Casas de San Juan (Teruel)


Las Casas de San Juan es uno de los cuatro barrios masoveros que forman parte del extenso municipio de Cantavieja.
Además del núcleo central la partida contaba con treinta y dos masías.
Se encuentra en la solana del barranco del río de la Cuba en los límites con la provincia de Castellón, de hecho el río forma la divisoria de las dos provincias.

Barranco de Torre Julvé
Carrascal (Mas de Soler)
Cerradonda (Mas de Soler)
Cerrito (Mas de Soler)
Cerro de Monserrate (Mas de Monserrate)
El Bancal del Aguamoll (Masía La Marrada)
El Carrascalico
El Castellar
El Masico Parra (Masía La Marrada)
El Morrón
El Parral
El Vago (Masía La Marrada)
Fuente de las Nogueras (Masía La Escrigüelica)
La Bernada (Masía La Escrigüelica)
La Cerradica
La Noguereta
La Pieza (Masía La Marrada)
La Solana
La Solaneta
La Umbría
Las Nogueras
Lo de Roque (Masía La Marrada)
Rompidas (Mas de Soler)
Rota (Mas de Soler)
Solano (Mas de Soler)
Umbría (Mas de Soler)

**Son algunos topónimos de lugares comunes del Barranco San Juan que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**

Núcleo de población muy alejado de la cabecera municipal, al que se llegaba por interminables pistas.

"Yo tardaba tres días en llegar desde mi lugar de origen; el primer día llegaba hasta Teruel donde hacía noche, al día siguiente en autobús hasta Cantavieja, a donde llegaba por la tarde, aquí hacía noche porque ya no me daba tiempo a llegar a San Juan al estar tan lejos (12 km.), para ya al día siguiente arribar a la masía, largo trayecto que hacía en caballería, alguna veces lo hacía en moto, pero pocas.
En primavera, ya con buen tiempo me apunté a una autoescuela en Morella con la idea de sacarme el carné de conducir y comprarme un coche.
Todos los fines de semana me iba a Morella y allí daba una clase por la mañana y otra por la tarde. En la autoescuela fueron muy compresivos con mi situación y me dieron muchas facilidades. El examen fue en Vinaroz y a la segunda aprobé. Ya podía conseguir el coche.
En el último curso aparecí con mi seat 850 de color rojo en Casas de San Juan. Ya duraba solamente un día el recorrido hasta llegar allí en vez de los tres que tenía anteriormente. ¡Qué contenta estaba con mi coche! ¡era la reina del lugar! no me lo podía creer, aunque tenía que circular con precauciones porque el camino era una pista en regular estado". MONTSERRAT MAYOR.


"Yo llegué a impartir enseñanza al Barranco de San Juan en el curso 69/70 con veintidós años. Anteriormente había estado en Tormón y en Villalba de los Morales.
En este primer viaje me acompañó mi padre. Llegamos a La Iglesuela del Cid a casa de unos familiares y allí nos prestaron un mulo. Por un largo sendero llegamos a las Casas. Mi padre se volvió a La Iglesuela y de allí a Teruel. Cuando llegó a casa con la tristeza en la cara le dijo a mi madre: ¡si vieras donde la he dejado y ella sin embargo se ha quedado tan contenta! Yo pensaba que si estas gentes vivían aquí desde siempre como no iba a hacerlo yo que era temporal"
MARI CARMEN MONFORTE.


No conocieron nunca la luz eléctrica.
Los candiles de aceite y petróleo, más tarde los de carburo y ya en los últimos años las lámparas de camping gas fueron sus fuentes de iluminación.
Cada vivienda tenía su horno correspondiente para hacer el pan.

"En mi casa horneábamos cada tres semanas. Era un día de mucho entretenimiento. El pan recién hecho sabia a gloria y cuando ya llevaba unos días no perdía frescura y seguía estando muy apetitoso.
Mi madre hacia magdalenas o almendrados pero solamente en fechas señaladas: en las fiestas o en alguna celebración familiar. Ese día aprovechábamos también para hornear patatas que luego las comíamos con ajoaceite, estaban buenísimas". DOLORES MALLÉN.


"Se hacía pan cada quince o veinte días. Bien temprano se encendía el horno, ya preparado con la leña desde la vez anterior para que se calentara, luego se hacía la masa en una artesa, se dejaba fermentar unas horas para ¨que subiera¨. En invierno había veces que de tanto frío que hacía había que poner un brasero bajo la artesa para darle calor. De una vez para otra se guardaba un poco de masa en una vasija de barro (masa madre).
Cerca del mediodía se formaban los panes, que tenían que estar otro rato tapados con una tela de algodón para una nueva fermentación antes de hornear. Este tiempo se aprovechaba para comer y luego dedicar la tarde al horneado, limpieza de utensilios y recarga del horno para la próxima.
A veces se hacía alguna pasta para delicia de los niños, pero simplemente comer el pan recién hecho ya era una gozada". FERMINA PUIG.


"Se hacía el pan para quince días, además de unos exquisitos dulces. El día que se hacía era un lujo comer el pan recién horneado, sabía a gloria, a mi la patrona me hacía un panecillo individual que estaba riquísimo. Aunque el pan que yo comía me lo traía el cartero cuando venía un par de veces a la semana".
MONTSERRAT MAYOR.


"El día que se amasaba era fantástico. Se hacía pan y pastas. Encarna del Mas de Soler elaboraba unos almendrados que estaban de rechupete".
MARI CARMEN MONFORTE.


Las masías del barranco de San Juan al estar muy alejadas de Cantavieja llevaban una economía de subsistencia aprovechando todo el terreno cultivable para producir sobre todo cereal (trigo, avena y cebada).
Para moler el grano se iba a Portell. Antiguamente se molía en el molino Piquer próximo a Las Albaredas y en el molino Arnes río abajo, pero ya hace muchos años que estos molinos dejaron de estar en funcionamiento.

"Mi padre iba a moler el grano al Molino Nuevo en Cantavieja, lo llevaba uno del Mas de Pubill que estaba casado con mi hermana". GREGORIO MALLÉN.

No abundaban los arboles frutales. Cerezos, perales, manzanos, higueras, ciruelos y almendros siempre en escaso numero era lo más que se veía.
Leña de carrasca era lo que se utilizaba para calentar la lumbre de las cocinas y combatir los rigurosos días invernales.

"El clima de antes era más severo que ahora. Recuerdo buenas nevadas que nos dejaban incomunicados hasta quince días. Solamente salía mi padre para ir abriendo camino con la pala para dar de comer a los animales e ir a por agua a la fuente. El resto de las tareas quedaban paralizadas hasta que mejorara el tiempo". FERMINA PUIG.

"En los días más crudos del invierno te levantabas y al abrir la puerta veías que se habían formado carámbanos que colgaban del tejado que medían casi metro y medio". GREGORIO MALLÉN.

La oveja y el cerdo eran los animales sobre los que se sustentaba la ganadería de las gentes del Barranco.
Por el monte abundaban conejos, liebres y perdices lo que hacia las delicias de los aficionados a la caza, animales que una vez cazados servían para aumentar la despensa de las cocinas.

"Cuando alguien cazaba un gato montés lo iba enseñando por las masías y la gente le daba dos reales o una peseta". GREGORIO MALLÉN.

La matanza era uno de los momentos más esperados del año.

"Desde mediados de diciembre hasta últimos de enero casi todas las semanas había matacerdo en alguna masía. Nos juntábamos varias familias para ayudarnos unos a otros y era una forma de relacionarse en los largos meses de invierno.
Unos días antes había que ir a Cantavieja a comprar todo lo necesario para ese día: las especias, el arroz para los embutidos, la sal para salar jamones y carne, etc. y lo que hacía falta para la comida.
Era costumbre preparar varias cosas el día anterior como cocer el arroz y picar las cebollas para las morcillas entre otras cosas.
El día del matacerdo había que madrugar mucho. Por costumbre se desayunaba chocolate cocido, frutos secos y aguardiente con pastas que se hacían tres o cuatro días antes.
Después de desayunar se sacrificaban los animales: uno o dos cerdos y en las masías donde eran muchos también un ternero.
Se hacía el despiece de la carne separando las distintas partes según el uso que se le había de dar, lo que no se picaba aquel mismo día para embutido se extendía sobre unas mesas inclinadas, se salaba para que soltara el agua y al cabo de tres o cuatro semanas se freía y se ponía en aceite en una tinaja de barro (conserva). Los jamones y paletillas se colgaban para secar cubiertos con tela de malla.
Una vez que se había despiezado todo se solía almorzar carne asada del propio animal. Era una costumbre como para comprobar que era buena.
Por la tarde después de comer se hacía el embutido, cada persona se dedicaba a una cosa pues había trabajo para todos.
Cuando ya se terminaba todo el trabajo se cenaba y luego hacíamos bureo hasta altas horas de la noche. Al finalizar cada uno se iba a su casa a veces caminando los trayectos entre una masía y otra con unos palmos de nieve y haciendo un frío tremendo. Y a esperar el próximo matacerdo en otra masía.
Quizás los matacerdos a pesar del trabajo eran de las reuniones entre vecinos más bonitas y de las que mejores recuerdos tengo". FERMINA PUIG.


"El matacerdo era la fiesta más grande. Venían los familiares a ayudar igual que nosotros íbamos al Mas de Capitán, al Molino o a Cantavieja donde mi padre tenía una hermana.
La noche anterior a pelar cebollas para las morcillas, el arroz. Se picaba la carne para los chorizos. Se hacían las güeñas, que era una especie de butifarra.
Por la noche mientras las mujeres hacían el mondongo los mayores jugaban a las cartas". GREGORIO MALLÉN.


Los productos de los que carecían (jabón, lejía, telas, pescado, etc), venían vendedores ambulantes con caballerías desde La Cuba y desde Portell de Morella. En muy contadas ocasiones se desplazaban a Cantavieja a no ser para algún asunto administrativo o en días de feria y fiestas, pues para abastecerse de algún producto que no tuvieran allí se desplazaban a La Iglesuela del Cid o a Portell de Morella que les pillaba más cerca.

"En los años de racionamiento había que ir a Cantavieja a por bacalao, arroz, lentejas o aceite.
Venían vendedores ambulantes de Portell que traían genero un poco variado, también de allí venía Pedro con un burro con dos cajones e iba comprando huevos y pollos.
De La Cuba venía el tío Jerónimo vendiendo serones, cestos y otros utensilios, todo hecho de esparto.
Cuando había que hacer compras la gente se desplazaba más a Portell, alguno iba a La Iglesuela.
La gente iba hasta el Mas de Las Matas o a Castellote a comprar vino. Tardaban dos días en llegar. Se juntaban varios para ir. Llevaban los mulos con dos botos, cien litros en cada uno". GREGORIO MALLÉN.


"Recuerdo ver aparecer al cubero, un señor de La Cuba que venía a vender los productos más básicos en un mulo. Una vez apareció la pareja de la Guardia Civil anunciando la presencia de un malhechor que estaba por aquellos lares para que estuviésemos atentos. Me hicieron firmar una especie de recibo para atestiguar que habían venido al Barranco". MARI CARMEN MONFORTE.

"Venía un señor desde La Cuba con una caballería. Vendía aceite, arroz, pasta, latas de conserva, jabón, lejía y a su vez compraba huevos, gallinas y conejos por las masías por donde iba pasando". DOLORES MALLÉN.

"Venía un vendedor ambulante de La Cuba, otro de Cinctorres (el tío Bigotes), de Portell venían dos: el tío Vinaixa y Coixet. Todos solían vender un poco de todo aunque cada uno estaba más especializado en algún tipo de género en concreto.
Los productos que a su vez compraban los pagaban a muy bajo precio, se aprovechaban de los masoveros.
En los años 70 ya se modernizaron e iban con vehículos de motor, pero como ya la mayoría de las masías estaban deshabitadas casi no aparecían por allí".
FERMINA PUIG.


Recuerdo dos vendedores que venían de La Cuba y otro de Portell. Llevaban la mercancía en un macho. Más que nada cosas de ropa y algunas frutas. A su vez compraban huevos. MERCEDES PLANA.

De Cantavieja acudía el cura a celebrar la misa en la ermita. Solamente se oficiaban actos religiosos los tres días de la fiesta y en alguna celebración especial.
"Para las bodas, bautizos y comuniones había que ir a Cantavieja, rara vez que yo recuerde se hizo en el Barranco alguna celebración de éstas, si acaso alguna comunión o boda siempre y cuando el cura lo autorizase.
Cuando se hacían las bodas iban los novios y los testigos al pueblo, se casaban y luego la fiesta si la había, se hacia en la masía.
Con ocasión de celebrar los bautizos iba el padre y los padrinos al pueblo, la madre no asistía porque estaba convaleciente de parto, bautizaban a la criatura porque había que hacerlo antes de tres días, no había costumbre de realizar festejo.
Las comuniones se hacían en Cantavieja de manera conjunta para todos los niños de ese año, previa estancia en alguna casa familiar para estudiar el catecismo. Mi hermano Jesús y yo la hicimos en Portell porque nos venía más cerca y además en Cantavieja no teníamos casa donde estar para el catecismo. Mi hermana Balma la hizo en Las Albaredas y mi hermano Ángel la hizo en El Barranco y mi hermano pequeño, Fernando la hizo en Cantavieja porque ya estaban en la Escuela Hogar.
Normalmente se hacía una pequeña celebración con los familiares más cercanos". FERMINA PUIG.


"Yo hice la comunión en Cantavieja. Anteriormente había estado un tiempo en casa de mi tía María para aprender el catecismo e ir al colegio. Ese año hizo la comunión mi primo Ricardo, estábamos los dos con mi tía y eso me ayudó a no sentirme tan sola.
El día de la comunión, después de la ceremonia se hizo una comida familiar conjunta entre las dos familias. Se hizo en casa de mis tíos Mariano y María, padres de Ricardo. Fue una celebración sencilla con los familiares más cercanos. También estuvo invitada la maestra. Guardo buenos recuerdos de ese día porque pude estar con mis primos y mis tios a los que veía poco". DOLORES MALLEN.


"La comunión se celebraba el día de La Ascensión en Cantavieja. Alrededor de treinta niños cada año. Estrenábamos un traje nuevo para la ocasión. La comida se hacia en casa de mi tía en Cantavieja en la que yo había permanecido durante un mes pues tenía que asistir a la catequesis donde las monjas".
GREGORIO MALLÉN.


De Cantavieja venia a caballo el médico cuando la ocasión lo requería.
"La gente recurría mucho a un curandero que había en La Albareda, don Ramón, curaba lo mismo a una persona que a un animal. El médico y el practicante estaban en Cantavieja y quedaba más retirado". GREGORIO MALLÉN.

El cartero, Carlos venía desde Portell de Morella en caballería.
"El cartero dejaba la correspondencia en el buzón de la escuela y luego las cartas que eran para las masías nos las entregaban a los niños para que nos la lleváramos.
El tío Mariano también se encargaba de repartir el correo en las casas cercanas". FERMINA PUIG.


En el mes de mayo las gentes del Barranco y de La Albareda hacían una romería a la ermita de Nuestra Señora del Cid en el término municipal de La Iglesuela. En épocas de sequia se hacían rogativas de lluvia.

"Yo solía ir con mi madre al Cid. Tardábamos dos horas en llegar. Se subastaban productos y se hacia una comida campestre. Venía el cura de La Iglesuela a oficiar una misa". GREGORIO MALLÉN.

Tenían tres fiestas en la partida. La primera era el sábado después de Reyes y era la llamada La Tranza, donde se hacia una misa y un subastado de productos comestibles para sufragar los gastos de las fiestas y arreglos de la ermita.
El último lunes de abril se celebraba otro día festivo en el que varios vecinos de Cantavieja elegidos por su ayuntamiento venían hasta la aldea con su estandarte y se realizaban unas rogativas y una comida con todos los que habían venido.
Para el 24 de junio celebraban la fiesta propia de San Juan donde celebraban una misa y una comida.

"El día de La Tranza se hacia el subastado que consistía en unos panes o unos pollos. Se hacía baile con jotas en una era. Los músicos eran del Mas de Monserrate con guitarra y bandurria. GREGORIO MALLÉN.

"La fiesta de San Juan era un día muy especial. Por la mañana antes de salir el sol era costumbre comer queso hecho en casa y ajo, y lavarse la cara con agua recién cogida de la fuente. Después íbamos a misa y luego se en cada casa se juntaban a comer con familiares y allegados.
Era casi el único día del año en que nos juntábamos todos los masoveros del Barranco. Por la tarde se hacía bureo bien en casa de mis abuelas y últimamente en casa de la tía Leonila. Los músicos eran mi abuelo Fernando que tocaba la guitarra y mi tío Manuel del Mas de Monserrate que tocaba la bandurria.
Se cantaba, se bailaba y se bebía hasta altas horas de la madrugada.
A veces con los excesos del alcohol se dirimían viejas rencillas que terminaban bastante mal sobre todo si eran de carácter amoroso". FERMINA PUIG.


"En mis años de estancia allí ya no se celebraba fiesta alguna debido a que quedaba muy poca población, lo que sí recuerdo bien era la fiesta de la matanza. Día por todo lo alto en la casa donde se celebraba, los niños no tenían clase, se reunían familiares y amigos, ¡la maestra también estaba invitada! se hacían buenas comilonas que habían sido preparadas en días anteriores, sin olvidar los riquísimos dulces que se elaboraban para la ocasión. Por la tarde-noche se terminaba con un animado bureo (baile masovero). MONTSERRAT MAYOR.

"El trato con la gente fue estupendo. Me sentí muy querida, tanto como yo les quise a ellos.
Recuerdo que en ese tiempo las mujeres se dedicaban al pastoreo. En los ratos libres hacían pañuelos y se sacaban un pequeño sueldo. Tenían que caminar un buen trecho para recoger la mercancía al autobús que pasaba por la carretera. Otras tricotaban a maquina, como Feli, la hermana de Tomasa en Las Albaredas y yo me bajaba a verlas trabajar". MARI CARMEN MONFORTE.


De los años 50 en adelante se fue produciendo un éxodo de emigración en busca de un mejor futuro, llegando a finales de la década de los 60 con la población muy disminuida.

"Yo llegué en el año 70 y solo había dos casas abiertas y alguna masía aislada. Como la gente estaba todo el día con el ganado y los huertos no te encontrabas a nadie, por lo que la vida era muy rutinaria. En mi tiempo libre algunas veces me iba hasta el huerto donde estaba la patrona. Siempre recordaré las almendras tan tiernas que cogía allí, ¡que ricas estaban! nunca las había probado.
Aunque la mayor parte del tiempo libre me quedaba en la escuela. Alquilé una máquina de escribir en Teruel y aprovechaba para aprender. También me llevé material correspondiente para hacer otras oposiciones.
Los fines de semana si hacía buen tiempo solía marchar a Portell de Morella (Castellón), este pueblo quedaba más cerca que Cantavieja. Iba andando por una senda pedregosa que cruzaba un riachuelo, tardaba una hora en llegar. En Portell me quedaba todo el fin de semana con la maestra que había allí que era de Chert. El regreso lo hacía el lunes por la mañana temprano para llegar a clase.
Si el tiempo no lo permitía y no podía salir, venía a hacerme compañía el hermano mayor de Julio (uno de mis alumnos), este chico era más o menos de mi edad, hablábamos y contábamos cosas y pasábamos el rato distraídos. También hice amistad con una sobrina de mi patrona que era del Mas de Soler.
El último año, que ya tenía el coche nos íbamos un grupo de compañeros a visitar lugares que no conocíamos o a pasar la tarde en algún pueblo, donde normalmente solía haber baile en el salón del pueblo con música de tocadiscos".
MONTSERRAT MAYOR.


"Los fines de semana me subía a La Iglesuela a hora y media de camino y el lunes un familiar me acompañaba a un punto intermedio del camino y ya el último tramo lo hacía yo sola (una hora de caminar).
Las dos o tres veces que me fui a Teruel recuperaba en fin de semana las clases que perdía el lunes. Cuando aparecía por el alto del Cerro cargada con la comida que me ponía mi madre me venían a esperar los niños. Una vez bajando hacia el Barranco se presentó semejante ventisca, daba un paso hacia delante y dos hacia atrás. Fue el único día que sentí un poco de miedo pero al final llegué sin contratiempos.
Los fines de semana que no iba a La Iglesuela o a Teruel me iba a caminar por las masías y a Las Albaredas. Me encantaba dar paseos y hablar con la gente. Me invitaban a comer. Y sino pues me quedaba en casa haciendo labores y sobre todo leer, mucha lectura ¡cuantas noches habré leído a la luz de una vela, la cual estaba incrustada en una botella!". MARI CARMEN MONFORTE.


"Cuando no era fiesta había pocos entretenimientos, algún domingo nos juntábamos las amigas que más cerca vivíamos y pasábamos la tarde juntas charlando, jugando a las cartas etc.
En mi época y por lo menos en mi casa siempre primó el trabajo propio de la masía: el huerto, el campo, los animales etc. antes que las fiestas.
A Cantavieja sólo se iba cuando era una fiesta muy señalada y no siempre, pues tampoco era muy grato ir al pueblo porque en aquella época a los de las masías se nos miraba con cierto desprecio, como a inferiores.
A principios de los años 70 un chico que iba a trabajar a Francia compró un tocadiscos y casi todos los domingos se juntaba en el Barranco la gente joven de las masías para hacer baile, siempre las mismas canciones y las mismas pocas personas, bastante monótono, pero es lo que había". FERMINA PUIG.


"A mi me gustaba bajarme al río y coger peces y ranas, me pasaba mucho rato allí. Al estar las masías alejadas unas de otras no teníamos mucho contacto unas niñas con otras fuera de la actividad escolar. Otra cosa era en verano que venían mis primos de Barcelona y ya tenía con quien jugar y además hacíamos las tareas juntos". DOLORES MALLÉN.

Aun así hasta últimos de los 80 y primeros de los 90 hubo vida en el barrio de San Juan, siendo Victoriano Martí con su hijo Julio los últimos en marchar. La gente emigró principalmente a Castellón, Vinaroz, y algunos a Barcelona y a Cantavieja.

"Me fui el quince de diciembre del año 53 a Barcelona donde tenía un hermano que llevaba un colmado". GREGORIO MALLÉN.

"Lo de emigrar fue un poco por ley de vida, yo hacía ya cuatro años que estaba en Vinaròs trabajando y estudiando, mis hermanos se fueron haciendo mayores y allí no había ni trabajo ni sustento para todos y cuando yo me casé en 1975 decidieron venirse todos a Vinaròs. Fueron de los últimos que emigraron, otros lo habían hecho unos años antes, más o menos por las mismas circunstancias.
Mi familia respondió bien, todos encontraron trabajo enseguida lo que les dio la oportunidad de tener un nivel de vida mucho mejor del que tenían, además alquilaron una casita de campo donde vivir a diez minutos del pueblo con lo cual podían seguir trabajando la tierra, tener animales y no fue tan traumático como encerrarse en un piso". FERMINA PUIG.


"Nosotros nos marchamos en marzo del 74. Yo me quedé en el Masico Borraja para finalizar el curso escolar. Viví con Salustiana, Cecilio, Isabel y los padres: Urbano y Sara. Una familia encantadora. Estuve muy bien con ellos esos meses.
La vida en el Barranco era dura, el progreso no llegaba, en el Mas de Soler solo quedábamos nosotros, las otras familias ya se habían ido. En Benicarló teníamos un familiar que llevaba unos años trabajando allí y hablando con mis padres les animó a emigrar para allá, se podía conseguir trabajo y tener más comodidades. Y así fue.
Mis padres alquilaron una casa en el campo cerca de Benicarló donde teníamos un pequeño huerto además de conejos y gallinas. Eso nos sirvió para no notar tanto el cambio y seguir de alguna manera vinculados al modo de vida que habíamos llevado en el Mas de Soler.
Pero donde si notamos mucho el cambio fue económicamente. Mi padre empezó a trabajar en la construcción, mi hermano en una fábrica de muebles y mi madre iba algunos días al campo cuando había que coger tomates, judías...
Para mí el primer año fue duro. Noté el cambio de colegio. Acostumbrada a estar con seis o siete compañeros en clase, aquí tenía treinta y cada asignatura con un profesor diferente, fue complicado". DOLORES MALLÉN.


"Ir ahora a pasar un día en verano puede ser idílico y maravilloso, pero en aquellos años vivir allí era muy duro; unos inviernos muy crudos y muy largos, sin ningún tipo de servicios básicos, mal comunicado y alejado de Cantavieja y de cualquier sitio. Entiendo perfectamente a los masoveros que cuando tuvieron ocasión se marcharon en busca de una mejor calidad de vida".
MONTSERRAT MAYOR.


"Tengo recuerdos muy agradables de esa etapa de mi vida. De ver a los niños con sus meriendas en la escuela. Palpaba la admiración que tenían por alguien que les hacía sentirse importantes. Los niños siempre son especiales. Y me quedo con el trato y el respeto que me profesaban las gentes.
Me despedí del Barranco en Semana Santa pensando en volver pero las circunstancias no lo hicieron posible. Así que no fue una despedida sino un hasta luego. Mejor así porque llegada la hora de la despedida lo hubiera pasado mal. Les tomé mucho cariño a todos y fui muy feliz.
En la actualidad sigo manteniendo el contacto con alguno de los que entonces fueron mis alumnos. He ido a sus casas o ellos han venido a la mía.
Me han invitado a las fiestas del Barranco y ha sido muy emocionante el reencuentro". MARI CARMEN MONFORTE.



Informantes:
-Antiguo vecino de Casas de San Juan (Conversación personal mantenida en la puerta de su casa en Cantavieja.
-Montserrat Mayor Jimeno. Durante tres años (1970-1973) estuvo ejerciendo como maestra en este lugar.
-Marí Carmen Monforte Gómez. Estuvo impartiendo enseñanza como maestra durante el curso 69/70.
-Fermina Puig Plana. Antigua vecina de la masía La Marrada.
-Dolores Mallén Mallén. Antigua vecina del Mas de Soler.
-Gregorio Mallén Soler. Antiguo vecino del Mas de Soler. -Mercedes Plana Belles. Antigua vecina del Mas de Monserrate.


Visitas realizadas en noviembre de 1996 y en marzo de 2010.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Las casas del Barranco de San Juan en 1996.




Las Casas de San Juan (Barranco de San Juan) en su ubicación sobre el terreno.




Vista parcial del pueblo. Iglesia y viviendas. De frente terreno abancalado realizado por el hombre durante generaciones en una tarea colosal para sacarle un poco de rendimiento a la tierra.




Llegando a Casas de San Juan por el camino de Cantavieja.




El peirón de San Juan a la entrada del pueblo.




Amplitud de la plaza, la iglesia a la derecha..




La ermita de San Juan, bonito pórtico sostenido por dos columnas de piedra granítica. Sencilla espadaña. Reloj de sol y veleta en el tejado.




Enfrente de la iglesia se sitúa la escuela. Hasta aquí se desplazaban niños de las masías en muchos casos cubriendo trayectos de más de una hora (les tocaba traerse la comida en una fiambrera), también venían los niños de la aldea castellonense de Las Albaredas.
Los padres de los niños traían la leña que se consumía en la estufa para que se calentara el aula.
"Llegué en el año 69, previamente el año anterior había estado en otro pueblo turolense, El Colladico. La directora del colegio de Cantavieja ya me puso en situación de lo que me iba a encontrar. Las dificultades eran muchas y los medios pocos. Contaba con una quincena de alumnos aproximadamente. Era muy duro para una chica joven llegar a un sitio tan aislado, lejos de la familia, otras costumbres, otros medios de vida, además estaba la incertidumbre de no saber cuánto tiempo iba a estar". MONTSERRAT MAYOR.

"Me encontré con una escuela rural confortable, con el suelo de tarima, mobiliario de la época, una estufa de leña que los niños mayores se encargaban de encender. Las familias aportaban la leña.
Venían niños de las masías y de Las Albaredas. Ese año (1969) tuve un total de veintitrés alumnos: Juan Vicente (el más mayor), José Antonio y Loli, Julio, Mariano y Conrado, los hermanos Montserrate que eran cinco, sus primos que eran tres, además de Josefina, Arcadio, Simón, Tomasa, Lina, Maximina, Salustiana, y dos hermanos que no me acuerdo de sus nombres y que venían de una masía situada a hora y media de camino. Ninguno faltó a clase durante ese curso".
MARI CARMEN MONFORTE.


"En mi época éramos veintidós niños. Venían de Los Cerezos, del Mas de Oset, de la Torre Julve, de La Morraja, de la Torre Camañes, del Mas Nuevo, del Mas Viejo, del Mas de Luis, de La Escrigüelica...
Fui dos años a la escuela nocturna porque de día tenía que guardar las ovejas. Llegué a escribir con las cuatro reglas, aprendí a sumar, restar, dividir y lo más que llegué fue hasta los quebrados.
De maestros recuerdo a don Pedro Cañada que era natural de Mosqueruela. Estuvo tres años, del 40 al 43. En el 44 vino un chico joven de Valencia, don Samuel Domenech, solo estuvo un año. Luego en el 46 tuvimos a doña Araceli García que era de Granada". GREGORIO MALLÉN.


"En los años que mi madre fue a la escuela estuvieron don Valeriano y don Vicente. Cuando a mi me tocó ir el primer maestro que tuve fue don Pedro, natural de Mosqueruela. Una persona bastante estricta. Luego recuerdo a doña Araceli". MERCEDES PLANA.

"El número de niños que iban a la escuela fluctuaba mucho de unos años a otros, dependía de la cantidad de hijos que tuvieran los masoveros que arrendaban las masías de un año para otro. Por término medio podíamos juntarnos entre quince y veinte niños, aunque en algún año de mi escolarización llegamos a ser casi treinta.
Nosotros desde La Marrada tardábamos entre quince y veinte minutos en llegar, pero había niños que estaban a una hora de trayecto. Solo los que vivían en el núcleo de las Casas y los del Mas de Soler iban a comer a su casa. Los de las masías traíamos la comida que previamente nos había preparado nuestras madres. Por afinidad o parentesco comíamos en alguna casa. Yo por ejemplo comía en casa de mis abuelas, otros lo hacían en casa del tío Mariano.
En días de mucha lluvia o tiempo muy desapacible los de las masías no acudíamos a escuela, para mi en particular eran días de mucha tristeza porque me encantaba ir a la escuela.
En los años de la guerra civil hubo un maestro que se llamaba don Vicente que por las noches ponía trampas para cazar pájaros para comer y una noche lo detuvieron creyendo que era un espía de los nacionales (ya que estábamos en zona roja), por ese motivo lo querían fusilar, suerte que mi abuelo lo reconoció y les dijo que era el maestro del Barranco.
En la época de mis padres estuvo varios años don Pedro que era de Mosqueruela, más tarde doña Araceli y doña Paquita.
En los primeros años de mi etapa escolar designaban como maestras a chicas jóvenes que no querían estar allí. Venían el día que tomaban posesión de la escuela y ya no las veíamos más. Las clases las acababa dando una chica mayor de una masía que nos enseñaba lo justo para ir tirando. Así estuvimos tres años. Al cuarto año destinaron a una de Valencia que se llamaba doña Josefa, la obligaron a venir aquí porque estaba a punto de jubilarse. Tenía la costumbre de sentarse junto a la estufa, los más mayores la llenaban bien de leña para que hiciese mucho calor y así la pobre mujer se quedaba dormida y no dábamos clase, aunque al despertarse los castigos eran los de entonces.
El último año que yo estuve en la escuela fue el 65/66. En ese curso vinieron dos hermanas de Castellón, la titular era doña María Teresa Gómez Juan y su hermana que estaba haciéndola compañía se llamaba Marí Carmen. Ambas vivían en la casa de los maestros contigua a la escuela, ellas me prepararon para hacer el examen de ingreso al bachillerato y ya al año siguiente me fui a estudiar a Teruel.
A doña María Teresa la estaré eternamente agradecida pues fue la persona que cambió mi vida". FERMINA PUIG.


"En mi etapa escolar durante los primeros años llegaríamos a ser alrededor de veinticuatro alumnos pero sin embargo cuando acabé el último año apenas seríamos seis o siete.
Al estar cerca la escuela siempre iba a comer a casa.
Tenía buena relación con todas mis compañeras pero algo más con Lina Martí de Las Albaredas. Éramos de la misma edad y nos sentábamos juntas. También con Maximina de Las Albaredas tenía mucho trato. Con ellas dos sigo manteniendo una buena amistad a día de hoy.
Tuve varias maestras, no recuerdo el nombre de la que estaba cuando hice la primera comunión pero si que me acuerdo que me regaló una caja de bombones y una figura del niño Jesús que me hizo mucha ilusión por el detalle.
La siguiente fue Mari Carmen Monforte de la que guardo muy buenos recuerdos y con la que mantengo una bonita amistad actualmente.
Después tuve a Montserrat Mayor, de Soria, estuvo varios cursos aquí, pero no he vuelto a mantener contacto con ella.
Y luego estuvo Elena Miguel, de Teruel, fue la última maestra que hubo en el Barranco. Cuando acabó el curso yo me fui para Benicarló.
En invierno nos ocupábamos de encender la estufa y nuestros padres se encargaban de llevar la leña.
Un año ya tocaba pintar las paredes de la escuela y en vez de encargárselo a nadie fueron nuestros propios padres con pocos medios los que realizaron dicha tarea de pintar. Cuando terminaron hicieron una comida para todos a modo de recompensa por el buen trabajo realizado. Fue una pequeña fiesta.
Como anécdota recuerdo que en cierta ocasión estuvo nevando varios días y no podíamos ir a la escuela, hasta que un día mi padre empezó a abrir camino desde la casa con una pala para que pudiera asistir a clase, pero yo como niña que era solo quería divertirme e ir pisando por la nieve en vez de utilizar el sendero que mi padre con tanto esfuerzo iba haciendo, así que ya al cabo de un rato mi padre se enfadó y me mandó a la escuela y dejó de seguir haciendo senda con la pala".
DOLORES MALLÉN.





Foto cedida por Fermina Puig.

Alumnos y maestra de la escuela del Barranco de San Juan en los años 40.
Con la bandera: Luciano Altabas.
Fila superior, de izquierda a derecha: Patricio Tena, Fructuoso Montserrate, Miguel Mestre, Gregorio Mallén e Ismael Gascón.
Fila intermedia, de izquierda a derecha: Pilar Fabregat, Silveria Camañes, Emerenciana Fabregat, Maestra (doña Araceli), Segunda Altabas, Teresa Mestre, Esperanza Carceller, Mercedes Plana.
Fila inferior, de izquierda a derecha: Pilar Puig, Carmen Mestre, Leonila Tena, Milagros Altaba, Milagros Camañes, Pascuala Montserrate, Lucia Altabas, Juan Ramón Fabregat, Raimundo Martí.





La escuela vista desde el pórtico de la ermita.




La casa de la maestra. No solía ser muy utilizada por las docentes que solían alojarse de patrona en alguna casa.



Casa Ibáñez. Estaba habitada por el matrimonio formado por Joaquín Puig (natural de Zorita) y Dominga Ibáñez (sus padres José Ibáñez y Jacinta Altaba fueron la generación anterior que habitaron la casa). Fue taberna desde 1915 hasta 1960. Se celebraba en la planta baja de esta casa cada domingo por la tarde el bureo (baile masovero) con músicos que venían de una masía cercana con instrumentos de cuerda.

"Los hombres tomaban unos vinos o aguardiente y jugaban al guiñote y a la brisca". GREGORIO MALLÉN.



Entrando a Casas de San Juan por el camino de La Iglesuela del Cid.




La casa del tío Victoriano, la última que se cerró en Las Casas de San Juan. La habitaba el matrimonio formado por Victoriano Martí y Teresa Gascón. Tuvieron dos hijos: Nicomedes y Julio. Teresa había fallecido años atrás en San Juan y Victoriano se fue con los hijos. La emigración los repartió entre Cantavieja y Mirambel.




Viviendas. La de la izquierda era Casa Leonila. Vivía en ella con su marido Jaime Tena: Tuvieron seis hijos: Everilda, Urbano, Mateo, Patricio, Eladio y Leonila. Durante un tiempo se celebraron aquí los bureos.
La de la derecha la habitaba una mujer llamada María, la cual vivía sola. Tiempo después vivió en ella Estefania Bono.




La casa del tío Mariano, conocida como Casa Bono. Vivía en ella el matrimonio formado por Mariano Bono y Rosalía Altaba. No tuvieron hijos y vivía con ellos un sobrino: Narciso, casado con Leonila, nacida en el Mas de Luis, los cuales tuvieron dos hijos: Mariano y Conrado.

"Tanto yo como las que me precedieron nos alojábamos en la casa del tío Mariano, el cual vivía con su sobrino Narciso y la mujer de este, que era valenciana y con la que aprendí algo de valenciano y dos nietos que estaban en edad escolar". MONTSERRAT MAYOR.

"Tengo muy buenos recuerdos del tío Mariano y su familia. Mariano hablaba poco pero conmigo como soy muy abierta cogía confianza y charlábamos un buen rato. La verdad es que era una familia muy trabajadora y conmigo estaban muy pendientes, me colmaban de atenciones.
Narciso canalizó el agua desde la fuente a una sala de la casa donde instaló un lavabo para que nos pudiéramos asear todos". MARI CARMEN MONFORTE.


"La primera vez que vi una televisión fue aquí en casa de Narciso y Leonila. Veníamos alguna noche a verla. En aquellos años era un lujo tener un televisor. Funcionaba con una batería y cuando se terminaba si no había repuesto hasta que se pudiera ir a Cantavieja a por otra batería pasaban varios días sin poder verse". DOLORES MALLÉN.



Casa Domingo. La habitó el matrimonio formado por Domingo y María.




Vivienda. La habitaba el matrimonio formado por Florencio Carceller y Celestina Plana. Tuvieron dos hijas: Rosalía y Asunción. Se marcharon a Vinaròs (Castellón).




Viviendas. A la izquierda Casa Parra. En los años 40 estaba habitada por un pastor llamado Ezequiel.
A la derecha Casa Manolet. En los años 40 y 50 vivió en ella Manolet y Prudencia, un matrimonio sin hijos. Posteriormente se usó como corral para los animales.
Más a la derecha había otra casa ya reducida a escombros que la habitaba el matrimonio formado por Joaquin Plana y María.




La fuente (al fondo, tapada con una portezuela). Abrevaderos para los animales. Lavadero.
"Cada día se iba lavando lo que se manchaba y luego el día que tocaban sábanas y la colada general también se dedicaba una buena parte del día a esta tarea. Cuando había escasez de agua venían de otras masías a lavar a la fuente de la Marrada porque era casi el único sitio que había agua.
Venían con la ropa cargada en caballerías y pasaban todo el día lavando, para nosotros era un día de distracción pues veíamos a los vecinos de otras masías". FERMINA PUIG.




Mas de Soler. Cuatro viviendas componían esta masía situada a unos 200 metros de San Juan junto al camino de La Iglesuela.

"A doscientos metros había una fuente pero salía muy poca agua, daba lo justo para beber las personas. Para lavar los cacharros se subía agua del río". GREGORIO MALLÉN.



Viviendas del Mas de Soler. En la de la izquierda vivía el matrimonio formado por Ambrosio Martí y Antonia Carceller. Tuvieron seis hijos: Felicidad, Damiana, Pablo, Raimundo, Antonio y Julián. La emigración se llevó a la familia a Vilafranca del Penedès (Barcelona).
La de la derecha la habitaba el matrimonio formado por Antonio Mallén y Encarnación Mallén (nacida en el Mas de Capitán, término de Cantavieja). Tuvieron dos hijos: José Antonio y Dolores. Se marcharon a Benicarló (Castellón).




Foto cedida por Dolores Mallén.

La casa de Antonio y Encarnación en el Mas de Soler.
"La casa tenía una entrada amplia, a la izquierda la cuadra, a la derecha el masador donde estaba el horno, la mesa de amasar, la artesa y todos los utensilios necesarios para hacer el pan.
Enfrente de la puerta de entrada estaba la escalera que subía al primer piso. Una vez en él había una sala y una alcoba a la izquierda, a la derecha la cocina con la chimenea donde se hacía la lumbre, era la estancia donde hacíamos la vida cotidiana: cocinar, comer, por la noche yo hacía los deberes y mis padres también estaban ocupados en alguna tarea, recuerdo que mi madre orillaba pañuelos o cosía a maquina, así se ganaba un dinero extra.
Nos iluminábamos con candiles de aceite, quinqués y a lo último con lámparas de camping gas.
Enfrente a la izquierda estaba la recocina donde había una pila para fregar los cacharros de las comidas. En medio una puerta que daba a una habitación y a la derecha otra puerta por la que se subía a la falsa, la cual ocupaba todo el espacio debajo del tejado. Allí es donde se almacenaba todo.
Volvimos alguna vez los primeros años, pero poco. Mi madre nunca tuvo ganas de volver. Mi padre en cambio sí le gustaba dar una vuelta a la casa de cuando en cuando. Aún hizo algún arreglo en el tejado.
Yo he ido por allí varias veces para San Juan y en temporada de setas, con familiares y amigos.
Cuando ya no quedaba nadie viviendo por allí hubo bastante expolio. En nuestra casa entraron y se llevaron todo lo que veían que tenía algo de valor: unas arcas de madera, la artesa donde hacíamos el pan, una caldera de cobre...".
DOLORES MALLÉN.




Viviendas del Mas de Soler. Las dos tenían la entrada por el mismo patio.
La de la izquierda (de dos plantas) estaba habitada por José Mallen (nacido en el Mas de Capitán, término de Cantavieja) y Josefa Soler. Ambos fallecieron en la masía. Tuvieron cinco hijos: Cecilio, Antonio, Ramona, María y Gregorio.
"Para las habitaciones utilizábamos los candiles de aceite, en la cocina el de petróleo y para las ocasiones especiales como las fiestas, el matacerdo o la Navidad el candil de carburo.
Teníamos treinta ovejas, dos machos, dos cerdas para cría. Venían tratantes de Portell, de La Iglesuela, de Cantavieja y de Mirambel a comprar los lechones y los corderos". GREGORIO MALLÉN.


En la de la derecha (con la fachada superior de color blanco) vivía el matrimonio formado por Joaquín Troncho y Mercedes Carceller. Tuvieron una hija: Irene.
Se fueron a La Iglesuela del Cid para en una segunda emigración marcharse a Tirig (Castellón).



Foto cedida por Dolores Mallén.

El Mas de Soler pintado por un artista de Cantavieja llamado Benigno Rabaza. En la imagen se ve a Antonio Mallén con su rebaño de ovejas.
"En todas las casas había ovejas. Nosotros teníamos entre treinta y cuarenta. Cuando me tocaba ir de pastora y como no había reloj para saber cuando tenía que volver, mi madre ponía un paño o una tela en un lugar visible de la casa para indicarme que regresara y así cuando yo veía desde la distancia el trapo colgado en la ventana sabía que era hora de volver a casa con las ovejas".
DOLORES MALLÉN.




Las Casas de San Juan vistas desde el Mas de Soler.




Masía de La Escrigüelica, a quinientos metros de San Juan.
El matrimonio formado por Fernando Plana y Felipa Belles fueron los últimos que habitaron la masía. Tuvieron dos hijas: Conchita y Mercedes.
En 1980 cerraron la puerta de la casa y se fueron a Castellón.
Anteriormente vivieron en ella los padres de Felipa: José Belles (natural de Culla) y Joaquina Molinos con los hijos habidos del matrimonio: Urbana, Rodrigo, Celestino, Orencio y Felipa.




Foto cedida por Fermina Puig.

Masía La Marrada en 1973.
Situada a un km. y medio de San Juan.
La habitó el matrimonio formado por José Plana y Fermina Miralles. Tuvieron dos hijos: José y Fernando.
Al fallecer el matrimonio de ancianos vino a vivir a la masía su nieta: Conchita Plana y su marido Julián Puig (ella nacida en La Escrigüelica y él en las casas del Barranco). Tuvieron cinco hijos: Fermina, Jesús, Balma, Ángel y Fernando.
En 1975 echaron el cierre a la puerta de La Marrada y se marcharon a Vinaròs.

"La Marrada no tiene ninguna fuente en sus fincas salvo algún que otro pequeño manantial que no llega a ser fuente, sin embargo al estar la masía al pie de la Cañada Real tiene derecho por escrituras al agua de la fuente que hay en el camino, la cual está a 150 metros de la casa. Siempre salía la misma cantidad de agua por mucha sequía que hubiera y a la misma temperatura.
Aunque antiguamente era una zona con bastante agua y no había problemas de abastecimiento en casi ninguna masía, cuando había años de sequia venían gentes de otras masías a por agua a la fuente de La Marrada". FERMINA PUIG.




Foto cedida por Juanjo Sales.

El Mas de Monserrate. Una de las masías más alejadas de las Casas de San Juan.
El matrimonio formado por Manuel Monserrate y Mercedes Plana fueron sus últimos moradores. Tuvieron cinco hijos: Juan Antonio, José Manuel, Victoria, Eladio y Serafín. En 1974 cerraron la puerta de la casa y se marcharon a Castellón. Hay documentos que atestiguan que por lo menos desde hace quinientos años ha perdurado el apellido Monserrate entre las diferentes generaciones que vivieron en la masía.
"Estábamos a tres horas de Cantavieja. A San Juan tardábamos unos cuarenta minutos en bajar. El Mas de Borraja era el más cercano a nuestra casa, se encontraba a unos quince minutos. Nos iluminábamos con los candiles de petróleo, aceite y a lo último los de carburo. No faltaban todos los inviernos algunas nevadas que alcanzaban el medio metro de espesor. Contábamos con abundante leña de carrasca para calentar la lumbre del hogar. Teníamos una cisterna para recoger el agua de lluvia. Cultivábamos trigo, cebada y avena principalmente. Llevábamos a moler el grano a la harinera de Cantavieja. Teníamos alrededor de cien ovejas. Por norma general matábamos un par de cerdos al año en la época de matanza". Íbamos a hacer compras a Cantavieja o a Las Iglesuela. MERCEDES PLANA.

30 comentarios:

  1. Muy bonito artículo y muy bien documentado. Las Casas de San Juan es un sitio estupendo para pasar alguna temporada, lástima que esté lejos de las comunicaciones principales.
    Hace poco conocí a una mujer que estuvo de maestra a finales de los años 70. Quedamos que un día la entrevistaría. A ver si me animo...
    Enhorabuena por tu artículo.

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  2. Gracias por tu comentario Kerst, pues animate a hacer la entrevista a esa mujer que estuvo de maestra en Las Casas de San Juan porque seguro que tendria cosas muy interesantes que contar, espero poder leer esa entrevista algun dia.

    Saludos.

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  3. Faustino,

    muy bien este artículo, y también el de la Saranyana. Conozco bien los dos lugares, aunque no he publicado nada sobre ellos, y me parece que haces una radiografía exacta de los mismos. Son las dos caras de una moneda. Saranyana bien comunicado, Casas de San Juan el extremo contrario. Nosotros llegamos a Casas de San Juan descendiendo en bici de montaña desde Cantavieja, por una zona increíble, un altiplano que arrancaba arriba del puerto que te lleva desde Vilafranca a Cantavieja.

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  4. fui de las últimas alumnas de la escuela del barranco, y no estoy de acuerdo con uno de los comentarios de una fotografía en la que se dice que una de las últimas profesoras que estuvo más tiempo fuera de Valencia, ya que era de Soria y se llama Monserrat Mayor Gimeno. Por lo demás me ha encantado este artículo.

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    1. MONTSERRAT MAYOR JIMENOjueves, 16 abril, 2015

      Casualmente buscando datos e información, de este lugar perdido, llamado Casas de San Juan- Cantavieja, y ya deshabitado, me encuentro con este artículo, que me ha llamado la atención e interés.
      Soy la maestra que tú nombras, soy MONTSERRAT MAYOR JIMENO, y sí como bien recuerdas, efectivamente soy de Soria,.Estuve ahí algo menos de cinco "largos cursos", ya que fueron años muy duros para mí, en este lugar tan solitario. Me marché en el año 1973.
      No dices como te llamas, aunque difícilmente me acordaría de ti, pues han pasado muchos años y muchos alumnos a lo largo de mi trayectoria profesional.
      Me ha hecho mucha ilusión que te acuerdes de mi y con todo detalle.
      Un fuerte abrazo.

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    2. hola Montserrat! la que escribe anteriormente soy tu alumna,mi nombre es maximina Martí,de la Albareda,me ha echo muchisima ilusión saber de ti ,me gustaría tener contacto contigo ,búscame en facebuk como Maxi Martí

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    3. Montserrat Mayormartes, 22 marzo, 2016


      Hola Maximina, soy Montserrat. Me he alegrado que al fin hayas entrado al blog y al reportaje, pues después de varios años que escribiste, pensé en algún momento tiene que dar respuesta y aquí está.
      No te he encontrado en facebook, entonces he pensado que lo mejor sería que le mandes un correo a Faustino pidiéndole que te de mi contacto, él ya lo sabe porque le he escrito un washapp.
      Saludos.

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  5. una de las masias de la foto es de nuestra familia y subimos muchas veces. olvidaste comentar q hace años se unia el santo de san marcos con el de san juan a medio camino durante la festividad. y la ultima profesora de la escuela era de teruel y despues estuvo en cantavieja y se llama elena miguel. muy bonito el documento. me encanto. saludos

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  6. Mi abuelo que se llamaba Don Valeriano Gómez estuvo de maestro en Las Casas de San Juan, era por el año 1923. Vivía con su esposa, mi abuela, que se llamaba Sabina Royo. Tenian dos hijos, Vicente (mi padre), que tenía entonces 5 años y mi tio Esteban que tenía 2.
    Mi abuela Sabina iba al rio a lavar la ropa. Como hacía mucho frío, estaba el agua congelada y tenía que romper el hielo para poder lavar. Con estas condiciones tan precárias, enfermó de una pulmonía y murió allí mismo.
    Gracias a estas fotografias tan estupendas he conocido el lugar donde vivieron mis familiares.
    Mª Teresa Gómez

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  7. Mª Carmen Monforteviernes, 17 mayo, 2013

    Qué artículo más bonito y cuántos recuerdos trae a mi memoria. Estuve unos cuantos meses de maestra en ese lugar tan bello y al mismo tiempo tan desconocido; fué una experiencia preciosa y que muchas veces relato a mis hijos y pronto a mis nietos Ugo e Ixeia (3 añitos). Mantengo relación con algunas de sus gentes y por supuesto, he vuelto alguna vez y espero hacerlo muy pronto de nuevo. Gracias porque alguien se preocupe de dar a conocer estos lugares.

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  8. El pasado Junio un amigo de Portell me contó que estaba invitado al dia siguiente a la fiesta de San Juan. Precioso rincón este que forma junto con Les Albaredes. Magnifico trabajo, como siempre. Felices vacaciones, amigo.

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  9. Admirable labor la que llevas a cabo...enhorabuena.

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  10. Mi esposa Teresa Gómez Juan también estuvo de maestra en Casas de San Juan allá por los años sesenta

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    1. Cosas muy similares a las que narra Montserrat te contaría tu esposa sobre su estancia en este lugar.
      Nombres y casas que a buen seguro la serán familiares.
      Gracias Juan por dejar tu comentario.
      Saludos.

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  11. Enhorabuena por el estupendo artículo. Realmente ha sido un placer leer, y más aún ver que las personas que alguna vez formaron parte y dieron vida a este lugar hayan podido contactar y comentar algunas de sus vivencias. Me ha gustado mucho.

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    1. Me alegra que te haya gustado el reportaje, Mirella.
      Es agradable que alguien manifieste que ha disfrutado con la lectura cuando son las fotos las que se suelen llevar más piropos.
      Parte imprescindible del trabajo son las personas que se asoman a esta pagina a contar su vida y recuerdos en estos pueblos. Es el lado humano de la despoblación, objetivo primordial del blog.
      En las Casas de San Juan Montserrat hace un manifiesto extraordinario de las dificultades que tenía una chica joven venida de fuera para adaptarse a la situación en una población que agonizaba.
      Gracias por dejar tu comentario.
      Saludos.

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  12. Mª Carmen Monforte Gómezlunes, 31 octubre, 2016

    Me alegro mucho que continuéis con los comentarios de este maravilloso lugar. Cada persona tiene una percepción diferente de una misma situación, como diferentes somos las personas. Yo estuve de maestra en Casas de San Juan desde principio de curso del 69 hasta Semana Santa (70).Y, como dice Montserrat, también estuve de patrona en casa del tio Mariano que vivía con su sobrino Narciso, su mujer Leonila, y los niños Mariano y Conrado.Si no recuerdo mal, tuve 23 alumnos, escuela mixta y unitaria y en la cual fui muy feliz. He vuelto al lugar en varias ocasiones y mantengo relación con algunas de sus gentes. Gracias, de nuevo, por esta labor tan maravillosa que haces Faustino.

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    1. Todos los que hayáis tenido alguna relación con este lugar llevareis a Las Casas de San Juan en vuestra memoria y en vuestro corazón, aunque evidentemente a unos les haya dejado más huella que a otros. Las situaciones y las circunstancias no son las mismas en todos los casos.
      Me alegra saber que en tu caso ha dejado un recuerdo imborrable.
      Gracias por dejar tu comentario Mª Carmen.
      Un cordial saludo.

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  13. Buenos días

    Para nosotros es un lugar que nos gusta mucho y aunque no tengamos ninguna relación con el lugar sentimos cierto amor por esta zona.

    Hemos ido siempre caminando desde Iglesuela hasta Les Alberedes y Portell de Morella, con nieve en el Puerto, con lluvia y con un buen sol conforme el pasado domingo día 17.

    Saludos

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  14. Gracias a ti Faustino por traernos recuerdos de ese lugar tan entrañable
    Efectivamente ella tiene un facundo imborrable pese a que estuvo un solo curso acompañada por su hermana que también era maestra.Ambas vivían en las propias dependencias anejas a la Escuela
    Pero mis recuerdos no los tengo únicamente por lo que me cuenta pues yo mismo, que entonces era su novio, fui a verla allí algunas veces cuando podía escaparme de mis estudios en Madrid. Cuando iba dormía en casa del tío Mariano “ el Alcaldillo”
    Luego hemos vuelto cuando nos hemos paseado por esas tierras del Maestrazgo de las que estamos enamorados. La última vez fue hace dos veranos

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  15. Hola Faustino y demás lectores de tu página. Nuevamente nos recordaron las Casas de San Juan en el programa de la 2 sobre despoblación. Nunca se perderá el cariño por esas tierras mientras alguien las siga recordando. Y, creo, que, cada vez somos mas. Un saludo y continúa con tu labor maravillosa.

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  16. Pero que reportaje tan fabuloso Faustino, soy de Portell y aunque no he vivido ni en el Barranco San Juan ni en las Albaredas, lo conozco todo, porque me gusta, y paseando por allí me entristece ver como está abandonado, lo que aquello un día fue y lo poco que es ahora, lo mismo que pasará con nuestros pueblos, como Portell, La Cuba, etc.Yo tengo en Youtube videos de las fiestas de estos últimos años que celebran por San Juan(https://youtu.be/-vk2o2W9BvY) (https://youtu.be/eyPD08SkCa)(https://youtu.be/6YfX-gD86QM)(https://youtu.be/1TnNJs4IoKc)
    De nuevo te felicito.

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    1. Ya me imagino que al ser de Portell estos lugares de Les Alberedes y San Juan te serán muy familiares.
      No creo que tanto Portell como La Cuba lleguen al extremo de sufrir una despoblación total como los anteriores, pero...
      Echare un vistazo a los videos que comentas sobre las fiestas de San Juan.
      Me alegra que te haya gustado el reportaje José.
      Gracias por dejar tu comentario.
      Un cordial saludo.

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  17. Hola Faustino,al pasear hoy por este magnífico pueblo he sentido en carne propia como vivían las 212 personas que alguna vez habitaron este pueblo(como reza el cartel),está bastante bien conservado e incluso en alguna de sus casas todavía se puede ver que siguen viviendo o acudiendo asiduamente(había ropa tendida) lo cual me ha dado esperanza de que alguien todavía tenga una vida allí,nosotros no hemos visto a nadie....a lo mejor a la proxima.
    Te felicito por la forma de contarlo y sobre todo por ponernos al día de lo que allí sucedía,gracias un saludo

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    1. Hola Ramón. Pues si, Casas de San Juan es un lugar que está bastante bien conservado, se nota la presencia de sus gentes durante muchos días del año. Y eso que no es fácil llegar hasta allí pero el empeño y el amor por su lugar de origen puede con todas las adversidades.
      Gracias por tus felicitaciones.
      Un cordial saludo.

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    2. Creo que en 7 casas hayan podido vivir 212 personas, en todo caso será en todas las masías de la partida del Barranco

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  18. Estoy repasando el blog y veo alguna incongruencia, si Mari Carmen Monforte estuvo del 69 al 70 como es que MONTSERRAT también estuvo 4 años y el primero fue el 69

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    1. Hola, soy Mari Carmen Monforte. En el blog de Faustino te quedará clara tu duda. No obstante también te la aclaro yo. Estuve de maestra desde principio del curso 69, hasta Semana Santa del 70, en que se reincorporó Montserrat. Un saludo

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  19. Aunque yo nací en las casas de san Juán hay algunos detalles que descononocía ya que me fuí de alli con apenas cinco años. Me ha resultado muy entrañable recordar algunos nombres de gente del lugar que a veces me contaban mis padres. Actualmente resido en Vinaròs, como algunos de los vecinos que alli teniamos.

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