Venta de San Vicente (Avila)

Venta de San Vicente era la antigua cabecera municipal de un pequeño grupo de aldeas debido a que aquí estaba la iglesia y la escuela. Hoy día es un anejo de Tolbaños.
Ocho viviendas conformando dos calles componían el pueblo.
Tierras dedicadas al cultivo de cereal (trigo y cebada), con abundantes zonas de pasto para el ganado, ganadería que se repartía entre vacas y ovejas.
Para moler el grano venía el molinero de Mingorria a por ello y devolvía el equivalente en harina.

Había cura y maestra residentes en el pueblo.
El médico acudía desde el cercano Tolbaños.
El herrero venía desde Mingorria.

Tenían las fiestas patronales en junio para el Corpus Christi y otra fiesta en agosto honrando a la Virgen de la Caridad. En ellas se celebraba una misa, una procesión y se hacia una subasta para ver quien porteaba cada uno de los cuatro banzos de la virgen, se solían pagar buenas cantidades por ello, para pedir o agradecer alguna curación.
De la música para la procesión y el baile se solía encargar el prestigioso tamboritero Ojetete (Francisco Navas) del pueblo de Maello acompañado a la gaita por diferentes acompañantes.
El primer domingo de octubre se hacia una romería a la virgen de Sonsoles, patrona de Ávila capital (la Ofrenda Chica), en la que acudían acompañados de otros pueblos cercanos como Tolbaños, San Esteban de los Patos, Berrocalejo de Aragona, Mediana de Voltoya para agradecer el año de cosechas. Ofrenda que se sigue realizando en la actualidad.

Mingorria era el pueblo más grande en los alrededores, de relativa importancia en sus tiempos, y de allí salían gran cantidad de vendedores ambulantes por todos los pueblos y hasta La Venta llegaba el panadero en carro, los Peruches aparecían con un carro vendiendo fruta y otros productos, otro venia con un burro vendiendo ropa.
Desde Tiñosillos venían los cacharreros vendiendo botijos, vasijas y cántaros.
Otro vendedor ambulante venía desde Berrocalejo de Aragona vendiendo un poco de todo.

La Venta a partir de los años 60 empezó a ver disminuida su población con la marcha de sus vecinos hacia Ávila y Madrid en busca del futuro que había en las ciudades, y en los años 80 ya se quedó sin población.
Venta de San Vicente es un claro ejemplo de recuperación por parte de los que un día se fueron y sus descendientes. Han rehabilitado bastantes casas, se ha dotado al pueblo de diversas infraestructuras y la presencia de algún vecino es prácticamente diaria para tratar de devolver el esplendor que antaño tuvo el lugar.

Informantes:
-Vecino de Gallegos de San Vicente (Conversación personal mantenida a la puerta de su casa).
-Vecinos de Tolbaños (Conversación personal multiple mantenida en un corrillo de tertulia).

Visita realizada en septiembre de 2010.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Entrando al pueblo por el camino de La Alameda.

Calle de la Venta.

La escuela de La Venta. Venían también a ella los niños de Cortos, Gallegos de San Vicente y La Alameda de los Requenas. Doña Paca fue la maestra durante muchos años, vivía en una casa cercana.

La iglesia parroquial de San Vicente Mártir. Amplio patio de entrada con una cruz de piedra en primer término, a la derecha está situado el cementerio. La iglesia daba servicio además a los vecinos de Cortos, Gallegos de San Vicente, La Alameda de los Requenas e incluso también para Tolbaños hasta que allí construyeron una iglesia en el año 1966.

Imagen trasera de la iglesia.

Delante del patio de la iglesia había otra cruz de piedra en la que ya solo queda la peana que la sostenía.

Calle de la Venta.

La casa del cura (don Cesáreo), persona muy influyente en sus tiempos en toda la comarca.

Vista trasera de la casa del cura, apoyada en sólidos contrafuertes, sobresale sobre las demás casas del pueblo en cuanto a volumen y construcción.

Fuente y pilón.

Calle de la Venta.

Vivienda e iglesia.

Viviendas.

En la salida del pueblo, medio oculto entre la vegetación estaba el potro de herrar animales (muy característico de tierras castellanas), principalmente para las vacas que era el animal que menos quieto se estaba para el herraje y había que tenerlo amarrado, falta una de las cuatro columnas graníticas que lo conformaban (pesan algo menos de una tonelada cada una), detrás las ruinas de la fragua.