Agradecimiento para María Rosa Martín García, nostálgica informante de su aldea, a la que a pesar de la distancia la ha llevado siempre en su corazón.
Casas de la Sierra es un anejo que perteneció antiguamente a Santa Lucia de la Sierra y en la actualidad lo hace a Solana de Avila.
Mirador privilegiado del valle del Aravalle y de la sierra de Gredos se sitúa esta aldea escondida entre un espeso robledal, ubicada a considerable altitud (1450 metros), lo que la hacía padecer unos inviernos muy rigurosos y muy fríos con abundantes nevadas por lo que durante muchos días se encontraban aislados.
"Era tal las nevadas que caían, que muchas mañanas mi padre tenía que coger una pala y quitar la nieve para poder salir de casa, en muchas ocasiones hacer una especie de túnel, todos los vecinos desde su casa hacían camino para poder ir donde los animales y darles comida y agua. Como teníamos mucha leña estábamos bien provistos para soportar las bajas temperaturas. Siempre me acuerdo de mi madre cuando iba a lavar la ropa, se ponía ladrillos calientes envueltos en papel sobre la suela de los zapatos para calentarse los pies, además llevaba un cubo de agua caliente para meter las manos de cuando en cuando, solía ir a lavar a un manantial que teníamos en una huerta, allí el agua no estaba tan fría.
Los niños a nuestra manera le sacábamos entretenimiento a estos días tan duros, aprovechando los estanques helados que se formaban como pista de patinaje". MARÍA ROSA MARTÍN.
Dieciséis viviendas llegaron a formar la aldea en sus buenos tiempos, reducidas a diez las habitadas en la segunda mitad del siglo XX:
-La de la tía Paulina.
-La de el tío León.
-La de el tío Coleto.
-La de la tía Brígida.
-La de la tía María.
-La de la tía Justa.
-La de la tía Rosa.
-La de la tía Regina.
-Casa el Bueno.
-Casa de Victoriano.
Nunca llegó la luz eléctrica a la aldea. Los candiles de petróleo en la cocina y los de aceite en las habitaciones eran sus fuentes de iluminación. Alguna casa tenía candiles de carburo. Para salir a la calle de noche o a las cuadras se utilizaban faroles de aceite.
Para calentar la lumbre de las cocinas se abastecían de escobas, un tipo de arbusto abundante en la sierra. Había dos variedades: serranas y pajareras. También se aprovechaban los restos de la poda de árboles frutales o lo que se podía sacar de árboles muertos.
Para abastecerse de agua para consumo tenían una fuente a quinientos metros de la aldea.
Casi todas las casas tenían su horno. Se amasaba cada dos semanas. Se hacían alrededor de diecisiete panes de dos kilos cada uno en cada hornada. Se guardaban en un arca de madera cubiertos con tela de lienzo.
Eran años muy difíciles y a pesar de que había para comer, la gente se las tenía que ingeniar para salir adelante y mejorar un poco la calidad de vida.
"Mi padre era productor de trigo, le obligaban a declarar la cantidad que cosechaba y entregarlo en la harinera estatal, en El Barco. Allí calculaban el pan que le correspondía según el numero de familia que tenia y el resto se lo daban en harina negra, no sé qué clase de harina era, venia de África y la gente enfermaba, mi padre la recogía y con ella mi madre la amasaba para los perros. Naturalmente siempre declaraba menos cantidad de lo que recogía, lo que quedaba en casa lo llevaba a moler al molino donde molían el grano para los animales, de esta manera el molinero también tenía pan blanco. Mi padre con esto del pan hacia contrabando y lo digo muy orgullosa porque era trabajador y honesto y hacia lo que cualquier persona para sacar a su familia adelante sin hacer mal a nadie. En Becedas había una mujer viuda con dos hijos mozos, esta mujer era panadera, cada día amasaba el pan y por la noche sus hijos y mi padre se encontraban en el monte y cambiaban la carga de las mulas, ellos volvían a su casa y mi padre iba toda la noche de pueblo en pueblo a vender pan, campo a través, vadeando ríos y evitando los caminos para no ser descubierto por la Guardia Civil (por suerte nunca lo cogieron), las clientas lo esperaban como agua de mayo, para dar pan blanco a sus hijos, eran tiempos muy difíciles y no había dinero, si no podían pagar en monedas, pagaban con lo que tenían, azúcar, aceite.... lo que fuera, por eso en casa nunca nos faltó nada". MARÍA ROSA MARTÍN.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas de trigo, centeno, cebada, patatas, judías y garbanzos.
-La de la tía Paulina.
-La de el tío León.
-La de el tío Coleto.
-La de la tía Brígida.
-La de la tía María.
-La de la tía Justa.
-La de la tía Rosa.
-La de la tía Regina.
-Casa el Bueno.
-Casa de Victoriano.
Nunca llegó la luz eléctrica a la aldea. Los candiles de petróleo en la cocina y los de aceite en las habitaciones eran sus fuentes de iluminación. Alguna casa tenía candiles de carburo. Para salir a la calle de noche o a las cuadras se utilizaban faroles de aceite.
Para calentar la lumbre de las cocinas se abastecían de escobas, un tipo de arbusto abundante en la sierra. Había dos variedades: serranas y pajareras. También se aprovechaban los restos de la poda de árboles frutales o lo que se podía sacar de árboles muertos.
Para abastecerse de agua para consumo tenían una fuente a quinientos metros de la aldea.
Casi todas las casas tenían su horno. Se amasaba cada dos semanas. Se hacían alrededor de diecisiete panes de dos kilos cada uno en cada hornada. Se guardaban en un arca de madera cubiertos con tela de lienzo.
Eran años muy difíciles y a pesar de que había para comer, la gente se las tenía que ingeniar para salir adelante y mejorar un poco la calidad de vida.
"Mi padre era productor de trigo, le obligaban a declarar la cantidad que cosechaba y entregarlo en la harinera estatal, en El Barco. Allí calculaban el pan que le correspondía según el numero de familia que tenia y el resto se lo daban en harina negra, no sé qué clase de harina era, venia de África y la gente enfermaba, mi padre la recogía y con ella mi madre la amasaba para los perros. Naturalmente siempre declaraba menos cantidad de lo que recogía, lo que quedaba en casa lo llevaba a moler al molino donde molían el grano para los animales, de esta manera el molinero también tenía pan blanco. Mi padre con esto del pan hacia contrabando y lo digo muy orgullosa porque era trabajador y honesto y hacia lo que cualquier persona para sacar a su familia adelante sin hacer mal a nadie. En Becedas había una mujer viuda con dos hijos mozos, esta mujer era panadera, cada día amasaba el pan y por la noche sus hijos y mi padre se encontraban en el monte y cambiaban la carga de las mulas, ellos volvían a su casa y mi padre iba toda la noche de pueblo en pueblo a vender pan, campo a través, vadeando ríos y evitando los caminos para no ser descubierto por la Guardia Civil (por suerte nunca lo cogieron), las clientas lo esperaban como agua de mayo, para dar pan blanco a sus hijos, eran tiempos muy difíciles y no había dinero, si no podían pagar en monedas, pagaban con lo que tenían, azúcar, aceite.... lo que fuera, por eso en casa nunca nos faltó nada". MARÍA ROSA MARTÍN.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas de trigo, centeno, cebada, patatas, judías y garbanzos.
Como árboles frutales tenían manzanos, perales, castaños y cerezos.
Iban a moler el grano al molino situado junto al arroyo Endrinal a medio camino entre Los Loros y Los Cerrudos.
El Pradillo
El Prado Largo
El Tocón
La Papua
Las Eras
Los Colladillos
Los Prados Cerrás
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Casas de la Sierra que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
La ganadería se repartía entre ovejas, cabras y vacas.
Las vacas se llevaban en primavera a pastar a la sierra, a un lugar llamado El Cirbunal. Contrataban un vaquero para ello y lo equipaban de víveres.
Las ovejas se esquilaban en junio, entre San Juan y San Pedro y en julio las enviaban a las dehesas de Extremadura. Se contrataba a dos pastores para el cuidado de los rebaños y cada semana dos de los ganaderos les llevaban alimentos. Esto se hacía conjuntamente con los de Santa Lucia y el resto de anejos.
El resto del año cada familia se encargaba de sacar a pastorear su rebaño.
Durante unos días era costumbre juntarlas todas por la noche y encerrarlas de manera alternativa en fincas cercadas con cordeles sujetas cada tres metros a estacas de madera clavadas en el suelo para que abonasen la tierra con su estiércol. Dicho cercado era portátil y se iba trasladando de una finca a otra conforme se iba estercolando.
Según el número de animales que tuviera cada propietario les tocaba dormir por las noches junto al ganado bajo cubierto en una especie de cabaña de forma cónica hecha con lona y palos de madera clavados en el suelo. Tenían perros mastines para defenderlas de los lobos.
En invierno los rebaños dormían en los corrales que tenía cada familia destinado para tal uso.
Corderos y terneros se llevaban a vender a Barco en alguna de las ferias de ganado o bien los lunes en el mercado.
Se mataban uno o dos cerdos al año según las posibilidades y el número de personas que hubiera en cada familia.
Se compraban pequeños en la feria de mayo de El Barco. Se cebaban bien hasta el invierno cuando se acostumbraba a hacer la matanza.
"Para la matanza se mataban los cerdos en la calle, todos los vecinos ayudaban, uno de ellos llevaba las muestras al veterinario para analizarlas y cuando volvía, si el cerdo estaba bien, asábamos su cola y los niños de la familia la repartían entre todos los niños de la aldea, se hacia una gran fiesta y se invitaba a todos los parientes y vecinos. Los hombres descuartizaban el animal, picaban la carne, preparaban el lugar para colgarlo y conservarlo todo, preparaban leña para el fuego...., las mujeres lavaban los intestinos del animal, preparaban el mondongo, adobaban y hacían los embutidos. La noche anterior a la matanza, toda la familia la pasaba pelando cebollas y calabazas y cociéndolas para hacer las morcillas". MARÍA ROSA MARTÍN.
Conejos y perdices abundaban en esta zona serrana.
"Mi padre no era cazador aunque de vez en cuando salía a cazar conejos. A veces salía al atardecer y decía que iba a buscar la cena, en menos de una hora volvía con dos o tres conejos. Teníamos en casa una perra que era única para la caza.
Aunque en las Casas solo recuerdo un cazador de verdad: Benito. decían que era el mejor, donde ponía el ojo ponía la bala. Cazaba de todo: conejos, perdices, zorros, gatos monteses...". MARÍA ROSA MARTÍN.
Como no podía ser menos, en un lugar tan aislado la convivencia y la armonía entre los vecinos era fundamental para que la vida fuera un poco más fácil.
"El vecindario era bien avenido, yo no recuerdo conflictos importantes, más bien éramos como una gran familia, nos ayudábamos entre todos, si a alguien le ocurría algo acudían todos para ayudarle. Recuerdo una vez que se cayó una ternera a un pozo y tuvieron que sacrificarla, todos los vecinos compraron carne para que la perdida no fuera tan grande". MARÍA ROSA MARTÍN.
El médico, don Francisco vivía en Santa Lucia, había que bajar a buscarle con una caballería cuando tenía que visitar a alguien que estaba enfermo.
Delfina, la cartera de Santa Lucia era la que subía a repartir la correspondencia en Las Casas. Solía hacer el trayecto andando o en burro.
Don Manuel, el cura de Santa Lucia acostumbraba por Semana Santa a recorrer andando los anejos acompañado de sus monaguillos y portando unas grandes cestas donde recogían huevos y productos de la matanza que les daban los vecinos.
Para los oficios religiosos también tenían que coger el camino que les bajaba a Santa Lucia.
"Los domingos era obligatorio acudir a misa, cuando bajábamos llevábamos las medias en el bolsillo y nos las poníamos antes de entrar a Santa Lucia, lo hacíamos para que no se hicieran carreras, era obligatorio entrar con medias, manga larga y velo en la cabeza a la iglesia.
Cuando paria una vaca mi madre nos daba una botella de leche que ofrecía a San Antonio, la poníamos en el altar del Santo y cuando acababa la misa el sacristán la subastaba a la puerta de la iglesia, teníamos que mirar quien la llevaba para que devolviera la botella vacía". MARÍA ROSA MARTÍN.
No había escuela en Las Casas y los niños en edad escolar tenían que bajar a la de Santa Lucía de la Sierra. Estaban separados por sexos, un aula para niños y otro para niñas. Don Alberto y doña Ángela que eran matrimonio eran los que impartían enseñanza en la escuela de Santa Lucia en los años 50.
"Bajábamos a la escuela entre cinco y siete niños desde Las Casas, con edades entre los 5 y los 14 años. Íbamos todos juntos y los mayores siempre cuidaban de los más pequeños. Si había nevado íbamos también a la escuela a no ser que fuera una nevada muy grande, los padres hacían camino y nos llevaban con burros o mulos, y por la tarde si el tiempo estaba malo nos iban a buscar.
Las madres nos bajaban la comida a mitad de camino y dos o tres de nosotros solíamos subir a buscar la de todos. Si hacia buen tiempo comíamos al lado de una fuente en las afueras de Santa Lucia y si hacia mal tiempo comíamos en casa de algún familiar o conocido, pero siempre con la comida nuestra. Como eran tiempos de posguerra a la escuela llegaba leche en polvo y mantequilla, nos obligaban a llevar de casa una rebanada de pan y un vaso y en el recreo nos daban leche con mantequilla untada en la rebanada". MARÍA ROSA MARTÍN.
Los Reyes como es de imaginar eran días muy entrañables para los niños de esta aldea tan apartada y alejada de todo tipo de progreso.
"La noche del 5 de enero cogíamos cencerros y campanillas de los animales y salíamos a hacer ruido a los canchales que hay a la entrada del pueblo para dar la bienvenida a Los Reyes Magos y el día 6 volvíamos hacer lo mismo para despedirlos. Esa noche tan esperada dejábamos los zapatos delante del fuego y mi madre nos ponía la naranja más gorda que encontraba en el mercado, un plátano, (naranjas y plátanos no comíamos casi nunca, había otras frutas, por eso era algo especial) chocolate, caramelos y varias chucherías, también nos ponía dinero que al día siguiente nos lo recogía otra vez, esto puede parecer extraño, pero eran otros tiempos, hace 60 años. En Navidad a la familia de Madrid, mi madre les enviaba productos del campo y de la matanza y ellos nos enviaban turrón, dulces navideños y lotería". MARÍA ROSA MARTÍN.
Carecían de fiestas patronales pero participaban conjuntamente con las de Santa Lucia de la Sierra donde estaba el ayuntamiento y que englobaba varias aldeas.
"Cuando un joven forastero pretendía a una moza del pueblo, los jóvenes del pueblo le hacían pagar una cena para todos, que consistía en un asado de carne y vino. Las bodas se celebraban en alguna casa vacía, la limpiaban, la adornaban lo mejor que sabían, mataban algún animal: corderos, pollos o algún ternero, hacían pastas y bebida y las mejores cocineras hacían la comida, también se solía celebrar la 1ª amonestación". MARÍA ROSA MARTÍN.
Los lunes era el día que se aprovechaba para bajar hasta el Barco de Ávila donde había mercado.
Debido al aislamiento que padecían y la ausencia de infraestructuras la gente se fue marchando de la aldea.
"La gente no emigró por pobreza como ocurrió en otras partes de España, la gente emigró por falta de infraestructuras y servicios. La comida no nos faltaba, vivíamos muy bien, pero nos faltaba todo lo demás. No había carretera, no había luz, no había agua corriente, para ir los niños a la escuela, las personas a la iglesia, al cementerio, al médico, a cualquier gestión al ayuntamiento, etc, teníamos que bajar a Santa Lucia por un precario camino, lo que hacía todo muy difícil y la vida muy dura". MARÍA ROSA MARTÍN.
Unos se bajaron a Santa Lucia de la Sierra, algunas familias a Barco de Ávila y otras a Madrid.
Visitas realizadas en julio de 1997, julio de 2011 y julio de 2020.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Realizo mi tercera visita a esta aldea serrana con nueve años de diferencia con respecto a la segunda y veintitrés con la primera. Las tres coinciden en el mismo mes: julio.
Es de mañana temprano cuando llego a Santa Lucia de la Sierra, punto de partida para llegar a las alturas donde se encuentra ubicada Las Casas.
Santa Lucia apenas está despertando al nuevo día. Aún así una persona está realizando faena en un huerto cercano, dos mujeres conversan a la puerta de una casa, otra está barriendo el tramo de calle próximo a su vivienda y una niña pedalea con una bicicleta. Es verano y se nota la tímida presencia de veraneantes.
Cojo la calle (ya conocida) que me llevará hasta el sendero adecuado para llegar a mi destino.
En media hora habré alcanzado mi objetivo. El camino es en constante subida, más duro al comienzo, al salir de Santa Lucia, y luego ya se va suavizando. Miro hacia arriba al robledal donde está la aldea, apenas se distingue entre un pequeño claro una edificación. Difícil e inimaginable saber que ahí hubo un pueblo si no se sabe.
El camino está rebosante de vegetación a ambos lados, mucho insecto revoloteando y haciendo "compañía".
En las últimas rampas ya diviso varias construcciones. Al ir ganando en altura las vistas desde aquí son deliciosas: Santa Lucía, Serranía, Los Loros a mis pies, el embalse de Santa Lucia un poco más retirado, la sierra de Gredos enfrente, otros pueblos que se recuestan en aquella vertiente....
Penetro en la aldea por su calle de entrada. Todo igual. Más vegetación, bastante más. Llego hasta la parte central, no hay signos apreciables de que Las Casas hayan ido a peor desde mi última visita, pero eso habría que achacarlo a que ya poco queda en pie. Me muevo por sus escasas calles, en algunos tramos con dificultad por la vegetación. Excepto una las demás viviendas ya no son reconocibles. Sin tejado, con los muros a medio caer y con la maleza avasallando el visitante ya no sabría distinguir si lo que está viendo es un pajar o una vivienda en la mayoría de los casos.
Estando por allí no puedo por menos que recordar cuando visité por primera vez este lugar en el lejano año de 1997 ¡Qué diferente a lo que veo ahora! Un precioso grupo de casas serranas de piedra se apareció ante mis ojos. Un deleite visual. Siempre me acuerdo de lo que disfruté aquella tarde (ya bien avanzada porque eran las nueve de la noche). Y me acordé de los pensamientos que me asaltaron aquel día sobre lo duro que tuvo que ser la vida en este aéreo lugar.
El incendio que hubo años después destrozó de un plumazo la fisonomía de esta aldea serrana.
Sigo transitando por donde la vegetación me deja y me decido a ir a la fuente, la cual no conocía en mis anteriores visitas. Doy con ella fácilmente. Un fresco y rebosante caudal de agua sale de las entrañas de la tierra. El terreno está encharcado y hay que ir dando saltos para poder contemplar bien.
En una era cercana pastan las vacas de algún ganadero. Me miran con extrañeza. ¿Qué se le habrá perdido al forastero por aquí? pareciera que estuvieran pensando.
Vuelvo hacía el pueblo y me subo a las peñas que se sitúan por encima de las edificaciones. Fabuloso lugar. Para sentarse, meditar, contemplar y dejar que el tiempo avance despacio. Veo el pueblo muy diferente lógicamente a como lo verían ellos cuando se subieran a estas gigantescas rocas.
La huella de la derrota se palpa desde este mirador. La visión de un pueblo ya irrecuperable. Apenas un par de edificaciones con tejado, los demás nada.
Y una vez más pienso en lo dura que tuvo que ser la vida en este lugar comparado con los pueblos que están abajo en la zona más llana. Estando aquí comprendes porque la gente se marchó. El progreso no llegaba hasta esta solitaria aldea de Las Casas.
Despierto del ensimismamiento en que me encontraba y bajo de las piedras. Paso junto a la acequia por la que todavía baja agua y enfilo la calle de salida. Una última mirada para ver lo que un día fue un bonito lugar y voy descendiendo el camino en zig zag que me llevará hasta Santa Lucia.
Ubicación de la aldea en lo alto de la sierra, escondida entre un robledal.
Voluminosas piedras graníticas cohabitan con la aldea en perfecta simbiosis.
Bajando por el camino de la fuente. El pajar del tío León en primer plano.
Año 1997. La casa de la tía Brigida. Vivía con ella un hijo soltero (Leoncio) y cinco nietos: Rufina, Feliciano, Milagros, Pablo y Magdalena. La tía Brigida falleció en el pueblo y el resto de la familia emigró a Madrid.
A la derecha de la vivienda estaba la cuadra donde guardaban las caballerías y las vacas, quedando la planta de arriba para pajar.
Calle de las Casas. Abundantes canchales de piedra granítica como el del fondo que servían para trabajar las fachadas de las edificaciones. A la derecha edificaciones del tío Bonifacio (gallinero y establo). A continuación con el edificio todavía en pie vista de la cuadra por su parte trasera donde guardaba las vacas la familia de la tía Brigida.
A la izquierda de la calle se encontraban la casa de Victoriano y la de la tía Rosa asfixiadas por una envolvente vegetación.
Establo del tío Bonifacio. Aquí guardaba las vacas, las caballerías y el carro.
Trasera del establo de la tía Brigida. En el rincón de la pared había un poyo grande de piedra plana donde acostumbraban las mujeres a sentarse al sol en invierno y donde cosían, hacían punto y hablaban de sus cosas. A la izquierda la casa de la tía Rosa.
En la casa de la derecha vivía una hija de la tía Rosa, Juana García, casada con Francisco Martín (natural de Los Llanos de Tormes. Tuvieron cuatro hijos: Miguel, Rosa, Pedro y Lucia. Miguel vivía con sus tíos en Los Llanos de Tormes. La familia emigró a Barcelona.
"Casi todas las casas tenían una distribución interior muy parecida: una planta y el sobrao. En la nuestra había un portal a la entrada, a la derecha la sala y dos alcobas, a la izquierda otro dormitorio, al fondo la cocina y detrás de esta la despensa. La cocina era bastante grande, era donde hacíamos vida toda la familia, sobre todo en invierno, en su lado izquierdo había otra habitación donde se guardaban patatas y otros alimentos. En el sobrao estaba el horno y el granero". MARÍA ROSA MARTÍN.
Grupo de edificaciones donde la ruina es generalizada. Sin tejados, los muros a medio caer y la vegetación haciéndose la dueña.
La casa de la tía María. Era de las pocas viviendas que tenía dos plantas más sobrao. Vivía ella con sus tres hijos: Pedro, Eduvigis y Eduardo. Se bajaron a Santa Lucia.
Año 1997. Casa sin uso habitable que utilizaban los hijos de la tía María para guardar ganado.
Año 1997. La casa de la tía Paulina, gallinero en primer plano. Adosada a la vivienda por el otro lado estaba la casa del Urdidor, era donde guardaban los cerdos la familia de la tía Rosa.
Año 2011. La casa de la tía Paulina. La misma imagen de la fotografía anterior.
Calle de salida del pueblo para coger el camino de Santa Lucia.
Inmejorables vistas desde las Casas. En primer término el pueblo de Serranía y a la derecha el embalse de Santa Lucia, al fondo la sierra de Gredos.
Iban a moler el grano al molino situado junto al arroyo Endrinal a medio camino entre Los Loros y Los Cerrudos.
El Pradillo
El Prado Largo
El Tocón
La Papua
Las Eras
Los Colladillos
Los Prados Cerrás
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Casas de la Sierra que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
La ganadería se repartía entre ovejas, cabras y vacas.
Las vacas se llevaban en primavera a pastar a la sierra, a un lugar llamado El Cirbunal. Contrataban un vaquero para ello y lo equipaban de víveres.
Las ovejas se esquilaban en junio, entre San Juan y San Pedro y en julio las enviaban a las dehesas de Extremadura. Se contrataba a dos pastores para el cuidado de los rebaños y cada semana dos de los ganaderos les llevaban alimentos. Esto se hacía conjuntamente con los de Santa Lucia y el resto de anejos.
El resto del año cada familia se encargaba de sacar a pastorear su rebaño.
Durante unos días era costumbre juntarlas todas por la noche y encerrarlas de manera alternativa en fincas cercadas con cordeles sujetas cada tres metros a estacas de madera clavadas en el suelo para que abonasen la tierra con su estiércol. Dicho cercado era portátil y se iba trasladando de una finca a otra conforme se iba estercolando.
Según el número de animales que tuviera cada propietario les tocaba dormir por las noches junto al ganado bajo cubierto en una especie de cabaña de forma cónica hecha con lona y palos de madera clavados en el suelo. Tenían perros mastines para defenderlas de los lobos.
En invierno los rebaños dormían en los corrales que tenía cada familia destinado para tal uso.
Corderos y terneros se llevaban a vender a Barco en alguna de las ferias de ganado o bien los lunes en el mercado.
Se mataban uno o dos cerdos al año según las posibilidades y el número de personas que hubiera en cada familia.
Se compraban pequeños en la feria de mayo de El Barco. Se cebaban bien hasta el invierno cuando se acostumbraba a hacer la matanza.
"Para la matanza se mataban los cerdos en la calle, todos los vecinos ayudaban, uno de ellos llevaba las muestras al veterinario para analizarlas y cuando volvía, si el cerdo estaba bien, asábamos su cola y los niños de la familia la repartían entre todos los niños de la aldea, se hacia una gran fiesta y se invitaba a todos los parientes y vecinos. Los hombres descuartizaban el animal, picaban la carne, preparaban el lugar para colgarlo y conservarlo todo, preparaban leña para el fuego...., las mujeres lavaban los intestinos del animal, preparaban el mondongo, adobaban y hacían los embutidos. La noche anterior a la matanza, toda la familia la pasaba pelando cebollas y calabazas y cociéndolas para hacer las morcillas". MARÍA ROSA MARTÍN.
Conejos y perdices abundaban en esta zona serrana.
"Mi padre no era cazador aunque de vez en cuando salía a cazar conejos. A veces salía al atardecer y decía que iba a buscar la cena, en menos de una hora volvía con dos o tres conejos. Teníamos en casa una perra que era única para la caza.
Aunque en las Casas solo recuerdo un cazador de verdad: Benito. decían que era el mejor, donde ponía el ojo ponía la bala. Cazaba de todo: conejos, perdices, zorros, gatos monteses...". MARÍA ROSA MARTÍN.
Como no podía ser menos, en un lugar tan aislado la convivencia y la armonía entre los vecinos era fundamental para que la vida fuera un poco más fácil.
"El vecindario era bien avenido, yo no recuerdo conflictos importantes, más bien éramos como una gran familia, nos ayudábamos entre todos, si a alguien le ocurría algo acudían todos para ayudarle. Recuerdo una vez que se cayó una ternera a un pozo y tuvieron que sacrificarla, todos los vecinos compraron carne para que la perdida no fuera tan grande". MARÍA ROSA MARTÍN.
El médico, don Francisco vivía en Santa Lucia, había que bajar a buscarle con una caballería cuando tenía que visitar a alguien que estaba enfermo.
Delfina, la cartera de Santa Lucia era la que subía a repartir la correspondencia en Las Casas. Solía hacer el trayecto andando o en burro.
Don Manuel, el cura de Santa Lucia acostumbraba por Semana Santa a recorrer andando los anejos acompañado de sus monaguillos y portando unas grandes cestas donde recogían huevos y productos de la matanza que les daban los vecinos.
Para los oficios religiosos también tenían que coger el camino que les bajaba a Santa Lucia.
"Los domingos era obligatorio acudir a misa, cuando bajábamos llevábamos las medias en el bolsillo y nos las poníamos antes de entrar a Santa Lucia, lo hacíamos para que no se hicieran carreras, era obligatorio entrar con medias, manga larga y velo en la cabeza a la iglesia.
Cuando paria una vaca mi madre nos daba una botella de leche que ofrecía a San Antonio, la poníamos en el altar del Santo y cuando acababa la misa el sacristán la subastaba a la puerta de la iglesia, teníamos que mirar quien la llevaba para que devolviera la botella vacía". MARÍA ROSA MARTÍN.
No había escuela en Las Casas y los niños en edad escolar tenían que bajar a la de Santa Lucía de la Sierra. Estaban separados por sexos, un aula para niños y otro para niñas. Don Alberto y doña Ángela que eran matrimonio eran los que impartían enseñanza en la escuela de Santa Lucia en los años 50.
"Bajábamos a la escuela entre cinco y siete niños desde Las Casas, con edades entre los 5 y los 14 años. Íbamos todos juntos y los mayores siempre cuidaban de los más pequeños. Si había nevado íbamos también a la escuela a no ser que fuera una nevada muy grande, los padres hacían camino y nos llevaban con burros o mulos, y por la tarde si el tiempo estaba malo nos iban a buscar.
Las madres nos bajaban la comida a mitad de camino y dos o tres de nosotros solíamos subir a buscar la de todos. Si hacia buen tiempo comíamos al lado de una fuente en las afueras de Santa Lucia y si hacia mal tiempo comíamos en casa de algún familiar o conocido, pero siempre con la comida nuestra. Como eran tiempos de posguerra a la escuela llegaba leche en polvo y mantequilla, nos obligaban a llevar de casa una rebanada de pan y un vaso y en el recreo nos daban leche con mantequilla untada en la rebanada". MARÍA ROSA MARTÍN.
Los Reyes como es de imaginar eran días muy entrañables para los niños de esta aldea tan apartada y alejada de todo tipo de progreso.
"La noche del 5 de enero cogíamos cencerros y campanillas de los animales y salíamos a hacer ruido a los canchales que hay a la entrada del pueblo para dar la bienvenida a Los Reyes Magos y el día 6 volvíamos hacer lo mismo para despedirlos. Esa noche tan esperada dejábamos los zapatos delante del fuego y mi madre nos ponía la naranja más gorda que encontraba en el mercado, un plátano, (naranjas y plátanos no comíamos casi nunca, había otras frutas, por eso era algo especial) chocolate, caramelos y varias chucherías, también nos ponía dinero que al día siguiente nos lo recogía otra vez, esto puede parecer extraño, pero eran otros tiempos, hace 60 años. En Navidad a la familia de Madrid, mi madre les enviaba productos del campo y de la matanza y ellos nos enviaban turrón, dulces navideños y lotería". MARÍA ROSA MARTÍN.
Carecían de fiestas patronales pero participaban conjuntamente con las de Santa Lucia de la Sierra donde estaba el ayuntamiento y que englobaba varias aldeas.
Bajaban a celebrar a Santa Lucia el 13 de diciembre y a San Antonio el 13 de junio.
"Cuando un joven forastero pretendía a una moza del pueblo, los jóvenes del pueblo le hacían pagar una cena para todos, que consistía en un asado de carne y vino. Las bodas se celebraban en alguna casa vacía, la limpiaban, la adornaban lo mejor que sabían, mataban algún animal: corderos, pollos o algún ternero, hacían pastas y bebida y las mejores cocineras hacían la comida, también se solía celebrar la 1ª amonestación". MARÍA ROSA MARTÍN.
Los lunes era el día que se aprovechaba para bajar hasta el Barco de Ávila donde había mercado.
Solían llevar el burro cargado con cargas de escobas (leña) y huevos y compraban los productos de los que carecían en la aldea: aceite, azúcar, arroz, petróleo para el candil, pescado, hilo, ropa, etc, algunas veces llevaban a vender una ternera o un cordero.
Por Las Casas solían acudir por temporadas diversos vendedores ambulantes, tal era el caso de uno que venía con un carro desde el pueblo cacereño de Tornavacas vendiendo vino y aceite.
Aunque eran años donde escaseaba el tiempo para el ocio, la juventud acudía a las fiestas de los pueblos de alrededor. Las chicas iban a la fuente y con ello los chicos detrás a cortejarlas. Algunos hombres bajaban los domingos a Santa Lucía a la taberna a jugar a las cartas.
Sobre 1960 el ayuntamiento de Santa Lucia puso el primer televisor que hubo en el pueblo y acudía la gente a ver la programación.
Aunque eran años donde escaseaba el tiempo para el ocio, la juventud acudía a las fiestas de los pueblos de alrededor. Las chicas iban a la fuente y con ello los chicos detrás a cortejarlas. Algunos hombres bajaban los domingos a Santa Lucía a la taberna a jugar a las cartas.
Sobre 1960 el ayuntamiento de Santa Lucia puso el primer televisor que hubo en el pueblo y acudía la gente a ver la programación.
"La gente no emigró por pobreza como ocurrió en otras partes de España, la gente emigró por falta de infraestructuras y servicios. La comida no nos faltaba, vivíamos muy bien, pero nos faltaba todo lo demás. No había carretera, no había luz, no había agua corriente, para ir los niños a la escuela, las personas a la iglesia, al cementerio, al médico, a cualquier gestión al ayuntamiento, etc, teníamos que bajar a Santa Lucia por un precario camino, lo que hacía todo muy difícil y la vida muy dura". MARÍA ROSA MARTÍN.
Unos se bajaron a Santa Lucia de la Sierra, algunas familias a Barco de Ávila y otras a Madrid.
Hasta la década de los 80 hubo vida en Las Casas por medio de la tía María y sus tres hijos (Pedro, Eduvigis y Eduardo) que fueron los últimos en marchar y lo hicieron a Santa Lucia de la Sierra, aunque Paulino Sánchez que se había bajado al pueblo de Los Loros siguió subiendo durante años a atender el ganado que allí tenia, fue la última persona que deambuló por sus calles y mantuvo presencia humana en la aldea.
Posteriormente en el año 2002 un incendio que hubo en toda esta parte de la sierra de Béjar dejo lo que era una muy bonita aldea serrana herida de muerte para que la vegetación y las inclemencias meteorológicas terminen de hacer el resto.
Visitas realizadas en julio de 1997, julio de 2011 y julio de 2020.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Realizo mi tercera visita a esta aldea serrana con nueve años de diferencia con respecto a la segunda y veintitrés con la primera. Las tres coinciden en el mismo mes: julio.
Es de mañana temprano cuando llego a Santa Lucia de la Sierra, punto de partida para llegar a las alturas donde se encuentra ubicada Las Casas.
Santa Lucia apenas está despertando al nuevo día. Aún así una persona está realizando faena en un huerto cercano, dos mujeres conversan a la puerta de una casa, otra está barriendo el tramo de calle próximo a su vivienda y una niña pedalea con una bicicleta. Es verano y se nota la tímida presencia de veraneantes.
Cojo la calle (ya conocida) que me llevará hasta el sendero adecuado para llegar a mi destino.
En media hora habré alcanzado mi objetivo. El camino es en constante subida, más duro al comienzo, al salir de Santa Lucia, y luego ya se va suavizando. Miro hacia arriba al robledal donde está la aldea, apenas se distingue entre un pequeño claro una edificación. Difícil e inimaginable saber que ahí hubo un pueblo si no se sabe.
El camino está rebosante de vegetación a ambos lados, mucho insecto revoloteando y haciendo "compañía".
En las últimas rampas ya diviso varias construcciones. Al ir ganando en altura las vistas desde aquí son deliciosas: Santa Lucía, Serranía, Los Loros a mis pies, el embalse de Santa Lucia un poco más retirado, la sierra de Gredos enfrente, otros pueblos que se recuestan en aquella vertiente....
Penetro en la aldea por su calle de entrada. Todo igual. Más vegetación, bastante más. Llego hasta la parte central, no hay signos apreciables de que Las Casas hayan ido a peor desde mi última visita, pero eso habría que achacarlo a que ya poco queda en pie. Me muevo por sus escasas calles, en algunos tramos con dificultad por la vegetación. Excepto una las demás viviendas ya no son reconocibles. Sin tejado, con los muros a medio caer y con la maleza avasallando el visitante ya no sabría distinguir si lo que está viendo es un pajar o una vivienda en la mayoría de los casos.
Estando por allí no puedo por menos que recordar cuando visité por primera vez este lugar en el lejano año de 1997 ¡Qué diferente a lo que veo ahora! Un precioso grupo de casas serranas de piedra se apareció ante mis ojos. Un deleite visual. Siempre me acuerdo de lo que disfruté aquella tarde (ya bien avanzada porque eran las nueve de la noche). Y me acordé de los pensamientos que me asaltaron aquel día sobre lo duro que tuvo que ser la vida en este aéreo lugar.
El incendio que hubo años después destrozó de un plumazo la fisonomía de esta aldea serrana.
Sigo transitando por donde la vegetación me deja y me decido a ir a la fuente, la cual no conocía en mis anteriores visitas. Doy con ella fácilmente. Un fresco y rebosante caudal de agua sale de las entrañas de la tierra. El terreno está encharcado y hay que ir dando saltos para poder contemplar bien.
En una era cercana pastan las vacas de algún ganadero. Me miran con extrañeza. ¿Qué se le habrá perdido al forastero por aquí? pareciera que estuvieran pensando.
Vuelvo hacía el pueblo y me subo a las peñas que se sitúan por encima de las edificaciones. Fabuloso lugar. Para sentarse, meditar, contemplar y dejar que el tiempo avance despacio. Veo el pueblo muy diferente lógicamente a como lo verían ellos cuando se subieran a estas gigantescas rocas.
La huella de la derrota se palpa desde este mirador. La visión de un pueblo ya irrecuperable. Apenas un par de edificaciones con tejado, los demás nada.
Y una vez más pienso en lo dura que tuvo que ser la vida en este lugar comparado con los pueblos que están abajo en la zona más llana. Estando aquí comprendes porque la gente se marchó. El progreso no llegaba hasta esta solitaria aldea de Las Casas.
Despierto del ensimismamiento en que me encontraba y bajo de las piedras. Paso junto a la acequia por la que todavía baja agua y enfilo la calle de salida. Una última mirada para ver lo que un día fue un bonito lugar y voy descendiendo el camino en zig zag que me llevará hasta Santa Lucia.
Llegada a Casas de la Sierra.
A la derecha de la vivienda estaba la cuadra donde guardaban las caballerías y las vacas, quedando la planta de arriba para pajar.
Año 2011. La misma imagen de la fotografía anterior.
A la izquierda de la calle se encontraban la casa de Victoriano y la de la tía Rosa asfixiadas por una envolvente vegetación.
Año 1997. Las dos casas de la tía Rosa.
En la de la izquierda vivía un hijo de ella, Victoriano García, casado con María García (natural de Palacios de Becedas). Tuvieron cuatro hijos: Mercedes, Demetrio, Antonio y José Enrique. Se bajaron a Santa Lucia para posteriormente en una segunda emigración marcharse a Madrid.En la casa de la derecha vivía una hija de la tía Rosa, Juana García, casada con Francisco Martín (natural de Los Llanos de Tormes. Tuvieron cuatro hijos: Miguel, Rosa, Pedro y Lucia. Miguel vivía con sus tíos en Los Llanos de Tormes. La familia emigró a Barcelona.
"Casi todas las casas tenían una distribución interior muy parecida: una planta y el sobrao. En la nuestra había un portal a la entrada, a la derecha la sala y dos alcobas, a la izquierda otro dormitorio, al fondo la cocina y detrás de esta la despensa. La cocina era bastante grande, era donde hacíamos vida toda la familia, sobre todo en invierno, en su lado izquierdo había otra habitación donde se guardaban patatas y otros alimentos. En el sobrao estaba el horno y el granero". MARÍA ROSA MARTÍN.
La casa de la tía Rosa por su parte trasera.
Año 2011. El mismo edificio de la imagen anterior.
Año 1997. Vivienda.
Año 2011. La misma imagen de la fotografía anterior.
La fuente.
Gran idea la de poner fotos antiguas para comparar, asi todos vemos mas facilmente el efecto devastador del paso del tiempo;
ResponderEliminarLa vegetacion devorando todo, los tejados en el suelo...
Fantastico reportaje.
Saludos.
Insisto en el comentario anterior. Impresiona ver el deterioro causado por el paso de 14 años. Es fácil adivinar, a ese mismo ritmo, qué va a a quedar de Casas de la Sierra y de otros muchos despoblados a corto plazo. Fundamental salvaguardar la memoria de estos lugares; e importantísimo el papel que juega este blog en este empeño. Una vez más... ¡enhorabuena, Faustino!.
ResponderEliminarDice un colega mío que hay que hacer nuchas fotos que luego las cosas se pierden. El poder cotejar fotos antiguas da clara idea de como pasan los años por encima de los despoblados.
ResponderEliminarPor cierto...¿Tejas vueltas?¿Pegadas con pasta?.
Buena entrada en tu línea.
Un saludo.
llevan un clavo en medio
EliminarAparte del deterioro, hace unos años hubo un incencio que provoco la caída de la mayoria de los tejados.
ResponderEliminarel domingo hubo otro incendio. Osea que imaginaos como puede haber quedado. Es una pena que el trabajo de nuestros abuelos acabe así.
ResponderEliminar¡¡Que tristeza ver así mi querida aldea!!, yo nací allí, allí viví hasta los 19 años y fuí feliz, en abril de 1966 me fuí a Barcelona, hoy tengo 65 años y vivo en un pueblecito precioso de Tarragona pero vuestro reportaje me ha tocado el corazón, mis sentimientos en este momento no se pueden explicar, gracias de todo corazón. Soy Rosa del tio Paco, así me llamaban
ResponderEliminarNo me extraña, a mí se me ha encogido el corazón , sin ser de allí. Muy bien contado como se vivía entonces. Mañana iré a ver lo que queda del pueblo pues vivo cerca
EliminarHola, soy Rosa de Las Casas de la Sierra, soy quien ha colaborado con Faustino explicándole como se vivía allí hace 60 o 70 años, cuando dices "se me ha encogido el corazón" me hace pensar que eres joven, que no has conocido los años de la posguerra, en esos años, pese a la dureza de la vida, nos podíamos considerar privilegiados, no nos faltó nunca lo esencial, algo que pasaba en otros lugares de la España profunda y hambrienta, la vida en aquellos años era muy dura para mucha gente, es casi imposible imaginarlo en estos tiempos de la tecnología.
EliminarGracias por tu interés por este salvaje pero hermoso lugar, y gracias a Faustino por hacer posible que no caiga en el olvido.
Un saludo
Se me encogió el corazón, no por las necesidades de la época, sino por los recuerdos de las vivencias que contabas.Hoy visite el pueblo....subí en bici. A medida que me acercaba, pensaba en la vida que habría visto ese camino...
EliminarNo soy de muchas fotos ,pero las vistas que tenía ante mi hicieron que parase varias veces,
La maleza ya hace difícil imaginar la distribución del pueblo. Se me hizo de noche deambulando por distintos senderos. Bonitos prados, y corrales, imagino que por ello se asentaron allí. Uno de ellos estaba levantado por jabalíes,supongo,.riachuelos emanando agua....volveré en breve. Dos preguntas me vienen a la mente, cuando se asentaron allí y de dónde procedían y si eran familia y la otra y a través de esos senderos que salen de todas partes se podía ir a otros pueblos o solo se accedía por Santa Lucía .....
Hola soy Rosa, me gustaría saber cómo llamarte, y dices que vives cerca, de dónde eres.
EliminarBueno, gracias por tu interés por nuestra aldea, en verdad, a mí me parece un lugar precioso, es verdad que la vida era dura, tal cual lo explico en el blog, pero los niños éramos felices, también es verdad que desde muy pequeños teníamos que colaborar en todas las faenas de casa, ir todos los días a la escuela a Santa Lucía, pero teníamos la libertad que hoy, pese a los avances tecnológicos, no tienen.
Los senderos que salen del pueblo o anejo, además de ir a Santa Lucía, hay otro que va al Tremedal y el de la fuente llega hasta Palacios de Becedas pero son senderos que son solo transitables a pie o a lomos de una caballería.
Yo ya tengo 76 años y hace casi 57 que me marché, desde agosto de 1997 no he vuelto al pueblo. Soy de pueblo y con orgullo, he elegido para vivir otro pueblo de montaña precioso, del cual me siento parte, en la provincia de Tarragona. Un saludo
Rosa
El incendio de febrero no a dañado mas el pueblo :D A nosotros nos pillo en Casas de la Sierra con todos los perretes y tubimos que irnos de alli por patas rompiendo monte hacia Los Loros porque nos pillaba el fuego.
ResponderEliminarEstube este fin de semana y aparte de los bajos de una puerta un pelin quemada no a dañado mas de lo que ya esta.
Me encanta este pueblo, las vistas, la gente (que aunque hablamos poco)
Nos encantaria saber mas sobre el pueblo (sus habitantes, sus costumbres, anecdotas)
yo soy hija del ultimo habitante del pequeño pueblo que me vio nacer y crecer.nunca olvidare los buenos momentos que alli vivi junto ha mis hermanas y mis padres,ni el tilo que nos recibia a la entrada del pueblo.cuando mi hija sea mayor la enseñare la verdadera belleza de la vida.
ResponderEliminarSoy Rosa del tio Paco, no sé quien eres pues cuando yo marché aun quedaba gente, ahora vivo en un pequeño pueblo de la provincia de Tarragona, precioso tambien, un verdadero paraiso, pero al contrario que el nuestro, este es un pueblo vivo en el parque natural "Los ports de Tortosa-Beceite", si te quieres comunicar conmigo te dejo mi correo electronico: mmartingarcia@hotmail.es
EliminarUn saludo Mª Rosa
para Rosa de Tio Paco tu aldea sigue siendo una bellezaa a pesar del abandono que tiene el lugar , nos gustaria que hablaras a tus hijos o nietos de tus pueblo y algun dia los puedas traer a visitarlo .
ResponderEliminarun saludo de una vecina que volvio a su pueblo
en Santa Lucia
Gracias, muchisimas gracias mi queria vecina, seas quien seas, en agosto de 1995 llevé a mi hijos para que lo conocieran, les encantó, es un lugar de una belleza que solo se puede ver, no se puede explicar, desde entonces no he vuelto, pero me gustaria que mis nietos tambien lo conocieran, ¡¡¡ cuantos recuerdos vienen a mi mente !!! y las lagrimas de emoción a mis ojos.
EliminarYa sabes, soy Rosa del tio Paco y por si te quieres poner en contarto conmigo y contarme cosas mmartingarcia@hotmail.es, un fuerte abrazo querida vecina
el otro dia llegué al pueblo por casualidad,recorro los viejos caminos que iban de un pueblo a otro y se encuentran abandonados,
ResponderEliminarcuando de repente apareció el pueblo me quedé sorprendido.
tengo que volver con más calma a recorrer sus calles
Me gusta el blog, es una buena idea.
Buenas,
ResponderEliminarHace poco subí, ya que me encanta y cada vez que puedo voy. Deciros que Paulino a sus casí 80 años sigue subiendo habitualmenta porque aún tiene su ganado en la zona.Que Agilidad!!!
Lo único que no ha cambiado es que el agua de la fuente sigue estando igual de buena y de fresquita. Y el tilo que sigue en pie
Paulino es mi abuelo, y es la persona mas ágil y con mas fuerza que conozco,ojala siga así muchos años.es de las mejores personas que hay en mi vida,mi abuelo mi padre,le quiero..
EliminarSiento decir que se han vuelto a quemar
ResponderEliminar¡¡ Que pena!!, la casa de la 2ª foto, la que tiene el tejado caido era de mis pasres, allí cerrabamos las vacas el carro, el burro, las cabras y las gallinas, en la parte de arriba se cerraba el heno, esa casa la llamabamos "La Teña", teniamos 4 casas. La Casa el Urdidor, La Casa de Arriba, La Teña y la casa donde viviamos que era Casa La tia Rosa (mi abuela materna).
ResponderEliminar! Ojala! cojan a los criminales pirómanos y les dén un castigo ejemplar.
Muchisimas gracias por preucuparos de este lugar y mantenerme informada.
Soy Rosa del tio Paco
hace un tiempo que esta este blog con fotos de Santa Lucia..
ResponderEliminarhttp://santaluciadelasierra.blogspot.com.es/
Naci y creci en LosLoros, pero tengo que decir que Las Casas de la Sierra tienen un encanto especial,no se si alguien que lea esto recordara una excursion que hicimos con la escuela con nuestra querida maestra a este bonito pueblo, subio tambien el sacerdote e hizo una misa en la era para que una anciana que vivia alli pudiera asitir,pues ella ya no podia bajar a la iglesia a Santa Lucia; tambien nos gustaba subir alli el dia del hornazo.somos muchos los que sin haber nacido alli somos descendientes de este pueblo, mi abuelo materno era de alli.
ResponderEliminarHe encontrado esta pagina por casualidad.
ResponderEliminarmis padres pasaban parte del tiempo en los loros y en la sierra.recuerdo cuando era pequeña nos subíamos los veranos a las casas de la sierra. que bien me lo pasaba corriendo por las calles,en los canchales.
cada vez que voy subo a las sierra,tiene algo mágico ,sus vistas,el agua fresquita,el tilero.
a pesar de haber sufrido dos incendios sigue siendo un lugar maravilloso.la primera vez que lleve a mis hijas me dijeron(mama y aquí vivía la gente y los abuelos. el pueblo de los abuelos aunque no tiene luz es muy bonito)bonito es poco.a un a dia de hoy mi padre sigue subiendo a su puebloy el de muchos que se fueron
querida vecina, espero coincidir alguna vez ahi en los loros y comentar sobre esta pagina, que ya veo nos ha gustado a las dos
Eliminarhe encontrado esta pagina por casualidad y me ha recordado mi juventud ya lejana, que tambien subiamos a comernos el hornazo, y que bien lo pasabamos en las heras del cirgunal, y claro como no pasar por las casas de la sierra a beber el agua tan fresquita.yo naci en la serrania, y me gustaria ver fotos de alli que tambien es muy bonito todo aquello. saludos
ResponderEliminarmadrid 17/6/2013
no tengo palabras para expresar,todo lo que a la mente se me viene .Aunque no soy nativo de aqui estuve un año concretamente en el año 1963 y los recuerdos me han retrotraido a aquello felices años.Yo residia en Santa lucia pero hice algunas visitas a las casas de la sierra y por supuesto a los loros, los cerrudos y la serrania !ay! !ay! el baile el dia DE SANTA LUCIA trece de diciembre que recuerdos maravilloso asi como maravillosos eran todos los habitante de aquellos lares por aquellos benditos dias un saludo muy cordial para todo el que recuerde estas tierras jojuza@gmai.com
ResponderEliminarEse baile que usted añora se celebra ahora en agosto, concretamente este año es este fin de semana, no sera como antaño pero yo coincidi las vacaciones un año en estas fechas y me encantaria volver a repetirlo, asique si quiere volver a recordar al año que viene en agosto para alla si le fuera posible.
Eliminarhola quiero dejar este comentario por que me parece una falta de respeto,de egoismo y de ser muy poco coerentes,.
ResponderEliminarmucha gente se fue de las casas de la sierra,del que era y es su pueblo.muchas personas van de excursion,senderismo a este vello y lindo pueblo.y despues de recorrer el pueblo verle,sacarle fotos no sevan de el sin ir a la fuente esa fuente que da un agua tan fresca y buena.
para que unos cuantos sinverguenzas quieran llevarse el agua a santa lucia,y no eso no es asi la gente no puede hacer las cosas a su antojo y pensar solo en ellos.eso no lo debemos permitir.
EL AGUA DE LAS CASAS DE A SIERRA ES DE LAS CASAS DE LAS SIERRA.
Espero que muchos penseis lo mismo y agamos todo por las casas de la sierra y su fuente.
HACE MUCHO TIEMPO QUE NADIE DICE NADA DE MI PUEBLO AGRADECERIA QUE ALGUIEN COMENTE COSAS YO COMO MUCHOS OTROS LO LEEMOS SOY HERMANO DE ROSA
ResponderEliminarPues Gracias a la situacion actual, puede que algunos de esos pueblos vuelvan a ver la vida por sus calles, yo lo veo cada vez mas claro
ResponderEliminarSeria un sueño hecho realidad ver de nuevo vida en las casas de la sierra..yo tengo tantos recuerdos;cierro los ojos y se me agolpan en la cabeza...esa casa donde naci hace 44 años con su cocina alta y las trebedes colgando sobre la lumbre el portal con sus repisas y su cantarera esos cuartos oscuros donde no entraba ni un rayo de luz.La sala donde mi madre tenia un baul lleno de ropa limpia lavada en la chorrera con ese agua helada, pobre ,hoy cumple 80 años y cuantas penas ha pasado para sacarnos adelante. ROSA tengo pendiente mandarte un correo y hablarte de mis padres saber si los recuerdas como ellos ha ti.
ResponderEliminarQue bien olia todo ha limpio ha bolas de alcanfor, ese desvan de madera donde se guardaba de todo.Cuantas noches de verano sentadas en la puerta del tio paco viendo un mar de estrellas..esa chiringuita que florecia en el mes de junio y que ramos cogiamos para llevarlos a la iglesia..AISSS tantos y tantos recuerdos .AMO ha mi pueblo mis raices ,alli naci y cuando muera que espero pasen muchos años para ello mis cenizas se quedaran alli. esa es mi voluntad y espero que los mios la respeten.
Hola, soy Rosa del tio Paco, tu comentario me ha emocionado, ha traido a mi mente muchos recuerdos, tu solo tienes 44 años y yo ya hace 49 que me marché del pueblo por lo que es imposible que te conozca pero seguro que a tus padres si los recuerdo si son de allí, los míos ya hace años que murieron, supongo que tu tampoco los conocistes ya que se marcharon también antes de que tu nacieras, recuerdo la chirínguita y el rosal que mi madre tenia en la puerta de casa y la acequia de agua clara que pasaba al lado, por debajo de aquellas 2 rocas, yo aquí también tengo una chiringuita en su recuerdo.
EliminarYo dudo que ese pueblo vuelva a ver la vida en sus calles, el terreno y las condiciones, pese a su belleza, es demasiado salvaje, solo alguien muy aventurero y con espíritu ermitaño podría vivir allí.
Me alegraría mucho que me escribieras a mi correo y me contaras cosas de allí, quién eres, o quién era tu familia, puedes hacerlo al correo que figura mas arriba, en algun otro comentario o a: 46temis@gmail.com
Un saludo
La verdad es muy bonito el pueblo. Hemos estado allí este fin de semana pasado y he visto que hay como una especie de minianfiteatro en la roca, como preparado para que se sentara la gente. ¿Se usaba para algo esa zona? Gracias
ResponderEliminarLa tranquilidad que allí se da unido a las inigualables vistas hacen de este sitio un lugar único y eso que la aldea esta muy machacada por el incendio que sufrió años atrás, no se puede apreciar ya la belleza que tenía antaño.
EliminarPor encima de las casas hay una buena selección de grandes piedras graníticas naturales, pero ignoro el lugar concreto por el que preguntas. No te puedo decir porque yo no recuerdo este punto que mencionas, igual alguien de los que allí vivieron lo puede aclarar.
Gracias Alberto por dejar tu comentario.
Saludos.
Hola, soy Rosa, yo nací y viví en la aldea hasta el año 1966 y creo que os puedo aclarar algo sobre esas rocas, si son las que hay mas arriba de las casas, estas rocas tenían varias funciones
EliminarAl lado había unos estanque o pozas donde se retenía el agua para el riego de los huertos de mas abajo, que a su vez servían para que las mujeres lavasen la ropa, la ropa blanca la lavaban la 1ª, y enjabonada la extendían al sol para blanquearla, el sol y el jabón hacían el efecto blanqueante natural, también los niños jugaban mientras sus madres lavaban, otro de los usos que se les daba era secar las judías y los garbanzos y con la ayuda de palos separarlos de las vainas y linpiarlos tirándolos al aire, otro era tirar sal para que las ovejas la comieran, los rumiantes la necesitan.
Muchísimas gracias Alberto por tu interés y a Faustino por su gran labor, espero haber sido de ayuda.
Un saludo a los dos
Mª Rosa
Creo que habrá quedado saciada la curiosidad de Alberto con tu amplia información.
EliminarUn cordial saludo Rosa.
Muchas gracias Rosa. Los nostálgicos del campo añoramos esos rincones en los que se vivía en ese contacto tan estrecho con la naturaleza, aunque la vida era más dura. Una nota... no me gusta la cabaña metálica que hay en la parte de arriba.
ResponderEliminarNo recuerdo ninguna cabaña metálica, podría ser que la hayan puesto después de mi marcha, la ultima vez que estuve allí fue en el verano de 1995.
EliminarTienes razón, aunque a vida era muy dura fueron años muy felices, desde entonces yo he vivido varios años en Barcelona pero ahora vivo en un pueblo, que como bien dices tu, en estrecho contacto con la naturaleza, claro que en condiciones muchísimo mas cómodas, me encanta.
Un saludo, Rosa
Hola me llamó Tere y tengo 41 años,santa lucía a sido mi pueblo de vacaciones todos los veranos desde pequeña,para mi no hay pueblo igual por su encanto su misterio.no se...mi madre era de ahí y por cuestiones de la vida pues he estado mucho años sin ir pero el año pasado volví para las fiestas del pueblo y la verdad a cambiado muchas cosas pero yo sólo tenía que cerrar los ojos y ver a mi abuelo con las vacas ,con su burrito y a mi abuela peinando su larga cabellera para hacerse su moñito y preparar los pucheros con la comida madre mía que recuerdos,los lunes nos bajaba Martín que hacia de taxista al barco para hacer la compra e ir por el mercadillo y luego los camiones que subían como un ultramarinos en el que pensabas en algo que querías y lo tenían a mi me parecía fascinante,que llevará de todo,recuerdo las tardes cuando mi madre nos ponía en el corral hacer los deberes de vacaciones y como las gallinas venían y a mis hermanos más pequeños les quitaban la merienda,para nosotros salir de donde vivíamos e irnos al pueblo era toda una aventura el como nos inventábamos cosas para hacer ya que ahí no había nada para ir a jugar salvo nuestra imaginación y valla si imaginábamos y jugábamos buff que recuerdos y añoranzas.......
ResponderEliminarhola Tere! la verdad es que no te recuerdo y mira que yo tengo 45 años. no se si te has dado cuenta que aqui se habla de las casas de la sierra no de santa lucia ,que aunque estan cerca no es lo mismo .ya mi diras quien es tu familia y quien era tu abuelo.pero las casas de la sierra son las casas de la sierra no confundamos .un saludo
ResponderEliminarHola, se que mi pueblo no era la casas de la sierra, pero si que subía muchas veces con mis hermanos y mis primos arriba hacíamos excursiones por la tarde aunque ya no había ninguna casa habitada,mis abuelos se llamaban pelayo Martín y petra y mis tíos se llaman celes, tiburcio que esta casado con puro hija de paulino y de Eusebia mi tía Teresa que ya murió y mi madre dolores que murió hace dos años de todos modos un saludo y encantada de que me contestarás.Un saludo.
EliminarDedicado a Faustino Calderón por el escrito de esta semana en el apartedo, "REFLEXIONES, RECUERDOS Y VIVENCIAS":
ResponderEliminar¡Que suerte tenemos los antiguos habitantes de pueblos deshabitados!, sin esa rareza tuya, nuestros pueblos habrían quedado para siempre en el olvido, es una gran labor la tuya, y ojala sigas haciéndolo muchos, muchos años.
Hace ya 20 años que no he vuelto a ver mi pueblo y las esperanzas de volverlo a ver, son escasas, por eso sé cuanto vale este bog.
Muchas gracias y sigue con esa rareza tuya.
Soy Rosa del tío Paco
Seguiré siempre con esta rareza mía. Esto es un "vicio" que ya no se puede dejar. Llevo ya 28 años con esto y me sigue ilusionando como el primer día cada vez que visito un despoblado nuevo. Esa es la mejor señal. Cuando ya haya indiferencia por lo que ves, se acabó.
EliminarNo puedes perder la esperanza de volver a tu querida aldea. Hay que dejar una puerta abierta siempre porque el sentimiento es muy fuerte y más para los que estáis lejos.
Yo por supuesto que te animo a que vuelvas algún día al lugar de tus orígenes. Ibas a tener una "recarga de batería" impresionante.
Muchas gracias por tus afectuosas palabras Rosa.
Un abrazo.
Gracias, mil gracias por tus rarezas y por tus ánimos, pero cada día veo menos la posibilidad de volver, estoy lejos, tengo bastantes años y con algunos problemas de salud, pero te agradezco tus ánimos, un abrazo.
EliminarRosa
Faustino ami también me encantan estas cosas mas me gusta ir de día y verlo primero y luego frecuentarlo de noche.soy de navarra y tengo que ir los pueblos que comentas que hay por aquí aunque ya estado en dos.por cierto hay otro abandonado se llama barrio de aserradero que esta pegado a un pueblo llamado Aoiz,si usted viniese a navarra le enseñaría yo mismo dicho pueblo ami me encantaría visitar sitios que usted conozca y explicándome los sucesos buenos y malos que ay en dicho lugar ocurrieron,si quiere quedar usted para lo comentado ami me encantaría donde sea de la geografía española en primer lugar que no descartaría el ir a otros países a visitar pueblos,sanatorios etc soy fanáticos un saludo por lo que sea contésteme me encanta todo lo echo en general de esta pagina.me llamo daniel
ResponderEliminarDaniel gracias por tu ofrecimiento pero sinceramente creo que no seriamos buenos compañeros de viaje. Visitar pueblos de noche, visitar sanatorios, visitar pueblos en el extranjero, no va con mi manera de ver la despoblación.
EliminarMe parece que a lo mejor tu sitio esta en el Urbex (Exploración urbana).
Saludos.
Hoy he estado en este pueblo. No llegó a tener ni carretera.
ResponderEliminarEs difícil dejar atrás lo que se tiene y empezar de nuevo y desde cero, pero creo que tomasteis una buena decisión.
Buenas noches Faustino. Ayer visité este hermoso pueblo que en otra ocasión tanto se me resistió por no haber encontrado el camino adecuado. Habiendo llegado a Santa Lucía de la sierra y buscando el camino de Los Cerrudos al cual no pude ir a causa que se me echó el día encima. Como decía, llegado a Santa Lucía, pregunté a una chica joven de nombre Nuria, si conocía el camino a Los Cerrudos, que buscaba pueblos abandonados y me comentó que éste, ya no estaba abandonado que vivían tres personas del pueblo que había regresado. Nuria me comentó que ella y su pareja habían vivido y tenían en mente un proyecto para poco a poco rehabilitar y vivir en ellos. Me habló de Casas de la Sierra y que lo habían limpiado de maleza. Entonces vi el cielo abierto y con sus comentarios de la belleza de este pueblo emprendí camino a el.
ResponderEliminarEl camino es duro pero con las vistas de fondo, se hizo menos cuesta arriba. En cuanto llegué puede admirar la belleza de Casas de la Sierra y su entorno que no podré olvidar nunca.
También me comentó que ellos lo conocieron gracias a ti y vinieron aquí por tu blog.
Cuando bajé y llegué al Santa Lucía, encontré una nota en el parabrisas invitándome a pasar un rato con ellos, pero no pudo ser, era ya tarde, ellos estaban en una charla sobre cultivos sostenibles y no nos fue posible conocernos mas.
Solo agradecerte otra vez y no me cansaré, el trabajo que realizas en no dejar morir, por lo menos en la memoria, estos pueblos.
Un saludo.
Así es Miguel Angel, el camino es un poco duro por la empinada subida que tiene pero es bastante llevadero. Si es verdad que hay una bifurcación de senderos y es fácil equivocarse.
EliminarUna vez allí ves lo que queda de este hermoso lugar que padeció un terrible incendio que dañó todas las construcciones, no dejando apreciar lo que era una hermosisima aldea serrana abulense.
Las vistas desde allí impresionantes.
Los Cerrudos, situado junto al embalse de Santa Lucía lo visité hace unos cuantos años y apenas había una casa de nueva construcción de lo que fue el antiguo pueblo, lo demás en ruinas.
Gracias por tus palabras.
Entre todos contribuimos a sacar estos pueblos del pozo del olvido.
Saludos.
Un enclave maravilloso. El detalle del dintel tallado pero no retirado de la cantera es, de alguna forma, conmovedor. Como si el tiempo para la vida del pueblo hubiese llegado súbitamente a su fin. Algo parecido vi hace muchos años en el también abulense castro de Ulaca, aunque ahí se sospecha que fue la guerra la que obligó a clausurar el poblamiento.
ResponderEliminarMe llamó la atención que en un corral cercano a la casa de la tía María se ha instalado una tienda de campaña de lona basta, que alberga un saco de dormir, un mono de trabajo y algunas piezas de menaje y de cocina. ¿Será un campamento improvisado de la persona que cuida de las vacas que pastan por el pueblo?
También es intrigante la choza recubierta de retamas que se ha instalado en lo más alto del pueblo. Diríase un puesto de observación ornitológica si no estuviese en un prado cerrado y no estuviese fabricado de aluminio o de un metal similar.
hola Roberto,no se de quien pudiera ser esa tienda de campaña,pues las vacas que pastan por hay son de mi padre,.y la choza que hay a mi parecer no debería estar. es una fastidia el encanto y vistas del pueblo .y no se como los del medio ambiente los dejan. yo pasaba los veranos cuando era pequeña en el pueblo,con mis padres y hermanas.te tumbabas en los canchales de noche y veias un cielo lleno de estrellas.tengo muy buenos recuerdos.hace dos años que no subo pero tengo en mente subir pronto.porque es un lugar maravilloso de paz y tranquilida.
ResponderEliminarBuenas,
ResponderEliminarLa choza está en un terreno privado, no entiendo que vistas puede llegar a estropear cuando está en lo alto de los canchales, como tampoco porque se dice que estropea las vistas cuando está toda cubierta con escobas y al menos da una pincelada de vida.
La tienda de campaña creo que son de unos chavales, que el año pasado se encargaron de limpiar y arreglar la regadera que sale desde la fuente. Asi que creo que ni a Medio Ambiente le pueda molestar.
A mi me molestan otras cosas, pero este blog trata de revivir los recuerdos de nuestros familiares y los nuestros propios.
Con lo cual no lo veo oportuno.
Os invito a que vayáis a hacer la ruta, "NO LO PIENSES, HAZLO".
volveremos a sentir el vacío y la nostalgia de este pueblo que tanta vida tuvo en su día, y hoy queda su recuerdo y el eco sus piedras. Domingo 18 de marzo,del 2018
ResponderEliminarHola, a mi tampoco me gustó la choza que está fabricada de metal que vi cuando visité el pueblo.
ResponderEliminarQue bonito estara ahora todo nevado hace sesenta años si que nevaba. Que tiempos aquellos,quien los pillara y lo pasado pasado Que sera de Ambrosio,Bernardo,Claudia,Rufina etc UN ABRAZO A TODOS
ResponderEliminarPEDRO MARTIN
Hola hermano, soy tu hermana Rosa, ayer hice un comentario y lo envié por mi cuenta de gmail pero algo falló que no ha salido, ahora lo enviaré anónimo, espero tener mas suerte.
EliminarSé muy poco de los que fueron nuestros vecinos, creo que Bernardo murío. Un abrazo para todos/as, para Faustino y naturalmente muy especial para ti y tu familia , desde este pequeño y bonito pueblo, Arnes (Tarragona)
A este pueblo como a otros muchos abandonados los han terminado de destruir los constructores-pirañas que han expoliado piedras, dinteles, esquinales y fuentes. Malditos sean.
ResponderEliminarHace un par de años descubrí la zona y me conquistaron sus pueblecitos como Santa Lucía, Serranía, Los Loros y Los Cerrudos.
ResponderEliminarCasas de la Sierra es un lugar hermoso, pero da pena el estado de abandono y cómo ha quedado todo.
El cercano pueblo de Los Loros, también tiene aspecto de ir por el mismo camino y me gustaría hacer un reportaje similar al de este blog de ese lugar, antes de que ya no pueda sacarse información. Si hay alguien de allí (o conoce a alguien de allí) que quiera participar o mandar fotos antiguas estaré encantado de hacer un blog con la información. Me podéis escribir a: idarcas@gmail.com
Hola Rosa soy una de las hijas de Paulino,y victoria.
ResponderEliminarYo era muy pequeña cuando pasaba los veranos en el pueblo con mis padres,y siempre quedarán en mis recuerdos como el Chorrillo,el lilero,esa fuente con el agua tan fría.muchos muchos más.yo he tenido la suerte de que mis hijas conocieran donde sus abuelos vivían.
Pero con mucha tristeza ya no queda casi nada , después de los dos fuegos que hubo.
Besos
Hola, soy Rosa de Las Casas de la Sierra, hace ya 54 años que me marché de allí con 19 años, mis hijos también conocen el lugar, la ultima vez que estuve fue en el verano de 1995, me dio mucha tristeza,ya poco quedaba de mis recuerdos infantiles, pero en mi memoria siguen vivos, como podréis ver, junto con Faustino Calderón, a quien tuve la suerte de conocer personalmente, hicimos un buen retrato de como era en tiempos pasados.
EliminarLo mas probable es que no vuelva a ver ese hermoso lugar, soy mayor y vivo lejos, hace mucho que estoy en un pequeño pero precioso pueblo de Tarragona. También estoy en contacto con Chus, supongo que es tu hermana y con otra persona de Santa Lucia, M. Cruz.
Si quieres mi teléfono o la dirección del face Pídemelo por el correo, 46temis@gmail.con, un beso
Muy interesante todo el contenido,recuerdos de infancia cuando me llevaron a la fiesta.
ResponderEliminarHola, soy Rosa, muchas gracias
EliminarHola Rosa y demás nostálgicos de CASAS DE LA SIERRA en Ávila. Tenemos una Casería que albergó un molino de aceite del siglo XVIII. Se llama CASAS DE LA SIERRA en la provincia de Málaga. Estaba tan en ruinas como vuestro pueblo. Con mucho esfuerzo y 30 años de duración lo he recuperado para la Historia. La coincidencia del nombre me une emocionalmente a vosotros, si me lo permitís. Prometo visitar vuestro pueblo.Isidro Moreno, portalltool@hotmail.com
ResponderEliminarDecir que solo desparece aquello que se olvida, enhorabuena por el trabajo de este blog y todo el ánimo para que generaciones futuras no dejen caer en el olvido lugares que antaño albergaron vida pero qué seguro siguen teniendo alma
ResponderEliminar