Villota de Losa (Burgos)

¨El balcón de Losa¨. Así era denominada esta elevada y aislada población situada en un terreno muy pedregoso a 815 metros de altitud.
Doce viviendas de buena factura componían Villota. Cada casa tenía su horno y su pozo de agua correspondiente.
Tuvieron luz eléctrica en el pueblo desde los años cuarenta por medio de una línea proveniente de San Martín. A los vecinos les tocó poner los postes.
Contaban con leña de carrasca para calentar la lumbre de los hogares y así combatir los rigores invernales.
Sus tierras producían trigo, cebada, centeno y avena. Iban al molino que había junto al río Nabón para moler el grano.
El ganado se repartía entre vacas y ovejas.
Acudían a la feria de ganado que se celebraba en noviembre en Quincoces de Yuso para la compra- venta de animales.
Al mismo pueblo se desplazaban para realizar compras.

El Arcillero
El Soto
Estrada
Herranes
Lobera de San Miguel
Los Vallejos
Molino Viejo
Monte Los Valles
Pozo de Santa Lucia
Sollano
Sovillota

**Son algunos topónimos de lugares comunes de Villota que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**

Las fiestas patronales fueron desde siempre en diciembre para la Inmaculada Concepción en honor a la patrona (La Purísima) pero debido a la dureza del clima en esa época se cambió en los años 20 a mayo para La Ascensión. El baile solía ser amenizado por un acordeonista de Amurrio y había costumbre en cada casa de matar una oveja vieja para celebrar el evento.
Se vendían dos carros de leña en Quincoces de Yuso y con lo obtenido servía para sufragar parte de los gastos de la fiesta.
También celebraban a San Isidro donde todo el pueblo se reunía a merendar en la bolera y el ayuntamiento regalaba el vino para la ocasión.

El cura subía desde San Martín o desde Barriga a oficiar los actos religiosos. Don Roque realizó tal cometido durante bastantes años.
El médico venia desde Quincoces de Yuso, había que bajar a buscarle con un caballo para que el doctor pudiera desplazarse a visitar al enfermo.
El cartero era del pueblo de San Llorente, montado en un mulo la repartía por varios pueblos del valle después de haberla recogido en Quincoces de Yuso.

Había taberna en el pueblo, por turno rotatorio le tocaba un mes a cada vecino su mantenimiento. En ella bebían un poco de vino, orujo y coñac. Las partidas de cartas y el juego de bolos eran los entretenimientos en los ratos libres. Algunos jóvenes se desplazaban los domingos a Quincoces de Yuso buscando un poco de ocio.

A mediados del siglo XX todavía había una decena de casas abiertas, pero a partir de aquí y en pocos años el goteo de la emigración fue imparable. Villota se quedó vacío aproximadamente hacia el año 1960 debido a las malas comunicaciones, al poco productivo terreno que había y las pobres expectativas de futuro que había en familias con muchos hijos. Gregorio Guinea y su familia fueron los últimos de Villota. Sus gentes se marcharon para Bilbao y Llodio (Alava) mayoritariamente.

Fuentes de información:
-"Los pueblos del silencio" de Elías Rubio Marcos.
-Vecina de Teza de Losa.

Visitas realizadas en julio de 2008 y noviembre de 2023.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Punto y aparte. Quince años han pasado entre mis dos visitas a Villota. Prácticamente nada ha cambiado. Las edificaciones siguen igual. En esta mañana otoñal de 2023 recorro nuevamente el camino que desde Teza lleva hasta Villota previo paso junto a la enorme balsa de riego. El día está fresco, el sol presente, el camino es suave y no tiene mucho desnivel. Es curioso pero a pesar de estar alto el pueblo no se ve hasta que no estás casi en sus muros debido a la abundancia de arbolado que no permiten su visión lejana. Una vez llegado a las primeras edificaciones aparece la plazuela donde se situaba la escuela, inconfundible con sus amplios vanos que ya están a punto de ceder. El suelo es pedregoso en casi todo el entramado urbano. Salvo una, no hay calles perceptibles, las casas se sitúan dispersas unas de otras rodeadas de sus edificios auxiliares. Casas robustas de buena piedra que han llevado bien el paso de los años.
Llego hasta la plaza de la iglesia. Hay un coche aparcado junto a una vivienda en la parte baja del pueblo. No veo a nadie, ni siento presencia humana ni en la casa ni en ningún otro espacio colindante. Me encamino al templo. Sobrio y en semi penumbra. El suelo esta "alfombrado" de excrementos de vaca. Sobrecoge el lugar. La imaginación te lleva hasta los tiempos en que se oficiaran cultos religiosos en su interior. Salgo para fuera nuevamente, bajo por la parte baja, algún pajar y era de trillar me salen al paso. Llega un momento en que por aquí no se puede andar más así que vuelvo mis pasos hacía la plaza de la iglesia. El silencio es absoluto. Salgo por otro camino que me lleva a la parte alta del pueblo, veo las últimas edificaciones y retrocedo nuevamente. Contemplo un buen ejemplar de casa por este lado, ha perdido el tejado pero la fachada sigue intacta aunque carente de puerta, ventanas y balcón, aun así es bonita de contemplar. Paso por la calle que conecta los dos espacios abiertos que se podrían considerar plazas: la de la iglesia y la de la escuela. Una vivienda que estaba rehabilitada desde hace años ha cambiado parcialmente la fisonomía de su fachada de mi anterior visita a ahora. Algo de vida hay en Villota en determinada época del año. Dos casas parece que reciben visitas esporádicas de sus moradores. Sigo contemplando las diferentes edificaciones, intento "husmear" donde se puede. Algún horno de pan por un lado un pozo de agua por otro, en general poca cosa. Bastante vegetación que en muchos casos hacen de barrera para llegar hasta algunos edificios. Voy dando vueltas por donde puedo y otra vez llego hasta el templo parroquial y la adyacente casa del cura. El coche sigue allí aparcado a unos metros pero ni un alma se ve ni se siente. La visita a Villota va tocando a su fin, acabo nuevamente en la plaza de la escuela y me parece que ya no me queda nada por ver, así que encamino mis pasos por el mismo sendero por donde llegué dos horas antes y que en aproximadamente media hora me llevará hasta el pueblo de Teza.

Uno de los diversos caminos que había para entrar al pueblo.

Iglesia parroquial de la Purísima Concepción.

Interior de la iglesia. Altar Mayor. Ventana aspillerada. Restos de pinturas murales. Entrada a la sacristía. Capilla lateral.

Interior de la iglesia. Capillas laterales. Coro. Ventana de iluminación.

La casa del cura. Después de la guerra ya no hubo sacerdote residiendo en Villota.

Fachada lateral de la casa del cura e iglesia.

Vivienda en estado ruinoso.

Robusta y bien presentada vivienda, con piedra sillar en las esquinas, vanos simétricos y balcón-solanar en la planta alta.

Calle de Villota.

Vivienda con el horno de pan anexo.

Escuela de Villota. Se construyó en 1933. Acudían también a ella alrededor de una decena de niños desde el pueblo de Baró. A la entrada había un cuarto donde se celebraban las reuniones a concejo.

Vivienda.

Era de trillar. Pajar. Cobertizo.

Transformador de la luz. Situado a casi un kilómetro del pueblo.