas bonitas vistas desde alli.
EliminarGracias por tu comentario Jose Ramón.
Saludos.
QUE RELATO MAS HERMOSO Y EMOTIVO,,,,,QUE PAISAJES ,,,CUANTA VIDA HUBO Y HOY CUANTA DESOLACION ,,,YO ME IRIA A VIVIR ALLI CON MI FAMILIA Y RESTAURARIA EL PUEBLO ENTERO ,,,,CON TIEMPO CLARO ,,¡¡¡¡¡¡¡ BESOS
ResponderEliminarHola a todos .En primer lugar decir que yo he estado en diversas ocasiones en este pueblo ,pues tengo recuerdos maravillosos de el en los años de mi infancia en la cual soliamos ir a visitarlo en bicicleta desde Medina de Pomar ,pueblo en el que veranee con mi famila en la decada de los sesenta y parte de los setenta . Recuerdo que cuando ibamos como dije en bicicleta ya estaba abandonado por lo que considero que seria despues del año 69 sinembargo no se encontraba tan deteriorado como em la actualidad pues tengo el vago recuerdo que nos metiamos dentro de las casas . La verdad cuando eres niño no ves el peligro que supone jugar a ser explorador , en fin yo creo que la primera vez que estuve seria el año 69 o tal vez el 70 pues calculo que en aquel entonces yo tendria 10 u 11 años . Ya luego sobre el año 72 o73 deje de veranear en Medina y aproxadamente hasta cuando vine de la mili año 80 no volvi a San Martin . Despues lo vengo haciendo con cierta asiduidad no todos los años pero si al menos cada vez que suelo ir a Medina algun dia por el verano es decir que al menos 10 veces si habre estado alli .Es um sitio maravilloso que me hace rememorar mi infancia
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